Necesidad de la existencia de los programas de pedagogía en Colombia

“La ciencia se diferencia del conocimiento vulgar por emplear un lenguaje distinto del común” (Sarramona y Marqués, 1985)”


En el siglo XVIII Kant postula que el proyecto de una teoría de la educación es un noble ideal, aun cuando su realización no sea inmediata (Kant, 2003). A pesar de su aspiración, el filósofo y pedagogo de Königsberg no deja de advertir que, mientras lo mecánico de la educación no devenga en ciencia los esfuerzos de todas las generaciones serán en vano y cada una querrá iniciar su proyecto sobre las ruinas de la otra. En este sentido, Kant también podría estar insinuando que pensar la educación sin considerar la historia de sus ideas, supone faltar al compromiso ético con la verdad. Lector de Kant, Herbart va más allá de estas aspiraciones y declara que es la pedagogía la ciencia del arte de la educación. De ahí que, se le conozca como el padre de la pedagogía científica. El mismo Herbart planteará la pregunta, ¿cuál es el contenido de una ciencia? y dirá, una ciencia comprende “un ordenamiento de enunciados, que conforman un conjunto lógico” (Herbart, 2010, p. 59). Por su parte, el objeto de la pedagogía, el arte de la educación como la “suma de destrezas, que deben aunarse, para lograr un cierto propósito” (p. 59), reclama la ciencia para sí, pues “solo aprende el arte aquel que ha aprendido a pensar la ciencia, se la ha apropiado, se rige por ella y ha predeterminado con ella las futuras impresiones que producirá la experiencia” (Herbart, 1946, p. 23). Con el pedagogo alemán, la fundamentación de la pedagogía científica estará en la filosofía y en la psicología. La primera, orientará los fines educativos. La segunda, los medios para alcanzarlos. Desde entonces, como ratifica Ortega y Gasset (Herbart, 1914) en el prólogo de Pedagogía general derivada del fin de la educación, maestro y pedagogo quedan obligados a estrechar sus lazos con la filosofía.

En 1888 los hermanos Luis y Martín Restrepo sostienen el legado de Herbart y difunden en Colombia una concepción de la pedagogía como ciencia de la educación. En Elementos de pedagogía, obra cumbre de los pedagogos antioqueños, se justifica teóricamente por qué la educación, en sentido amplio, es el objeto de estudio de la pedagogía. Aprobada por el gobierno como la mejor de todas las obras que se presentan a la convocatoria nacional de tratados de pedagogía, se entregan ejemplares a todas las Escuelas Normales de la República, incluso, se envían algunos a Ecuador. A partir de ese momento, Elementos de pedagogía es el gran referente teórico de la pedagogía como ciencia en Colombia, no solo para los maestros, sino también para los pedagogos y las familias (Restrepo y Restrepo, 1905). Respecto a Martín Restrepo, escribe Bohórquez-Casallas:

Que Restrepo Mejía fue uno de los más eminentes pedagogos que ha tenido el país, lo dicen no solamente sus numerosas obras escritas para la enseñanza, sino la legión de discípulos que dejó, de los cuales muchos son ornamento de la Patria; que fue el pedagogo por excelencia (…) La obra maestra del señor Restrepo Mejía es “Elementos de Pedagogía”, texto claro, metódico, preciso y profundamente cristiano. La aceptación que tuvo en su época la demuestran los elogios que todos los periódicos, revistas, personajes del más alto relieve intelectual y entidades le hicieron por ese entonces. (1956, pp. 429-430)

Más tarde, Barreto Álvarez (1896), sostiene una concepción de pedagogía como el conjunto de principios que fundamentan la educación. Para el autor, hay una pedagogía científica que se ocupa de los principios para el desarrollo de las facultades humanas, es decir, para el perfeccionamiento del individuo. Y, una pedagogía artificial que se ocupa de los procedimientos prácticos para la enseñanza. Para la época, autores como los referidos, gozan de una autoridad y de un respaldo académico que los legitima para sustentar qué es y de qué se ocupa la pedagogía. De esta manera, en el siglo XIX los fundamentos teóricos que se ofrecen en Colombia para la guía del perfeccionamiento del hombre, derivan consistentes y confiables; es claro que la pedagogía es la teoría de la educación y que esta posee carácter científico. Así pues, en Colombia se cuenta con más de un referente para comprender la pedagogía, los Restrepo y Barreto son grandes olvidados que confirman que la pedagogía es una sola y que sus ambigüedades etimológicas han sido superadas. La duda de su carácter científico se refiere más al desconocimiento histórico que a los problemas de la misma pedagogía.

