Nicolás, no es homicidio es magnicidio. En realidad es a eso a lo que se refiere el jefe de estado cuando acusa a parte de la oposición y a grupos de empresarios venezolanos, de presuntos planes de golpe militar y de un supuesto complot para asesinarlo. La verdad es que en vez de ocuparse del bienestar y el progreso de la gente, pareciera que únicamente les interesa perpetuarse en el poder.
La tarea entonces, no está en resolver la crisis por la que atravesamos y mucho menos ejercer las funciones inherentes al cargo que hoy día desempeñan por aspiración personal o por delegación, tristemente la realidad es otra. Lejos de propiciar la paz, la libertad y la prosperidad de la gente, por el contrario, se esmeran en sembrar zozobra y miedo en la población y ponen todo su esfuerzo en intentar generar una atmosfera de intranquilidad, levantando muros, propiciando la división y la violencia, así entonces advierten sobre presuntas conspiraciones y se transforman en víctimas.
La tesis o el guión del magnicidio intenta endosar de algún modo al enemigo, la desesperación y la crisis por la que atraviesa el régimen, luego ya no se trata solo de una “guerra económica” por parte de empresarios de la oposición, se trata además de todo un supuesto macabro plan con la intensión de sacar a Nicolás del juego político, darle un golpe de estado y eliminarlo definitivamente, todo ello dentro de la atmósfera de polarización que se vive en el país. Esta denuncia, hábilmente hecha, le permite ganar tiempo al régimen con relación a la actual crisis que atravesamos; de este modo, distraen la atención de todos con relación a los verdaderos problemas del país, el hambre, la inseguridad, la escasez, la inflación, la devaluación, la miseria, la corrupción y los problemas de servicios básicos como la luz, el agua, la salud, el aseo urbano y domiciliario, entre otros.
Al parecer el único fin, es distraer la atención con relación al total desgobierno en el que nos encontramos sumidos los venezolanos en la actualidad. Pero por sobre todas las cosas, se trata de una denuncia además cobarde, porque se realiza en momentos en que Venezuela se encuentra pidiendo al mundo su intervención dada la violación de derechos humanos y la corrupción en el país. Todos hemos sido testigos de la violencia, de los crímenes horrendos, muertes de jóvenes que aun no se esclarecen, la represión brutal contra los estudiantes y población civil que desde febrero protesta en calle, que reclama un cambio de gobierno y que continúa en la lucha por defender la democracia. El saldo: 42 muertos, 835 heridos, 2500 detenidos de los cuales 213 permanecen bajo arresto y son sujetos de procesos judiciales, según la Fiscalía.
Sin embargo insisten, Jorge Rodríguez, plantea que se trata de un “plan complejo” para derrocar y asesinar a Nicolás y así desatar un espiral de violencia para justificar la intervención extranjera, en virtud que a su parecer la derecha venezolana quiere acabar con la paz y la constitucionalidad en Venezuela. Por si fuera poco, Rangel Silva solicita formalmente judicializar la denuncia sobre este supuesto complot de asesinar a Nicolás e igualmente convoca al pueblo socialista a enfrentarse y a cerrar filas en torno al proceso revolucionario.
La realidad es que la estrategia no funciona a cabalidad. Porque el pueblo venezolano no es un pueblo sumiso a éste régimen, al cual no le debe ni lealtad ni obediencia, pues no se ha ganado ni el respeto ni la admiración del pueblo. Los venezolanos no son tontos, y saben muy bien que cada vez que el régimen se ve en aprietos, en su desesperación, recurre a estas evasivas alucinaciones y entonces la incredulidad del pueblo se impone porque se trata de un guión repetido durante los últimos 15 años, el mismo practicado por Chávez y ahora calcado al dedo por Nicolás. Ahora bien, ante el descontento de la gente dado el rotundo fracaso de las políticas económicas y sociales, la inflación, el desabastecimiento y la inseguridad entre otras, el gobierno niega rotundamente el fracaso, se resisten a admitirlo y en consecuencia emplean este guión que francamente esta desgastado. La realidad duélale a quien que duela, es que ya nadie le cree a Nicolás, ya nadie le cree a Mentira Fresca.
Abran los ojos por Dios, despierten. Los venezolanos no estamos para eso, no pensamos en eso, esa diatriba nos cansa, nos agota y lo peor no suma, por el contrario, les resta más cada día. La mayoría de los venezolanos queremos y deseamos transitar por el camino de la paz, que se imponga el estado de derecho y que se haga justicia en el país. Tener acceso a un sistema de salud digno, a un empleo digno y un salario justo. Queremos adquirir los alimentos de la cesta básica, sin tener que pasar tantas penurias, queremos además una integración ciudadana de verdad, basada en el sistema de gobierno democrático que nos garantiza nuestra Constitución, queremos educarnos en libertad, queremos ser prósperos y progresar, tener oportunidades, en fin, los venezolanos lo que deseamos es poder ser felices, con o sin ministerio, sencillamente porque vivimos en un país hermoso, rico y grandioso, el mejor país del mundo: Venezuela.
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