Este jueves 19 de noviembre de 2024 se cumplieron mil días del inicio de la operación militar rusa en territorio ucraniano. El conflicto ha llegado, al parecer, a un punto de quiebre, de cara al año 2025 quedan dos vías: una salida dialogada a través de un acuerdo de paz (que pareciera abrirse una puerta con la elección de Donald Trump en los EE. UU.) o el escalamiento del conflicto a nivel regional o mundial. Veamos el estado de la situación.
La guerra, hasta ahora ha dejado alrededor de 100.000 muertos en el ejército ruso y las bajas en el bando ucraniano se estiman por lo menos en 70.000. 10 millones de ucranianos han abandonado sus hogares a causa de la guerra, 6.4 millones son refugiados en el extranjero. Y las víctimas fatales de civiles se estiman en alrededor 20.000 personas.
La Unión Europea ha aportado en ayudas financieras y militares a Ucrania un aproximado de 144.000 millones de euros, mientras que los EE. UU. ha enviado paquetes de asistencia militar por más de 120.000 millones de dólares. A pesar de todo esto, el balance en el campo de batalla para Ucrania no es muy favorable, veamos:
Rusia ha conseguido apoderarse de cuatro provincias del este de Ucrania: Donetsk, Jersón, Lugansk y Zaporiyia. Adicionalmente, también controla la península de Crimea -anexionada en 2014 mediante un referendo-. Y lo cierto es que los avances del ejército ruso no se detienen, cada día distintas fuentes militares reportan nuevos terrenos ganados.
Por su lado el ejército ucraniano se ve cada día más debilitado, no reporta victorias contundentes, tiene serios problemas de logística y está en inferioridad numérica en el campo de batalla. La sorpresiva incursión ucraniana en la provincia rusa de Kursk en agosto de este año, terminó siendo una medida desesperada de Zelensky y sus aliados. Esta campaña militar estaría fracasando, debido a que progresivamente están siendo expulsados por las tropas rusas que están recuperando el control de las áreas invadidas en Kursk.
Hay tres elementos nuevos que serán determinantes en el desenlace de esta guerra en perspectiva al próximo año: la reciente autorización del presidente de los EE. UU. Joe Biden a Ucrania para utilizar misiles de fabricación estadounidense de largo alcance en territorio ruso, la nueva doctrina nuclear de Rusia aprobada por su presidente Vladimir Putin y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca con una posible propuesta para poner fin a esta guerra.
Biden autorizó a Ucrania la utilización de misiles de largo alcance para impactar hasta 300 kilómetros al interior de territorio ruso. Todo indica que el presidente saliente de los Estados Unidos quiere dejar el mundo en vilo en la antesala de una guerra de dimensiones mundiales e incluso nucleares, porque la respuesta de Putin fue firmar y aprobar un decreto en el que da vía libre a la nueva doctrina nuclear de Rusia.
Según esta nueva resolución cualquier ataque que reciba Rusia o sus aliados, que provenga de un país que no posea armamento nuclear, pero que esté siendo apoyado por un Estado potencia nuclear que le suministre armamento, asesoría o asistencia técnica para atacar a Rusia, será considerado como un país que ha entrado en guerra o confrontación directa con Rusia. Por lo tanto, esto convertiría a los EE. UU. los países de la OTAN y la Unión Europea en objetivos militares válidos para el ejército ruso y el presidente Putin que se reserva el derecho a utilizar armas nucleares en respuesta a estas posibles agresiones.
Paradójicamente pareciera que la única salida posible para desescalar la guerra en Ucrania e implementar un plan de paz, depende de Trump y las decisiones que este tome con su llegada a la presidencia el 20 de enero de 2025. El presidente electo ha dicho que quiere acabar rápidamente esta guerra y de hecho expresó que sostuvo una llamada con Putin solicitándole que no escalara la confrontación en el campo de batalla.
Putin ha mostrado prudencia e interés ante la iniciativa de paz de Trump. Y parece estar dispuesto a sentarse a dialogar. Sin embargo, Zelensky sigue manteniendo una actitud bravucona y queriendo prolongar una guerra que le ha sido bastante lucrativa (aun cuando sabe que la llegada de Trump significa un golpe contundente a una de sus fuentes de financiamiento y respaldo internacional).
La clave de la cuestión es si la Unión Europea asumirá todo el peso de la asistencia militar y financiera de Zelensky, y estarían dispuestos a confrontarse de manera directa con Rusia. O si en definitiva tomarán una posición más razonable apoyando la propuesta de paz de Trump y buscando la estabilidad de Europa, concentrando sus esfuerzos económicos y diplomáticos en repotenciar la alicaída Unión Europea.
Comentar