Muchos retos en la paz

“La paz en nuestro país, desafortunadamente, no ha logrado sus fines en plenitud y ha perdido legitimidad. Es más, probablemente nunca la ha tenido, en el sentido de que lastimosamente ganó el NO. Pero gran parte de esa pérdida de la legitimidad ha sido también por culpa misma de aquellos actores que todavía no quieren entregar las armas, que se siguen financiando del narcotráfico y que continúan delinquiendo. Aun así, sigo creyendo en que la paz es posible, pero hay que contrarrestar a quienes insisten en el camino equivocado de las armas y el terror.”


Apreciados lectores, en vacaciones estuve escuchando el podcast del expresidente Juan Manuel Santos, llamado “La historia no contada del proceso de paz”. En dicho podcast, el exmandatario, junto con generales del Ejército Nacional, Altos Comisionados de Paz, periodistas, exguerrilleros y políticos cuentan detalles confidenciales de las negociaciones que, en principio, iban a durar meses y terminaron llevándose 4 años de nuestra historia, 4 años en los que hubo incertidumbre, miedo, terror, mentiras, deslegitimación, pero que terminaron logrando un acuerdo entre la guerrillera más antigua del hemisferio occidental y el Gobierno de la Nación.

Dentro de la historia del proceso de paz aún me duele recordar que en el plebiscito por la paz ganó el “NO” con un 50.23% de los resultados, pero ¿Cómo haberle dicho que no a la paz? Supongo que es porque los opositores pretendían y pretenden la judicialización de aquellas personas que tomaron las armas, como naturalmente debería ser. No obstante, creo que olvidaron que justamente era una negociación y que era preferible que tuvieran lucha política, a tener lucha armada como nuevamente está aconteciendo.

La lucha política, a la hora de negociar, es algo que los insurgentes buscan. Pasó, por ejemplo, en España, cuando el país europeo derrotó a ETA, un grupo armado que buscaba la independencia del País Vasco. Ahora, los exmiembros del grupo terrorista pueden acceder a varios escaños en el Congreso de los Diputados y en el Senado del Reino. Y no, aquello no es premiación, aquello es un ejercicio de ponderación en el que pesa más que accedan por la vía democrática para preservar la vida de todos a seguir una guerra entre el Estado y la insurgencia que afecta a toda una nación. Es decir, en los procesos de paz se sacrifica la punición, evitando así una reacción negativa de los rebeldes, para poder llegar a la verdad, a la justicia transicional, a la reparación y a la reconciliación.

La paz en nuestro país, desafortunadamente, no ha logrado sus fines en plenitud y ha perdido legitimidad. Es más, probablemente nunca la ha tenido, en el sentido de que lastimosamente ganó el NO. Pero gran parte de esa pérdida de la legitimidad ha sido también por culpa misma de aquellos actores que todavía no quieren entregar las armas, que se siguen financiando del narcotráfico y que continúan delinquiendo. Aun así, sigo creyendo en que la paz es posible, pero hay que contrarrestar a quienes insisten en el camino equivocado de las armas y el terror.

Allan Arias Palacios

Estudiante de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro fundador del Grupo de Estudios Constitucionales. Columnista en Al Poniente y en el Blog de la Revista Derecho del Estado, de la Universidad Externado de Colombia. Participante del Modelo Congreso Estudiantil Universitario llevado a cabo en el Congreso de la República, donde pude quedar entre los 10 mejores senadores. Mis pasiones son el liderazgo, la política, la escritura, el futbol y mi país.

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