MÉXICO 1970
La Jules Rimet se despide
Marcados por la polémica matanza de estudiantes en la plaza de Tlatelolco, los juegos olímpicos de 1968 fueron la “carta de presentación” para que la FIFA eligiera a México como la sede de un campeonato mundial en el que además de participar por primera vez los seleccionados de Marruecos e Israel, tuvo como curiosidades la transmisión de televisión a color para algunas cadenas, la aparición de la pelota con treinta y dos hexágonos blancos y negros (diseñada por Adidas) y la continuación de la tradición de una mascota, que para esta vez sería la figura de un niño con vestidos tradicionales llamado Juanito.
Entre tarjetas y sustituciones
La gran cantidad de lesionados y las múltiples “batallas campales” de los mundiales anteriores, llevaron a la FIFA a optar por un mecanismo disciplinario como las tarjetas amarilla y roja, las cuales, curiosamente, se usaron muy poco durante este campeonato (pocos amonestados y ningún expulsado). No obstante, vale recordar que durante los mundiales anteriores, aunque no existían las tarjetas, el árbitro central del partido tenía la autoridad para expulsar a cualquier jugador de la cancha.
Por otra parte, una novedad más del campeonato sería el sistema de sustitución de jugadores de campo, pues hasta este mundial los cambios no estaban permitidos (solo el arquero podía ser sustituido en caso de lesión). Así entonces, cada escuadra podría realizar 2 cambios por partido, ley que se modificaría años después (1986) cuando se permitiera por parte de la FIFA la realización de una sustitución más.
De la cancha al campo de batalla
El 14 de julio de de 1969 el ejército salvadoreño invadía territorio de Honduras en lo que dio por llamarse la guerra de las 100 horas o lo que algunos, como el famoso reportero polaco Ryszard Kapuściński, denominaron como la “guerra del fútbol”.
Problemáticas territoriales y políticas anti migratorias aplicadas por parte del gobierno de Tegucigalpa en los años 60, fueron algunas de las causas que llevaron al conflicto bélico, sin embargo, meses antes del mundial de fútbol, los seleccionados de ambos países debían enfrentarse en un par de partidos eliminatorios para definir el clasificado por la zona centroamericana. El primer partido en territorio hondureño fue dominado por los locales, mientras que 8 días más tarde el segundo encuentro fue favorable para los salvadoreños, que en su patio ganarían por 3 a 0, obligando a un tercer partido en territorio neutral, pero a su vez generando una conmoción tal que en la capital hondureña se cerraron las fronteras y miles de ciudadanos salvadoreños sufrieron persecución y muerte a manos de desconocidos.
Finalmente, la guerra terminó el 20 de Julio de 1969 dejando un saldo desolador de victimas, una grave situación social en ambos países y un desequilibrio institucional que llevó al Salvador a enfrascarse en una guerra civil entre 1980 y 1992.
Ya en cuestiones de fútbol los salvadoreños accederían al tiquete mundialista tras derrotar por 3 a 2 a su similar de Honduras en un tercer partido de desempate disputado el 27 de julio de 1969 en la ciudad de México.
Semifinales electrizantes
Las semifinales del torneo enfrentaban a dos equipos sudamericanos (Brasil vs Uruguay) y a dos europeos (Italia vs Alemania) entre sí. En el encuentro sudamericano, Brasil tomó revancha de aquel “maracanzo” de 1950 derrotando a los charrúas por marcador de 3 a 1 en un partido que sería recordado más por las maravillosas jugadas de Pelé, que por los 4 goles que habían adornado la tarde. Por otra parte, el partido entre los europeos resultaría ser toda una cátedra de buen fútbol, donde los italianos deberían usar toda su categoría para desempatar un 3 a 3 en el minuto 111 del tiempo suplementario. Fue uno de los mejores partidos de la historia de los mundiales en el que estrellas alemanas como Franz Beckenbauer (quien jugaría los 30 minutos suplementarios con su brazo derecho dislocado y amarrado al cuerpo), Uwe Seeler, Gerd Muller, Sepp Maier se verían cara a cara contra astros italianos como Giacinto Facchetti, Giancarlo De Sisti, Luigi Riva y Roberto Boninsegna.
El campeón se lleva la copa
Con 15 goles y un rendimiento del 100% el seleccionado de Brasil llegaba por cuarta vez a una final de este certamen. Su rival, la escuadra italiana, que desde 1938 no saboreaba las mieles del triunfo mundial, buscaba mejorar su vergonzosa participación (4 años atrás) en el mundial de Inglaterra 66.
