Buenos días, saludo a los lectores del periódico Al Poniente desde la Hemeroteca de la Universidad Nacional de Colombia, un espacio privilegiado para pasar momentos de lectura en un ejercicio que llama a embriagarse de conocimiento dentro del Campus del Alma Mater de los Colombianos.
El tema de mi columna de la presente semana tiene que girar, obligatoriamente, sobre Nelson Mandela, uno de los personajes más importantes del siglo XX, ejemplo para toda la humanidad y particularmente para las naciones que viven en conflictos marcados con cualquier tipo de segregación.
Mandela le dio muchas lecciones a la humanidad con su testimonio de vida. Estas lecciones darían no para una columna sino para un libro.
Yo quiero referirme a un caso particular que debería ser referente a todos aquellos que ostentan y ostentarán el poder en el futuro: la lección de la renuncia. Cuando Mandela llegó al poder renunció a la venganza y por el contrario trabajó por la reconciliación; cuando estaba en la cima del poder renunció a seguir aferrado a él, y se retiró para que otros llegaran a ostentarlo; cuando salió de la cárcel después de muchos años de detención ideológica, pidió que lo dejaran despedirse de sus carceleros renunciando al odio.
En un pequeño homenaje a este maravilloso personaje, quiero resaltar doce frases memorables de Mandela, que con su muerte reciente pasó a ser inmortal, porque su vida fue y será un referente eterno para la reconciliación y la convivencia.
Particularmente nuestra nación tiene mucho que aprenderle a Mandela, sobre todo en estos momentos donde la nación intenta nuevos espacios para la convivencia, y donde la irracionalidad de actos de barbarie pareciera ir en contra de lo que se predica.
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
“No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad que la forma en que se trata a sus niños”.
“Una de las cosas más difíciles no es cambiar la sociedad sino cambiarse a uno mismo”.
“El arma más potente no es la violencia sino hablar con la gente”.
“Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero”.
“Nunca pienso en el tiempo que he perdido. Solo desarrollo un programa que ya está ahí. Que está trazado para mí”.
“Quedará para siempre como una acusación y como un desafío para todos los hombres y mujeres con conciencia el que hayamos tardado tanto en levantarnos para decir ¡basta!”.
“No dejemos nunca que las futuras generaciones nos digan que la indiferencia, el cinismo o el egoísmo nos hicieron fracasar en cumplir los ideales humanistas que condensa el Premio Nobel de la Paz. Que todos nuestros esfuerzos demuestren que Martin Luther King Jr. tenía razón cuando dijo que la humanidad no puede continuar trágicamente atada en la noche sin estrellas del racismo y la guerra”.
“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”.
“Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre el miedo. Un hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino aquel que lo conquista”.
“Detesto el racismo, porque lo veo como algo barbárico, ya sea que venga de un hombre negro o un hombre blanco”.
“Necesitamos situar la erradicación de la pobreza en el primer lugar de las prioridades mundiales. Hemos de tener claro que todos compartimos una humanidad común y que nuestra diversidad en todo el mundo es la mayor fortaleza de nuestro futuro conjunto”.
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