Como ha sido registrado y documentado ampliamente, los niños, niñas, jóvenes y adolescentes han estado vinculados al conflicto armado de forma directa, reclutados por terroristas, tanto de izquierda, como de derecha. Los menores de edad en el conflicto armado: ¿máquinas de guerra o víctimas?
De una parte, un exministro de Defensa del gobierno de Iván Duque, califica como “máquinas de guerra” a los menores reclutados por los terroristas de las FARC, puesto que los jóvenes “dejan de ser víctimas cuando cometen delitos” y se “convierten en criminales”. Cerca de 30 menores murieron en bombardeos durante el cuatrienio anterior. De otra parte, el actual ministro de Defensa, Iván Velásquez, ordena a las Fuerzas Militares suspender bombardeos a campamentos, en los cuales se tenga certeza sobre la presencia de menores de edad, en la medida que “hay que preservar siempre la vida por encima de la muerte”. El contraste es evidente.
Como ha sido registrado y documentado ampliamente, los niños, niñas, jóvenes y adolescentes han estado vinculados al conflicto armado de forma directa, reclutados por terroristas, tanto de izquierda, como de derecha. Victoria Lugo, de la Universidad de Barcelona, señala que las familias y las comunidades se convierten a su vez en integrantes activos y pasivos, víctimas y victimarios, y en muchos casos, “los niños nacen y crecen, en medio de símbolos que los acercan de una u otra manera a la guerra”.
Por otro lado, algunos sectores de oposición consideran que este tipo de iniciativas tienen una consecuencia negativa que no fue dimensionada por el gobierno, dado que se estaría incentivando a que los terroristas continúen practicando el reclutamiento forzado de menores como carne de cañón. El diario El Espectador publicó la opinión del representante a la Cámara por Bogotá, Andrés Forero, quien señaló que la decisión del gobierno “constituye un incentivo para que estos grupos sigan reclutando a menores de edad, porque los van a utilizar como escudos humanos”.
En su columna semanal en El Tiempo, Juan Lozano, escribió de forma muy precisa que un menor en medio de la guerra es “antes que nada, una víctima de reclutamiento ilegal”. Señalando de igual forma que, “el propósito humanitario de evitar la muerte de menores no se convierta en un estímulo a ese crimen atroz que es el reclutamiento de menores”. El Estado debe actuar contra los violentos; al respecto no existe cuestionamiento desde ningún punto de vista político, filosófico o sociológico.
Dentro de este contexto, surgen varias preguntas válidas: ¿al anunciar este tipo de iniciativas el Estado cede en su capacidad de operaciones? ¿Los niños inmersos en la guerra son víctimas o victimarios? ¿Se otorga una ventaja estratégica para que actores ilegales armados recluten menores? ¿Se trata solo de un cambio en el discurso?
El Consejo de Estado ha sentado su posición. Los menores involucrados en el conflicto, reclutados por grupos al margen de la ley, son víctimas de reclutamiento forzado, y en consecuencia no pueden ser procesados por rebelión. En efecto, en un Estado social de derecho, los niños, niñas y adolescentes reclutados a la fuerza son víctimas que necesitan ser protegidos, incluso, en el desarrollo de acciones armadas contra los grupos terroristas. Si existe información certera y confiable sobre la presencia de menores en campamentos, se suspenderán los bombardeos, pues debe protegerse a la población civil y a las víctimas; se trata del apego y respeto a los derechos humanos. El reto está planteado por el presidente Gustavo Petro, “construir la paz” basados en la doctrina de la “seguridad humana”.
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