Los turistas que nos visitan no es porque se haga un excelente marketing de ciudad, es simplemente porque Netflix en todo el mundo se ha encargado de vendernos como la ciudad donde usted puede hacer cualquier cosa;
¿Recuerdan la polémica publicidad de la plataforma Netflix en diciembre de 2016 en la Puerta del Sol de Madrid donde el copy decía “oh, blanca navidad”? el efecto publicitario hace mucho tiempo hizo su efecto y apenas nos dimos cuenta.
Hoy hay una realidad de país, según el más reciente informe de Naciones Unidas el 68% de la coca en el mundo se exporta de Colombia y en temas de consumo las cifras para ciudades como Medellín no son para nada alentadoras.
Por estos días Federico Gutiérrez alcalde de Medellín ha hecho afirmaciones muy preocupantes, “El 90 por ciento de la droga que sale del Cauca y llega a Medellín es para consumo interno. Estamos inundados de droga, prácticamente nadando en ella. Pero esto no es solo un problema de la ciudad. Es algo a nivel nacional que se genera gracias al incremento en los cultivos ilícitos, que en Colombia son más de 200.000 hectáreas” dijo el alcalde hace apenas algunos días.
Dejemos el orgullo por un momento y reconozcamos lo que somos, reconozcamos que no somos atractivas por las ofertas gastronómicas y culturales como Europa, ni por las grandes atracciones naturales como Perú o Argentina. Medellín solo ofrece rumba desenfrenada, prostitución por doquier; pero como buenos paisas nos ufanamos en decir que vivimos en la ciudad más “cool”
Hay que quitarnos la venda, The New York Times, nuevamente sacó un extenso artículo donde muestra cómo los que vienen a nuestra ciudad poco o nada les importa si somos los más innovadores del mundo, si tenemos el mejor clima, si tenemos el mejor metro del mundo, eso para ellos pasa a un segundo plano, simplemente porque a Escobar afuera lo ven como un dios, como a un astro que lo han idealizado a partir de los tantas series y documentales que se han difundido en el exterior sobre Medellín y Escobar.
Fue hace apenas algunos días que supe con exactitud donde quedaba el edificio Mónaco, por pura casualidad me di cuenta en donde estaba parado por la cantidad de turistas ubicados a las afueras de la edificación tomándose fotografías como si estuvieran al frente de la mansión de Madona.
Es vergonzante que solo busquen a Medellín para hacer un “narcotour”, conseguir el polvo blanco, porque para ellos, conseguir la cocaína en Medellín es como comprar la gasolina en Venezuela y por si fuera poco, también pueden conseguir mujeres despampanantes a los mejores precios porque mis queridos amigos eso somos, tierras de narcos, pillos, traquetos, drogadictos y prepagos que mueven las cajas registradoras de la delincuencia frecuentemente.
Los turistas que nos visitan no es porque se haga un excelente marketing de ciudad, es simplemente porque Netflix en todo el mundo se ha encargado de vendernos como la ciudad donde usted puede hacer cualquier cosa; como por ejemplo hacer los bacanales al mejor estilo del patrón con mujeres en una habitación y llenarse las narices de polvo blanco porque simplemente es una ciudad donde todo se lo permite. Hoy el problema de las drogas en la ciudad es asunto de consumo de propios y visitantes