No pueden seguir considerando extremista a quien lucha por preservar el acuerdo y la democracia.
La idea de que Colombia vive una intensa polarización se popularizó durante la campaña presidencial de 2018. En ese entonces, varios simpatizantes de la Colombia Humana explicamos que no se trataba de la oposición entre dos extremos equivalentes, puesto que mientras el proyecto uribista buscaba hacer trizas los acuerdos, la Colombia Humana buscaba preservar el acuerdo de paz y ampliar la democracia. En el debate público nos enfocamos en desmentir la idea de que la Colombia Humana se situaba en un extremo del espectro político, ni podía ser equivalente a la extrema derecha personificada por Álvaro Uribe, pero poco se habló del origen de la idea de la polarización.
No solo el tiempo nos ha dado la razón, sino que el talante dictatorial de este gobierno es cada vez más evidente. Sin embargo, permanece en el debate público la idea de que seguimos viviendo una fuerte polarización. Vale la pena, entonces, entender por qué esta narrativa ha sido tan efectiva al punto de acaparar la agenda mediática y política.
En el 2014, un grupo de trabajo dirigido por la politóloga estadounidense Jane Mansbridge presentó un informe sobre la falta de negociación política en los Estados Unidos. Este grupo de expertos quería entender por qué esta se había vuelto un problema central del sistema político estadounidense. Un subgrupo se enfocó en cómo los crecientes niveles de polarización estaban obstaculizando la negociación y el compromiso entre los partidos Demócrata y Republicano. Los principales resultados de la investigación mostraban que las raíces de la actual polarización en los Estados Unidos se remontan a mediados de los años 70 del siglo XX, y que: “A pesar de la creencia generalizada de que ambos partidos se han desplazado hacia los extremos, el desplazamiento del Partido Republicano hacia la derecha explica la mayor parte de la divergencia entre los dos partidos”. En este sentido, la célebre polarización es realmente la radicalización de los republicanos.
¿Por qué se radicalizaron? Fue la reacción a las conquistas del movimiento por los derechos civiles. Los supremacistas blancos nunca aceptaron lo que ellos consideraron como una pérdida de su poder. De hecho, el movimiento hacia la izquierda de los demócratas, menor que el de los republicanos hacia la derecha, se debió al aumento de la representación latina y afroestadounidense en la política. Es decir, la estabilidad del sistema político se logró a costa de la exclusión del pueblo afroestadounidense.
Entender de esta forma la idea de polarización cambia la imagen que tenemos de ella. En este caso, la polarización no es simétrica: el desplazamiento hacia la izquierda de las fuerzas políticas es en realidad la defensa de las conquistas democráticas, desplazamiento que se acentúa en la medida que las fuerzas autoritarias deciden radicalizarse y abandonar el juego democrático.
Esta narrativa también se popularizó durante las elecciones en Brasil en 2018. El profesor Rafael Ioris la describió muy bien: “Además de falaz y poco ingenua, ¡esa narrativa es peligrosa! […] Lo que está en juego, desde 2015, es la defensa del Estado de derecho y de la democracia, por un lado, y un proyecto de control del Estado y dominación del imaginario colectivo al servicio del capital y de la destrucción de cualquier vestigio de seguridad y bienestar social en la octava economía y quinto país más poblado del mundo”.
Tanto en Estados Unidos como en otros países estamos presenciando la radicalización de la extrema derecha, un proceso que en el caso colombiano empezó en el 2010, como lo afirma el profesor Gutiérrez Sanín en esta entrevista. Por lo tanto, en vez de hablar de polarización, sería mejor hablar de radicalización de la extrema derecha versus resistencia popular a esa radicalización que desemboca en el fascismo. Más largo, pero más riguroso.
Pero ¿por qué algunos insisten en usar esa narrativa si la evidencia empírica demuestra otra cosa? Hay varias razones, la principal es que esa ha sido y sigue siendo su estrategia de campaña. A pesar de que digan lo contrario, posicionarse en el centro y decir que su posición está siendo liquidada por dos extremos radicalizados es más rentable políticamente.
Considero que, frente a la amenaza autoritaria más peligrosa de nuestra historia reciente y frente a la necesidad de un bloque histórico, debemos abandonar esa retórica. No pueden seguir considerando extremista a quien lucha por preservar el acuerdo de paz y la democracia. Si lo que les preocupa a algunos son las características personales de algunos candidatos, sería más honesto de parte de ellos ponerlo en esos términos en vez de seguir recurriendo a la falacia de la polarización.
Comentar