“Menos burocracia, procedimientos y papeleos puede significar en tener Estados y empresas más eficientes, con mayores recursos de inversión y más ágiles para tomar decisiones”.
Dice Javier Pascual Salcedo que “la burocracia es el arte de hacer imposible lo posible”, frase con la que no puedo estar más de acuerdo. Lo público y las empresas cuando crecen se llenan de procedimientos y trámites que entorpecen y alargan decisiones o entregables que pueden ser sencillos y fáciles de resolver.
La razón de esa burocracia puede estar sustentada en tener más controles para tener la trazabilidad de que las tareas se realizan debidamente y sin malas prácticas como la corrupción, pero eso a costa de que las decisiones y resoluciones se demoren más de lo corriente.
En lugar de que las decisiones se puedan tomar con agilidad, la burocracia hace que se demoren e incluso como menciona Salcedo, cosas que se pueden realizar de manera sencilla se vuelven utópicas porque los procedimientos muchas veces no apelan al sentido común y plantean situaciones que carecen de toda lógica.
Que muchas startups crezcan exponencialmente se explica porque rompen con los paradigmas de la burocracia y se dedican a hacer, a ejecutar, más que a planear. Están movidos por un sueño que los apasiona. Es lo que plantea de cierta manera Alejandro Salazar Yusti en su planteamiento de “La Estrategia Emergente”.
En el caso de lo público, al menos en lo que se refiere a Colombia, la burocracia tampoco ha servido para frenar la corrupción y mucho menos para tener un Estado eficiente: los poderes y contrapoderes no son ágiles en las decisiones y en la justicia mucho menos. Los casos aquí se demoran varios años en resolverse.
Si hay algo bueno para decir de la burocracia sería el engrosamiento de la planta de personal tanto en lo público como en lo privado, pero eso, a su vez genera que se creen puestos que no son necesarios pero que luego se justifican con procedimientos que no tienen mucho sentido y entorpecen las tareas.
En clase de Ceremonial y Protocolo con el ya fallecido profesor Javier Álvarez, escuché por primera vez la frase “Menos es más” atribuida al arquitecto Mies Van der Rohe, que aplica para muchos aspectos de la vida como lo es el tema de lo público y lo empresarial.
Menos burocracia, procedimientos y papeleos puede significar en tener Estados y empresas más eficientes, con mayores recursos de inversión y más ágiles para tomar decisiones.
Eliminar procedimientos y protocolos también implica un alto grado de confianza en los equipos. Informes o reportes de cosas que antes se hacían con el fin de justificar alguna acción es probable que no se sigan haciendo para enfocarse más en el hacer y en los resultados.
La burocracia es la antítesis del “cómo sí”. En lugar de brindar soluciones y alternativas, pone impedimentos y tramitologías para bloquear cada vez lo que fácil se puede hacer.
En la misma narrativa de los funcionarios permeados por este sistema predomina el “le falta esto o aquello”, “no cumple”, “no está permitido”.
Los que rompen el sistema burocrático siempre, de manera proactiva, agotan todas las opciones para hacer las tareas lo mejor posible, porque entienden que la burocracia, además, es la mutilación del servicio.
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