Hace algunos días tras concluir un conversatorio sobre los avances del tercer ciclo en el proceso de paz con el ELN un asistente se me acercó y me preguntó: ¿Por qué esa Mesa de Diálogos sesiona en tantos países si el conflicto se está viviendo es acá en las regiones? La pregunta es más que pertinente y estoy seguro de que no fue formulada con inquina. Así que procedo a responderla en la siguiente columna.
Inicialmente, es importante precisar que este proceso de paz retoma lo que se avanzó en el gobierno de Juan Manuel Santos y se inserta en la lógica de “construir sobre lo construido”; eso sí, con una serie de actualizaciones sustantivas y procedimentales, porque el país no es el mismo del 2017 (cuando se acordó la Agenda de Quito) o se congeló en enero de 2019 cuando Duque decidió suspender unilateralmente la negociación.
Precisamente fue con la llegada del actual gobierno que la Mesa se descongeló, las relaciones diplomáticas con Cuba (donde se encontraba la delegación elena) y Venezuela se reconstruyeron, y en cuestión de semanas, se oficializaron nuevas delegaciones. A ese punto, no cabe duda de que tanto el gobierno como el ELN han buscado que la comunidad internacional sea un actor estratégico que rodeé el proceso; para ello y a instancia de ambas partes, se ha ampliado la cantidad de países garantes y acompañantes.
Los países garantes del proceso son: México, Cuba, Noruega, Venezuela, Chile y Brasil, mientras que los acompañantes son: Estados Unidos, España, Alemania, Suiza y Suecia.
Tanto los países garantes como los acompañantes cumplen un rol diferenciado y específico para dinamizar el proceso, no son propiamente una “tercera parte”, pero su función; por lo general, discreta y a la sombra de cualquier tipo de protagonismo, sí resulta clave para reconstruir confianzas y respaldar, con gestiones logísticas, políticas y económicas, los objetivos procedimentales de la Mesa.
Ahora bien, volviendo a la pregunta inicial; en primera medida, considero que el carácter itinerante de la Mesa responde a la necesidad de afianzar el respaldo de la comunidad internacional, así como para visibilizar la importancia de la salida negociada en un mundo asediado por conflictos armados (algo en lo que ha insistido reiteradamente el secretario general de las Naciones Unidas).
En segunda medida, esa “Mesa viajera” permite ambientar escenarios tempranos y sostenidos de implementación; es decir, apuntalar apoyos logísticos y financieros por parte de la comunidad internacional para que lo que se vaya acordado se convierta en una realidad en los territorios. No es un “Plan Marshall para la paz” como en algún momento dijo Santos, sino una oportunidad para establecer relaciones internacionales que confluyan en la estabilidad del proceso en una eventual fase de implementación.
Algo que tiene mucho más sentido en un proceso de diálogos que se rige con acuerdo parciales y con la máxima: “lo que se vaya acordando, se va implementando”.
Sin embargo, sí resulta pertinente que la Mesa empiece a llegar a los territorios para que no se terminé convirtiendo en un simple adorno de vitrina para la comunidad internacional. El reciente acuerdo sobre la participación de la sociedad podría marcar cierta dirección en ese sentido, ya que el Comité Nacional de Participación (CNP) que se crea como instancia especial y transitoria, contará con una participación activa y paritaria de ambas delegaciones. A lo que se agrega el rol mucho más territorial que ha venido teniendo la gestoría de paz del ELN.
Para algunos, la Mesa debería dejar de lado esa “viajadera” y establecerse en alguna región con presencia determinante del ELN, como Arauca o Chocó; no obstante, esa mirada desconoce la importancia de afianzar un relacionamiento estratégico con la comunidad internacional; la propia historia del ELN en varios de sus fallidos intentos de negociación (desde Caracas hasta Maguncia); y el respaldo internacional que busca el presidente Petro con una de sus principales apuestas de gobierno.
No veo negativo ese carácter itinerante de la Mesa, aunque para equilibrar las cargas y no levantar suspicacias innecesarias, la clave se encuentra en que las partes establezcan mecanismos para que la participación desde las regiones sea activa, propositiva, incluyente, deliberativa, vinculante y eficaz. Ya se están dando los primeros pasos en ese sentido con la creación del CNP. ¿Qué más podemos proponer?
*Desde la Plataforma de seguimiento al proceso de diálogo entre el gobierno y el ELN se pueden encontrar una serie de análisis, columnas, boletines y documentos académicos relacionados con este proceso. Toda esta información se puede consultar en el sitio https://isegoria.udea.edu.co/
Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/fredy-chaverra/
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