Momentos de extrañamiento en la Plaza del dios Neptuno

Saludo a los lectores del periódico Al Poniente desde la Plaza de Neptuno en Madrid, España, donde tuve el privilegio de asistir a la celebración de la obtención de la Liga de fútbol española, BBVA, con la afición del Atlético de Madrid, cuyos jugadores se batieron como guerreros en el Camp Nou ante el encopetado Barcelona.

Aproveché mi paso por Madrid para alimentarme de este momento importante del deporte, con el propósito de sumar experiencias para compartir con mis alumnos en mi próximo curso de Marketing del Deporte. Cuando uno se hace a la tarea de armar un curso nunca termina de completarlo, máxime si se trata de una actividad tan dinámica como el marketing y tan renovadora como el deporte.

Sin ser hincha del Atléti, y sacando el sombrero de antropólogo, que algún día quisiera merecer, me puse en la tarea de observar, desde el corazón de la gran masa, su manera de celebrar y su comportamiento social. Acá experimenté el concepto que uno de mis profesores, José Polanco, me enseñó para un ejercicio antropológico: el extrañamiento.

El extrañamiento es lo que sorprende al investigador cuando está inmerso en una comunidad, en el papel de observador, y a la vez participando en un rito, una ceremonia o una celebración como la que nos ocupa.

Quiero compartir con los lectores varios momentos de extrañamiento, que tal vez podrían servir para intentar cambiar algunas costumbres sociales que ameritan ser revisadas en nuestro medio. Quienes vivimos en el mundo de la academia tenemos la obligación de generar reflexiones para que nuestros entornos sociales evolucionen y mejoren, para beneficio de los ciudadanos.

El primer momento de extrañamiento que debo referir a los lectores es que a la celebración asistieron muchas familias completas, algo exótico, por no decir increíble, en nuestro medio. Ver a papás y mamás con hijos de diferentes edades, hasta de brazos, es algo que causa una grata impresión y que indica que hay países, y ciudades, que nos llevan ventaja en comportamiento social por parte de la gente del común. Encontrarse en una plaza con más de doscientas mil personas, fanáticas del club colchonero, el equipo del pueblo en Madrid, y palpar que los niños y las mujeres no corren peligro, es algo que merece la pena pensarse para tratar de emular en nuestras ciudades.

Un segundo momento de extrañamiento fue que en toda la noche no se presentó ninguna pelea entre hinchas. Muchos de los cuales estaban tomándose una cerveza o una sangría española. Los hinchas estaban eufóricos, entonando los cánticos clásicos de su equipo y algunos improvisados reconociendo a los jugadores y al entrenador. Cuando la gente se toma sus copas seguro que muchos se embriagan, pero su comportamiento social tiene un nivel de contención que implica un respeto hacia quienes están compartiendo el entorno de una plaza con una gran masa. Cabe destacar que la policía impedía entrar licor al núcleo central de la masa, por lo cual los hinchas tomaban en la periferia.

Un tercer momento de extrañamiento fue que caminé por todos los rincones de la Plaza del dios Neptuno, con un iPhone y una cámara fotográfica semi-profesional, ampliamente visibles, sin sentir la sensación de que podría perderlas. Uno como viajero va desarrollando una especie de capacidad para sentir cuando en un espacio no debe estar porque podría correr peligro. Cuando terminó el evento caminé unas quince cuadras hacia el hotel, siendo las dos y media de la mañana, con una amplia sensación de tranquilidad.

Un cuarto momento de extrañamiento se presentó a eso de las dos de la madrugada, cuando llegaron unos diez furgones policiales y le dijeron a la gente: “la fiesta ha terminado”. Los hinchas acataron la orden y se dispersaron de manera muy tranquila. Seguramente muchos siguieron la celebración en otros lugares, pero el caso es que no hubo incidentes cuando llegó la policía y dijo “basta”. A renglón seguido llegaron las máquinas de aseo y pusieron orden a las calles llenas de serpentina, vasos y latas de cerveza.

Un quinto momento de extrañamiento se presentó cuando mi antiguo alumno de la Escuela de Minas de la Universidad nacional de Colombia, el ingeniero Bayron Rosero, radicado en Madrid y ya colchonero del alma, me invitó a un bar a ver el partido en compañía de un fanático del Barcelona. Cada uno de ellos hacía fuerza por su equipo preferido y expresaba su euforia en los momentos del partido que lo requerían. Cuando el trámite del clásico evidenció que el Atlético de Madrid iba a ser el campeón, nuestro compañero de mesa, el hincha culé, se despidió tímidamente y se fue a rumiar su derrota en su soledad con “el rabo entre las patas”.

 

Creo que acá hay algunas ideas para que dirigentes deportivos y gobernantes reflexionen, y tal vez para que conjuntamente con la academia diseñen estrategias de construcción de cultura ciudadana. Con la conciencia de que estos son procesos de largo plazo, pero que es mejor comenzarlos temprano que tarde.

 

[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-b-mia.xx.fbcdn.net/hphotos-ash3/t1.0-9/1512389_1429197034004824_2448223768463337392_n.jpg[/author_image] [author_info]Diego Germán Arango Muñoz Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]