Ambos elencos con procesos y formas de juego diferentes, tenían como sueño convertirse en campeones mundiales por tercera vez y llevarse para siempre la mítica Jules Rimet, pues como había quedado estipulado desde 1930 por el mismo Francés Jules Rimet, cuyo trofeo llevaba su nombre, quien ganara el campeonato en tres ocasiones se haría acreedor a conservar dicho trofeo para siempre.
Fue así como los Brasileros tras derrotar en la final a su similar de Italia (4 a 1), conseguirían por tercera vez un título mundial, haciéndose dueños de la tan ansiada copa, que 13 años después (1983) sería hurtada en Río de Janeiro mientras se exponía en la sede de la confederación Brasileña de futbol. El mítico trofeo no sería visto nunca más y la confederación debería conformarse con conservar una simple réplica de aquel hermoso trofeo.
ALEMANIA 1974
En busca del bicampeonato
En plena guerra fría, con una nación dividida y a pesar de haber sido escenario de la masacre de atletas israelíes a manos de fundamentalistas palestinos en las olimpiadas de Munich de 1972, la Alemania occidental recibía el aval para ser la anfitriona de la décima edición de la copa del mundo. Un evento que marcado por ausencias futbolísticas como las de Francia, España, Hungría e Inglaterra, daba la bienvenida por primera vez a selecciones como Haití, Zaire, Australia y la Alemania Democrática que se enfrentaría directamente a su rival político y de patio, la Alemania federal, a la que tan solo le preocupaba la consecución de su segundo título mundial.
Otra vez las reglas
Aunque la serie clasificatoria, el número de participantes (16) y la fase de grupos se mantenían, la segunda ronda del torneo sufriría una variación particular, pues las 8 selecciones calificadas a la instancia final, no jugarían bajo eliminación directa (octavos de final) sino que conformarían 2 grupos que, tras una serie de todos contra todos, darían al primero de cada zona su tiquete directo para la final
Grupo 1
Países Bajos (Holanda)
Brasil
Alemania Democrática
Argentina
Grupo 2
Alemania federal
Polonia
Suecia
Yugoslavia
Hablemos de fútbol
Ya en cuestiones de fútbol, tanto la Alemania democrática (RDA) como la federal (RFA) se verían inmersas en el grupo A, derrotando con facilidad a sus similares de Chile y Australia, y protagonizando un partido emotivo e inédito en el que la selección oriental (RDA) se impondría por marcador de 1 a 0 a la Alemania federal (RFA), adjudicándose además el primer puesto del grupo.
Por otra parte, selecciones como las de Brasil y Argentina no tendrían problema para avanzar a la ronda definitiva, mientras que escuadras como las de Uruguay e Italia, con un papel nuevamente decepcionante, se quedarían eliminadas en la primera ronda del certamen.
Ya en la ronda definitiva, la sorprendente Holanda se revelaría como toda una máquina de buen fútbol al marcar 8 goles en tres partidos y mantener su valla invicta ante rivales del prestigio de Brasil y Argentina. Por su parte en el grupo 2, la Alemania Federal no tendría problema para superar a sus rivales y se clasificaría junto con la llamada “naranja mecánica” (Holanda) para una final que prometía un verdadero espectáculo.
Fue así como el 7 de julio de 1974 el estadio olímpico de Munich sería testigo de un emotivo partido en el que Holandeses y Alemanes dejarían su garra y su buen fútbol en el campo de juego, anunciando así un verdadero campeón; mérito que habría de llevárselo el local que, tras 20 años de sed de gloría, se hacía nuevamente acreedor al campeonato y a la par merecedor de levantar por primera vez el nuevo trofeo del certamen.
Entre mascotas y copas
Continuando con la tradición de las mascotas, los organizadores del certamen alemán incluían esta vez dos niños cuyos vestidos eran la viva representación del uniforme alemán y en cuyas camisetas podían observarse las letras WM y el número 74, que en alemán simbolizaba: Weltmeisterschaft ’74; y que en español quería decir: Campeonato del mundo 74.
Además este certamen sería el primero en recibir al denominado trofeo mundial de la FIFA, el cual reemplazaba a la mítica Jules Rimet y se convertía a partir de ese momento en el símbolo de mayor gloria que cualquier capitán de selección, como Beckenbauer aquel 7 de julio de 1974, estaría orgulloso de levantar.