Navidad de los pobres, ¿qué feliz navidad?

La llegada de esta época navideña nos sumerge en un ambiente de luces destellantes, compras impulsivas y clásicos bailables. Son los momentos más esperados del año, todo es alegría para celebrar la dicha de la Navidad. O se supone que de eso se trata, pues entre el bullicio de las canciones festivas y las decoraciones brillantes, existe una realidad que a menudo queda eclipsada: la navidad de los pobres.

Aquella frase festiva, bailable y bebible que resuena como una melodía ambivalente en las calles haciendo un llamado a la solidaridad y generosidad, pero también evocando las disparidades económicas que persisten en nuestra sociedad, y que bajo el relato musical trata de apaciguar la marcada escasez, precariedad y la lucha diaria por sobrevivir de muchas familias en Medellín y su área metropolitana.

Según Medellín Cómo Vamos (MCV), el 27% de los ciudadanos en Medellín se autoperciben como pobres, y aunque un 39% afirma que su situación económica ha empeorado este año, el 45% sigue siendo optimista sobre el futuro económico de la ciudad. Sin embargo, un cuarto de la población dice tener problemas de salud mental, y un 28% indicó haber tenido dificultades de alimentación. La satisfacción con el espacio público disminuyó, igual que con el acceso a cultura, que cayó un 13%. A esto se le suma que casi 300.000 estudiantes se vieron afectados por problemas infraestructurales en los colegios públicos, y que la percepción de seguridad bajó un 30% desde 2008 hasta la fecha, mostrando así una ciudad que se hace cada vez más hostil.

Aunque todo esto parece urgente, en el informe de percepción de MCV la ciudadanía ve como prioritario el trabajo sobre los jóvenes de los sectores más pobres y sus capacidades para acceder a empleos dignos, yendo totalmente en línea con la segunda necesidad identificada de atención a los hogares en pobreza moderada y extrema, que según la Alcaldía de Medellín, fueron el 29,7% y 7,1% respectivamente.
¿Cómo podemos abrazar plenamente la dicha navideña cuando un considerable porcentaje de nuestros vecinos enfrenta tanto dolor en estas fechas aparentemente felices? Es necesario involucrarnos en los espacios ciudadanos para ser veedores de las decisiones y acciones públicas en pro de nuestra comunidad.

Es entonces un buen momento para reflexionar más allá de la superficie festiva, pensar en el verdadero significado de la felicidad durante estas fechas, y si la brecha entre aquellos que tienen más y aquellos que tienen menos puede ser realmente colmada por el espíritu navideño. Pero la intención no es la de querer amargar la fiesta, sino la de preguntarnos si realmente es para los 850.000 pobres de Medellín una feliz navidad, o una navidad de ahogar la pena. Es esencial cuestionar la autenticidad de la felicidad proclamada en medio de la desigualdad, pues hacernos prósperos en comunidad es hacernos felices, hacernos genuinamente festivos.

Tampoco se trata de reducir el discurso a un asunto de capacidad de compra y consumo, pero sí de bienestar y del acceso a éste. Bienestar es espacio público, bienestar es cultura, bienestar es educación, bienestar es salud, bienestar es seguridad, bienestar es la nevera llena, bienestar son los servicios pagos, bienestar es descansar en familia. Bienestar son los cimientos de la felicidad. Es vivir con dignidad.

Lejos de pretender socavar el espíritu navideño, sino de engrandecer la fiesta sin igual, pero abriendo un diálogo entre el júbilo y la responsabilidad social. Y que cada vez que escuchemos aquella canción recordemos que hay una realidad menos reluciente, pues esa frase no es un eco genuino de la alegría compartida, sino más bien un espejismo de carencia encubierto por la festividad.

Abracemos la dicha que la vida nos ha permitido celebrar. Hagamos de la dignidad nuestro objetivo común, y del bienestar nuestra bandera, y que así la celebración sea entonces con la barriga llena.