Pese a lo expuesto, en el siglo XXI ya no se ratifica que la pedagogía sea una ciencia, al menos no en Colombia. Como corolario, actualmente coexisten, no solo de diferentes concepciones sobre pedagogía, sino también, opiniones de tan diversa índole, que algunas llegan a equipararla con las normas de tránsito. Pero, si la pedagogía admite interpretaciones arbitraras, entonces la pedagogía es accesoria y el esfuerzo por teorizarla será siempre estéril. La investigación de Runge-Peña et al. (2018) sobre las concepciones de pedagogía en Colombia de académicos reconocidos, indica que sobresale una actitud adámica. Esto significa que, dichos académicos creen inaugurar el campo de la pedagogía, dado que teorizan de espaldas a su tradición, siendo imposible el intercambio de conocimiento con pares de otras latitudes en torno a problemas comunes. Como se planea en la columna de Al Poniente, La confusión en torno a qué es pedagogía los académicos “nos han eximido de investigar de manera sistemática la tradición pedagógica y, a cambio, nos han entregado una libertad delirante para justificar la persistencia en los errores que ellos mismos han introducido. Entre otros errores, el rechazo por la tradición filosófica en general y la filosofía de la educación en particular” (Hincapié-García, 2021, párr. 6).

El uso amañado del concepto de pedagogía por parte de diferentes figuras sociales que lo restringe a un hacer instruccional o a explicaciones simplificadas sobre alguna cuestión, no solo tiene lugar en programas de televisión, en redes sociales o en entidades gubernamentales sino, propiamente, en los ámbitos educativos. Verbigracia, en el 2024 la Universidad de Antioquia cuenta con un candidato a rector que declara: “vamos a hacer pedagogía en un segundo: ¿qué es déficit? y ¿qué es desfinanciamiento?” Entonces, si en Colombia se comparte la certeza de saber qué es pedagogía, aun cuando se prescinda de fundamentación, entonces, el estado actual de la pedagogía dista de la unidad conceptual que otrora la caracteriza.

Siguiendo al profesor Alexánder Hincapié, conceptos de pedagogía con contenido difuso terminan por confundir la operativización de la pedagogía en el campo profesional. Ayuda imaginar a maestros, pedagogos y académicos ocupados de la educación en sus distintas manifestaciones, careciendo de nociones claras sobre el campo científico del que provienen sus conocimientos ¿Qué esperar de ellos? Ahora bien, con Ballauff (1989), se entiende que la pedagogía no es una ciencia para profesión y que sus principios no fundamentan una ciencia como empresa de servicios. La pedagogía tiene que ver con la profesión del maestro y del pedagogo, pero la pedagogía no existe para que el maestro y el pedagogo tengan una profesión. De hecho, el estudio de su objeto, la educación, no es exclusivo de estas dos profesiones. A pesar de lo dicho, la pedagogía también “hace parte de esas disciplinas científicas complejas que uno no puede concebir si no es en relación con unos campos prácticos” (Cf. Herzog, 2002, como se citó en Runge et al., 2018, pp. 240-241). Es por lo anterior, que se habla de un campo disciplinar, la pedagogía como ciencia y de un campo profesional, la pedagogía objetivada en la praxis educativa. Los pedagogos, los maestros y los académicos dedicados a investigar sobre la educación, hacen parte del campo profesional de la pedagogía y, si se sigue la premisa herbatiana, es deducible que la existencia de estas profesiones reclama el pensar la ciencia, es decir, reclama una fundamentación científica en el campo disciplinar de la pedagogía, aunque no a la inversa.

Por su parte, Luzuriaga (1962) dirá que la acción educativa puede justificarse gracias a la pedagogía como ciencia. Dicho de otro modo, no es la llamada vocación lo que hace al maestro y lo que hace al pedagogo, sino los fundamentos científicos que posean para justificar sus acciones educativas. Aun así, estos fundamentos no les sirven en pleno para tomar las decisiones “adecuadas” en la praxis educativa. Justamente, es el campo profesional y su lógica que, cotejado con el campo disciplinar, esto es, con la ciencia, posibilita al profesional de la pedagogía pensar y tomar decisiones prudentes y justificadas. Si bien, como plantea Scheuerl (1984) “la fundamentación, de una decisión pedagógica demanda juicios teóricos” (p. 79), también, como ha insistido el profesor Andrés Runge, demanda conocimientos in situ. Herbart (1946) nombrará esta relación entre la teoría científica y la praxis educativa, tacto pedagógico. Entiéndase entonces que, la relación no es directa. La lógica del campo profesional de la pedagogía no es un reflejo fiel de la lógica de su campo disciplinar y, no tiene que serlo. Como se dijo, una y otra están relacionadas, pero no es una relación donde la disciplina opera como un conjunto de teorías que orientan, paso a paso y con reglas unívocas, la praxis educativa. La pedagogía o ciencia de la educación no asegura la realización de sus promesas a través del actuar del hombre.

