Neurociencia del Caudillismo: el arte de manipular cerebros en política

Desde Bolívar hasta Chávez. Desde Perón hasta Uribe. América Latina ha sido tierra fértil para el caudillismo, ese liderazgo cargado de promesas salvadoras, frases contundentes y culto a la personalidad. Pero, más allá del análisis político o histórico, ¿qué nos dice la neurociencia sobre nuestra fascinación colectiva por los caudillos?


¿Será que, en el fondo, nuestros cerebros están diseñados para seguir al líder, incluso si eso implica renunciar al pensamiento crítico?

Los seres humanos no nacimos para la democracia. Suena interesante, pero dejen que les explique.  El cerebro humano evolucionó en comunidades pequeñas donde seguir al líder era una estrategia de supervivencia. Aquellos que se alineaban con figuras fuertes, capaces de garantizar alimento, seguridad y orden, tenían más probabilidades de sobrevivir. Esa programación ancestral sigue viva: cuando sentimos miedo o incertidumbre, una crisis económica, una guerra, una pandemia, buscamos instintivamente una figura que “tome el control”. Por otro lado, el l que desafiaba al líder podía ser castigado o expulsado. Y eso, en la prehistoria, significaba la muerte.

Los caudillos modernos explotan ese sesgo evolutivo. Hablan con certeza cuando todo es incierto inclusive cuando no tienen nada que ofrecer.  Prometen orden cuando reina el caos. Usan símbolos, gestos y narrativas que apelan no tanto a la razón como a la emoción.

La neurociencia social ha identificado varios procesos cerebrales que explican por qué seguimos a líderes autoritarios o mesiánicos.

La amígdala, nuestro “radar del miedo”, se activa intensamente ante discursos que apelan a la amenaza. El líder que identifica enemigos (“la élite”, “los traidores”, “el imperio”, “los terratenientes”)) activa nuestro sistema de defensa. ¿Les suena familiar? Yo sé que sí, pero sigamos con mas sobre aspectos de la neurobiología.

La oxitocina, otra hormona conocida como la hormona del apego, puede elevarse ante figuras percibidas como protectoras. Por eso, muchos caudillos son vistos como “padres” o “salvadores” o como “los que nos respaldan”.

La corteza prefrontal, donde se asienta el pensamiento crítico, puede inhibirse cuando idealizamos a una figura. Literalmente, se apaga la parte del cerebro que cuestiona, nuestra capacidad de critica es nula. Coloquialmente “echados a perder”.

El sesgo de confirmación hace que busquemos información que refuerce nuestras creencias sobre el líder, y rechacemos toda evidencia en su contra. Las personas se harían matar por proteger a sus lideres y eso es lo que hace sumamente delicado todo el contexto en países donde la perpetuidad de lideres puede suceder.  Por otro agreguemos lo que en neurociencia conocemos como disonancia cognitiva, cuando los hechos contradicen nuestras ideas, preferimos ajustar los hechos, no las ideas.

El caudillismo en Colombia ha tomado diversas formas e incluyen aquellos líderes de derecha e izquierda, mesiánicos o militares, todos han apelado al mismo principio cerebral, ofrecer certezas en medio de la angustia. La política deja de ser un debate de ideas y se convierte en una devoción emocional, llegando al punto de santificar a sus lideres.

Y el riesgo es claro, cuando las personas dejamos que la emoción guíe el voto, la crítica se ve como traición, y el desacuerdo, como amenaza. Empezamos a señalar a todo el que no piense igual como un enemigo.  El debate se convierte en idolatría.

¿Qué hacer?

No se trata de negar la importancia del liderazgo. Se trata de comprender que nuestros cerebros están diseñados para seguir, pero también para cuestionar. La educación política, la cultura del pensamiento crítico y la autorregulación emocional son claves para no caer, una y otra vez, en la trampa del caudillismo.

Porque al final, como ciudadanos, tenemos una responsabilidad biológica, sí… pero también ética. Nosotros tendremos que rendir cuentas a nuestras próximas generaciones y estamos en los tiempos de tomar justas y adecuadas decisiones.

Luis Rafael Moscote-Salazar

Medico Neurocirujano
Consejo Latinoamericano de Neurointensivismo (CLaNi), Colombia
neuroclani.org

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