Multicrisis en la UdeA, ¿y el profesor que gana 75 millones?

Quisiera aclarar que en la presente columna no me dispongo a desentrañar la identidad del profesor o profesora de la Universidad de Antioquia que se gana 75 millones. No me interesa saber quién es o cómo llegó a ser titular de uno de los salarios más altos del Estado -sí, del Estado-. Supongo que él o ella, sobre la base de su propio mérito académico, sumado a un conocimiento excepcional del sistema de puntajes, y, especialmente, con cierto favorecimiento de una legislación arcaica ya derogada, hizo de las suyas para llegar al Olimpo salarial.

Poco importa si es un potencial ganador o ganadora de algún premio nobel, o sí su aporte al conocimiento resulta siendo trascendental para la humanidad, solo es el profesor o profesora que más gana en la UdeA. Un récord -si dicho término es el adecuado- que nadie le quitará.

Mi objetivo en esta columna es más modesto y pasa por desestimar una falacia ridícula que no ha parado de hacer carrera en los últimos meses, incubando la falsa idea de que la crisis financiera que viene hundiendo a la UdeA es solo el resultado del salario multimillonario que ganan sus profesores y profesoras. Nada más absurdo, o si acaso, más alejado de la realidad.

Sin embargo, para algunos incautos o ingenuos que no se han tomado el tiempo necesario para informarse sobre la causa estructural de la crisis -un modelo de financiación legado por la desfasada ley 30 de 1992-, o sobre decisiones administrativas que en las últimas dos décadas priorizaron un crecimiento desbordado sin tener en consideración criterio alguno de sostenibilidad -de ahí que la UdeA sea la universidad con la crisis más protuberante entre el conjunto de universidades públicas-, el hueco financiero obedece al altísimo salario de los profesores.

Para aquellas incautos o ingenuos debo precisar que el profesor o profesora que gana 75 millones es una excepción. Su caso no solo reviste una naturaleza excepcional, sino que además, es único e irrepetible. No representa ni el 0,2% de la planta docente de la UdeA. Así que no puede ser presentado como un paradigma explicativo de la crisis financiera, porque si de temas salariales se trata, según una reciente investigación de la profesora Sandra Duque presentada en el conversatorio Financiación de la Educación Superior Pública se concluye – tras sistematizar información aportada por la Oficina de Asuntos Docentes- que: el 70% de los profesores vinculados gana hasta 11.5 millones; el 17% gana hasta 15 millones; el 8% gana hasta 20 millones; el 4% gana hasta 30 millones, y solo el 1% gana más de 30 millones.

Y dichos porcentajes solo hacen referencia a profesores vinculados tiempo completo o medio tiempo, porque si echamos un vistazo a los profesores ocasionales tiempo completo o medio tiempo, o los de cátedra (lo más precarizados en términos salariales), el rango salarial baja considerablemente. Para los ocasionales el 63% gana hasta 6.3 millones; el 27% gana hasta 8,4 millones; el 8% gana hasta 10.4 millones; y el 2% gana hasta 11.5 millones. Para los de cátedra, mejor ni hablar.

Con fortuna, recientes cambios normativos fijaron topes que impiden que un profesor titular tiempo completo llegué a amasar un salario multimillonario. Eso ya no pasará más. Ni en la UdeA, ni en la Nacional. Porque estoy de acuerdo en que esos salarios no solo resultan escandalosos, sino, abiertamente inmorales.

No hay duda y con esto cierro el asunto: el profesor o profesora que gana 75 millones en la UdeA es único en su tipo. Un caso sui generis en vía de extinción.

Ahora bien, dejando de lado el distractor mediático, considero que el debate debe tomar mayor seriedad y no quedarse en lo escandaloso, ya que si los actores políticos no comprenden la magnitud de una crisis muy sobrediagnosticada, y prefieren quedarse en la superficie -como aquellos honorables diputados que en un reciente debate de control político sacaron a relucir el “argumento” del multimillonario salario de los profesores-, pues la crisis, cada vez más profunda y compleja, no encontrará alternativas sostenibles de solución.

Porque la multicrisis no solo se está llevando por delante la reputación institucional de la UdeA, con todo lo que eso implica, en mayor medida, en relación a sus compromisos y posibilidades con el sistema financiero; además, no ha generado, hasta el momento, la confluencia armónica entre todos los actores que se deberían unir para rescatar al mayor proyecto social y cultural en la historia antioqueña. Una crisis que demanda la unidad entre los diferentes niveles de gobierno -Nacional, Departamental y Distrital-; el Concejo, la Asamblea Departamental, y el Congreso de la República (no solo la bancada antioqueña).

Porque si cada actor jala para su lado, si ganan las agendas personales (incluyendo a quienes al interior de la universidad están jugando a propiciar una desestabilización extrema para así “tumbar” al rector John Jairo Arboleda, como si eso en algo resolviera la crisis), pues la crisis, crónica y estructural, solo se seguirá profundizando.

Parece que mientras unos solo se preocupan en responsabilizar de la crisis al profesor o profesora de los 75 millones -algo patético-; otros solo están actuando como aquellos violinistas que observan el hundimiento del Titanic. Lamentable.

 

 

Fredy Chaverra Colorado

Politólogo, UdeA. Magister en Ciencia Política. Asesor e investigador. Es colaborador de Las2orillas y columnista de los portales LaOrejaRoja y LaOtraVoz.

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