La relación aporética entre la ciencia y la profesión no invalida la existencia de ninguna de las dos. Considérese que la ciencia de la educación no reclama su operativización en la praxis educativa profesional, sin embargo, parte de ciencia de la educación, se operativiza en la praxis educativa. En línea con Ballauff (1989), la profesión del pedagogo y del maestro como formas de esas praxis, son las que reclaman una ciencia o disciplina que fundamente su configuración en las sociedades modernas. La pedagogía como ciencia de la educación aporta fundamentos para la configuración del campo profesional. Cosa distinta, es que se eche mano de esta ciencia para justificar dicha configuración y las decisiones que se toman para lograrla. Sirva como ilustración que, en Colombia se cuenta con facultades de educación, facultades de pedagogía y facultades de ciencias de la educación, y estas, a su vez, cuentan con programas de pregrado y de posgrado con las mismas denominaciones. Si se entiende que la educación está contenida en la pedagogía en tanto es su objeto de indagación, ¿no tendría que sostenerse esta coherencia en su operativización en el campo profesional? No obstante, lejos de guardar coherencia con el campo disciplinar de la pedagogía, la denominación y la fundamentación de facultades y programas que se ocupan de la educación, pareciera ser arbitraria.

Con lo expuesto hasta aquí, podría decirse que la relación entre la pedagogía como campo disciplinar y su operativización en la praxis educativa dentro del campo profesional, no ha de ser una relación que se deba forzar, pero ha de ser una relación que debe existir. Estrecha o no, lo que se espera de dicha relación es que, los principios de la teoría científica y los principios de la realidad educativa funjan, en conjunto, como argumentos para la configuración del campo profesional de la pedagogía en Colombia. Con el convencimiento de que la pedagogía sigue siendo la ciencia que investiga la educación y la formación humana, el sentido de su existencia será ocuparse de la pregunta siempre abierta: ¿por qué ha de educarse el hombre? y reflexionar una y otra vez sobre la respuesta, aunque el acceso a una definitiva esté cerrado. La pedagogía o ciencia de la educación existe porque hay necesidad de ella; su vigencia no depende del capricho epocal del Estado, de las instituciones sociales o del maestro. Y es que, del conjunto de teorías que constituyen a la pedagogía no se puede prescindir, estas facultan al hombre para servirse de su propio entendimiento, de tal manera que cuando se le interpele por la muerte de millones de sus congéneres, pueda esquivar respuestas como: “no solo obedecía órdenes, sino que también obedecía la ley” (Eichmann, como se citó en Arendt, 2003, p. 83).

Si en Colombia todavía se desconfía de la pedagogía como ciencia, entonces en Colombia se precisa, más que nunca, la existencia de programas de pedagogía que reafirmen su carácter científico y que les hagan justicia a los referentes que, históricamente, han coadyuvado a su consolidación: Kant, Herbart y alguna vez en Colombia, los hermanos Restrepo. Los profesionales pedagogos y pedagogas existen y deben seguir existiendo para mantener abierta la pregunta por el hombre y por su necesidad de educación.


Todas las columnas de la autora en este enlace:  https://alponiente.com/author/lmgiraldo/

REFERENCIAS

Ballauff, T. (1989). Pädagogik als Bildungslehre. Schneider Verlag Hohengehren GmbH.

Barreto Álvarez, C. (1896). Tratado de pedagogía. Teórica y práctica. Para los institutores y alumnos-maestros de las Escuelas Normales. La Luz.

Herbart, J. (1946). Ciencia y arte, teoría y práctica. En L. Luzuriaga (Trad.), Antología de Herbart (pp. 17-25). Losada.

Herbart, J. (2010). Teoría y práctica en la pedagogía. Revista Educación y Pedagogía, 1(4), 59-62.

Herbart, J. (1914). Pedagogía general derivada del fin de la educación. Ediciones de la Lectura.

Hincapié- García, A. (4 de octubre de 2021). La confusión en torno a qué es pedagogía. Al Poniente. https://alponiente.com/la-confusion-en-torno-a-que-es-pedagogia/

Kant, I. (2013). Pedagogía. Akal.

Luzuriaga, L. (1962). Pedagogía. Losada.

März, F. (1968). Introducción a la pedagogía. SIGUEME.

Restrepo, L. y Restrepo M. (1905). Elementos de pedagogía. (3ª ed.).  Imprenta Eléctrica.

Runge-Peña, A., Hincapié-García, A., Muñoz-Gaviria, D. & Ospina-Cruz, C. (2018). El campo disciplinar y profesional de la pedagogía en Colombia. Fondo Editorial Universidad Católica de Oriente.

Scheuerl, H. (1984). Sobre la cuestión de la fundamentación de las decisiones pedagógicas. Educación, 30, 95–107.

Laura María Giraldo Urrego

Licenciada en Pedagogía Infantil de la Universidad de Antioquia. Magíster en Investigación Educativa de la Universidad de Alicante, España. Miembro del grupo de investigación GIDEP (Grupo Interdisciplinario de Estudios pedagógicos) de la Universidad de San Buenaventura, Medellín. Profesora de la Universidad de Antioquia. Me interesan como temas, la pedagogía, la infancia, el currículum.

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