Naciones Unidas por los Derechos de los Animales no Humanos

En el marco de los 80 años de las Naciones Unidas, fundada en 1945, es imperativo reflexionar sobre los logros en derechos humanos, como la Declaración Universal que surgió ante los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, persiste un antropocentrismo profundo que ignora el sufrimiento de los animales no humanos, perpetuando el especismo como forma de discriminación.
De ahí que, si bien la Declaración Universal de los Derechos de los Animales fue proclamada por la Liga Internacional de los Derechos del Animal durante un acto en la UNESCO en 1978 —representando un importante avance al afirmar la igualdad ante la vida, prohibir tratar a los animales como objetos, abogar por el fin de experimentos dolorosos y de la explotación en espectáculos, y promover la protección de especies salvajes—, sus efectos han sido mínimos.
Lo menciono ya que su carácter no vinculante y la ausencia de adopción por la ONU la reducen a un mero símbolo, sin integración en agendas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, mientras el especismo capitalista agrava la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y el sufrimiento masivo de animales no humanos en industrias como la ganadería intensiva, lo que se suma a prácticas aberrantes presentadas como tradiciones, como las corridas de toros, las carreras de galgos o el rodeo.
Esta omisión se evidencia también en conflictos armados y desastres naturales, donde la ONU media en violaciones humanas pero ignora a los animales atrapados en guerras o en catástrofes, en las que las respuestas humanitarias coordinadas priorizan a los humanos, dejando a los no humanos a su suerte, lo que reproduce la idea de que, como especie, somos el centro del planeta.
Por lo mismo, es hipocresía hablar de paz y sostenibilidad mientras el especismo institucionalizado persiste. En este aniversario, urge exigir la integración de los principios de 1978 en el derecho internacional, promover tratados contra el maltrato animal y fomentar una educación global basada en la empatía por los animales no humanos, siguiendo el ejemplo de alguien como Jane Goodall, recientemente fallecida.
De lo contrario, estos 80 años de Naciones Unidas serán una reflexión muy limitada, ya que la verdadera paz debe abarcar a todos los seres sintientes en una red interconectada de empatía, justicia y dignidad.

Andrés Kogan Valderrama

Sociólogo
Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable
Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
Con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina
Profesional de la Municipalidad de Ñuñoa
Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social
Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org

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