Quiero ser enfática, una cosa es la protesta cívica, ciudadana y civilizada, y otra cosa es la arremetida violenta que algunos individuos han tomado contra la Fuerza Pública, los establecimientos privados y públicos, y bloqueando vías impidiendo el tránsito de alimentos a todo el territorio nacional. Eso de ninguna forma puede llamarse una movilización pacífica.
En redes sociales y medios de comunicación hemos atestiguado el ataque a comercios, CAI’s y sedes bancarias, hemos visto personas que han perdido sus sueños y el fruto de su trabajo en medio de las airadas manifestaciones de violencia, y preocupa mucho que se quiera señalar a la Policía Nacional de los responsables de esta situación, cuando investigaciones de la Fiscalía General de la Nación señalarían que presuntamente detrás de todo este caos y anarquía, hay células terroristas que azuzan, financian e incitan ataques contra la autoridad.
No podemos aceptar de ninguna forma, una manifestación de violencia por parte la ciudadanía, y en el mismo sentido, debemos condenar vehementemente cualquier exceso de parte de los uniformados que juraron proteger nuestra vida, honra y bienes, pero eso no significa tampoco que la Fuerza Pública se tenga que ver impedida para actuar en evidencia de un ataque criminal, y yo sí le pido a la ciudadanía que rodeemos a nuestras instituciones, porque ellas son las garantes de nuestros derechos, la columna vertebral de la libertad y el orden.
También hago un llamado a los entes de justicia, para que le den celeridad a toda la investigación criminal que nos ayude a identificar e individualizar a los generadores de violencia, así como a las estructuras a las que pertenecen, para así también darle garantías a las personas que de forma pacífica se quieran manifestar a favor o en contra de alguna causa.
Finalmente resalto el llamado que desde el Gobierno Nacional se está haciendo para tener un gran diálogo popular en aras de construir y darle forma a las propuestas que ayuden a mitigar la grave crisis financiera y social por la que atraviesa el país.
Es tiempo del diálogo, de la grandeza, de la humildad y sobre todo, de un gran consenso ciudadano que nos permita buscar soluciones en vez de generar caos.
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