Querido Bukele: recuerde que entre broma y broma, la verdad se asoma
Tener a un presidente actualizado no solo en temas de política sino también en tecnología y redes sociales puede resultar un arma de doble filo en un mundo tan “inmediato” como el presente; unas personas lo ven como una desventaja al verse reflejada cierta “perdida de credibilidad” en la toma de medidas en su gobierno; otras personas pueden pensar que la personalidad “moderna” de un mandatario puede ayudar a su cercanía con las nuevas generaciones y que de esta forma, más allá de una figura de autoridad y poder, el mandatario se pueda ver como alguien más cercano a su pueblo o comunidad. A raíz de esto, los gobiernos de múltiples países han dedicado grupos completos de marketing para la debida creación de redes sociales y otros canales de comunicación “fáciles de usar” para informar su gestión durante su mandato y otros avisos de interés nacional e internacional. Esta iniciativa ha tenido resultados positivos en algunos casos y países donde, efectivamente, los jóvenes se han interesado más por la política y han puesto la lupa de manera positiva sobre sus gobernantes. No obstante, el mal manejo que se le puede dar a estos medios masivos de información, pueden resultar más perjudiciales que no crear un canal de comunicación entre los gobernados y el gobernante. Tal es el caso del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien desde sus inicios en la contienda electoral, pasando por su elección, posesión y actual gestión, ha dejado bastante que desear como mandatario, no solo por su dudosa toma de decisiones sino también porque utiliza las redes sociales no solo para informar a sus compatriotas sobre asuntos importantes sino también para darle una respuesta contundente a sus haters.
Nayib Bukele, quien ha ejercido como presidente de El Salvador desde el 2019, ha dado mucho de que hablar en su poco tiempo en el poder. Desde su campaña presidencial, quien se destacó por se una imagen fresca, joven y al parecer, la ficha clave para el cambio en El Salvador, hasta el día de hoy siendo un presidente “carismático” y ¿casi a dos bromas de convertirse en el “verdadero dictador” que todos piensan?
Nayib inició su mandato con el pie derecho, rompiendo con el bipartidismo que ya era parte esencial de la política salvadoreña durante 30 años. La joven democracia de este país estaba viendo nuevos horizontes con la llegada de este millenial al poder, seguramente la corrupción sería derrotada, la tasa de criminalidad disminuiría y, como había prometido en campaña el joven Bukele, se construiría el mejor gobierno en la historia de El Salvador. Lo unico cierto entre tanta promesa en campaña fue el desvanecimiento de la imagen salvadora que se le estaba atribuyendo al joven Nayib. Tarde o temprano este gobernante “sacaría la garra” para demostrar de qué estaba hecho el verdadero superhéroe de El Salvador.
Una vez ganadas las elecciones presidenciales, Bukele inició su gestión con todos los poderes, moviendo una que otra ficha para obtener el debido apoyo a sus planes de gobierno y así tener a todas la gente necesaria de su lado. Sin embargo, lo que sucedió luego fue una de sus primeras “joyitas” con presidente. Ante la negativa de la asamblea por aprobar su plan para combatir la inseguridad en el país, Bukele decidió llamar a sus adeptos a la insurrección para que el “pueblo mandara de una vez por todas” y así El Salvador fuera grande como siempre se deseó. Luego entró a la sede del legislativo junto a sus fuerzas militares para afirmar el poder con el que contaba, por si a alguno no le había quedado claro. Nayib hizo hasta lo imposible, tuvo línea directa con “el de arriba” y, al parecer, Dios le pidió paciencia para conducir a su país por el camino del bien. Aunque su primer acto como autoritario sonara un poco exagerado y melodramático, lo que vendría después para Bukele y su pueblo, sería peor.
¡Enhorabuena! El joven presidente había disminuido el crimen en uno de los países más peligrosos del mundo, pero ¿a qué costo? A punta de chanchullos torcidos, decisiones autoritarias e impartiendo una figura de tirano al que el pueblo debía tenerle miedo. Lo cierto fue que a pesar de la reducción en los casos de homicidios y desapariciones, la ruta para haber llegado a ese logro no había sido la más adecuada y, mucho menos, la legal. Bukele durante campaña y a cambio de apoyo electoral negoció con la histórica pandilla Salvadoreña, Mara Salvatrucha (MS-13), para que prácticamente se dejaran de matar entre si, dejaran de acabar con las vidas de los salvadoreños y él seguro les prometería una vida de rico en los centros penitenciarios. ¿Las tasas de homicidios y crímenes bajaron? Definitivamente. ¿El Salvador estaba experimentando un renacer? Sin duda alguna. ¿Bukele tendría otro plan maquiavélico en mente? Por supuesto.
Su próxima jugadita vendría en términos de la economía. El Salvador quien hasta mediados del 2021 manejada el dólar estadounidense como su moneda oficial, se estaba preparando para su próximo gran paso para el éxito y creciemiento, supuestamente. Bukele propuso e implemento e muy poco tiempo que el Bitcoin se convirtiera en su divisa oficial, al parecer tendría bastantes beneficios como el aumento de la economía salvadoreña y el progreso de todos los sectores del país. Su idea sonaba casi como traída del futuro, su imagen y aprobación incrementó hasta el 96% y todo iba de viento en popa, aún así cuando menos de la mitad de la población entendía “como era la vuelta con el Bitcoin”, pero aún así sonaba “cool” No obstante, una vez entró en curso esta medida, miles de salvadoreños salieron a las calles a protestar, pues la implemntación de esta idea le abriría la puerta a la corrupción que está en constante crecimiento en este país. Además, la idea de por sí estaba mal pensada o moldeada de acuerdo a la necesidades de El Salvador, pues un país con apenas un 33% de acceso a internet y niveles bajos de escolaridad, no debería tener un sistema económico enredado, difícil de entender y, sobretodo, fácil para los “pillos” corruptos.
El chiste más reciente de este comediante que tienen por presidente en ese país, fue cuando múltiples medios empezaron a llamarlo tirano, dictador y otros apodos dignos de alguien como Nayib; su única respuesta, contundente fue autodenominarse “el mejor dictador del mundo mundial” en Twitter, su red social más importante, esta acción acompañada de su negación frente a la despenalización del aborto y el matrimonio de parejas del mismo sexo en El Salvador. Su popularidad sigue intacta, su sentido del humor ha mejorado, aparentemente y, lo más importante, ha sembrado sus pinitos para ser el “dictador más moderno del mundo mundial”.
Por ahora quedan bastantes interrogantes para hacerle al mandatario: ¿Ha pensado presentarse en algún programa de comedia?¿Será el sarcasmo e ironía lo suyo? ¿Dónde podemos descargar el chiste o acaso viene incluido con su plan macabro, desigual y corrupto de gobierno?
Solo queda por decirle al joven presidente: “Querido Bukele: recuerde que entre broma y broma, la verdad se asoma”
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