BRASIL 1950
Todo un Carnaval que terminó en tristeza
Tras 12 años de ausencia futbolística por los avatares de la guerra, el continente americano (Brasil) se aprestaba para ser el anfitrión de un nuevo campeonato que a la par de haber excluido al seleccionado Alemán por decisión de la FIFA, recibía glorias, hasta ese momento ausentes, como Uruguay e Inglaterra (quien sería la gran decepción del torneo), además de un seleccionado italiano feliz por el bicampeonato, pero diezmado y golpeado en su moral futbolística por la muerte de diez de sus máximas figuras (estrellas del club Torino) quienes fallecieran en el recordado accidente aéreo de mayo de 1949, cuando el avión en el que viajaban desde Lisboa se estrellara contra la basílica de Superga cerca de Turín.
Entre las viejas y las nuevas reglas
Aunque el proceso eliminatorio no sufriría modificaciones, la poca concurrencia de seleccionados, 15 en total, obligó a realizar una serie de alteraciones en el formato del torneo, que irían desde una fase eliminatoria de grupos, si grupo podemos llamar al conformado por tan solo 2 selecciones, hasta la constitución de un cuadrangular final en el que se enfrentarían entre sí los líderes de cada grupo, alcanzando la gloria del campeonato aquel que obtuviera la mayor cantidad de puntos.
Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Grupo 4
Brasil España Suecia Uruguay
Yugoslavia Inglaterra Italia Bolivia
Suiza Chile Paraguay
México EE UU
Fase final (cuadrangular)
Uruguay
Brasil
Suecia
España
Curiosidades para no olvidar
* El seleccionado indio, clasificado directamente por el retiro de Birmania de la eliminatoria, se negó a participar del campeonato, pues la exigencia de la FIFA de actuar con botines en el certamen, era desconcertante para un onceno que jugaba descalzo.
* Para este mundial se implementaron por primera vez los números en las camisetas de los jugadores.
* El equipo campeón del certamen levantó un trofeo que en 1946 había sido rebautizado bajo el nombre de Jules Rimet, en honor al ilustre presidente de la FIFA que para aquel año cumplía 25 años en el cargo.
Exceso de confianza
Con la no asistencia Argentina, la decepción inglesa y la pronta eliminación italiana, sólo dos combinados (Brasil y Uruguay) eran los llamados a luchar por el título de campeones de 1950. Tras superar la fase de grupos, más compleja para los brasileros que para los uruguayos, quienes sólo disputarían un partido contra los bolivianos derrotándolos por marcador de 8 a 0, ambos elencos afrontarían un cuadrangular final en el que Brasil cosechaba dos victorias y con tan solo un empate en el partido final contra los charrúas, que habían cedido terreno al igualar con los españoles, haría estallar el grito nacional de campeón.
La suerte parecía echada. Un estadio construido para la ocasión como el Maracaná, cuyo verdadero nombre era el de Jornalista Mario Filho en honor a un cronista carioca, una multitud expectante y un exceso de confianza nacional, que había llevado desde la euforia de acuñar monedas con el nombre de los campeones hasta la exageración de imprimir más de 500.000 camisetas y un poster que proclamaba al onceno Brasilero como campeón del mundo, era poco para describir el ambiente que se vivía en el país horas previas a la gran prueba final.
Para colmo, la prensa carioca, editada un día antes del partido final, parecía tener una confianza extrema, pues los encabezados daban por sentado que Brasil sería el campeón. Pero un día después de la derrota, la prensa, aún estupefacta, titulaba: “La ciudad cerró sus ventanas, se sumergió en el luto. Era como si cada brasileño hubiera perdido al ser más querido. Peor que eso, como si cada brasileño hubiera perdido el honor y la dignidad. Por eso, muchos juraron aquel 16 de julio no volver nunca más a un estadio de fútbol”.
Un sueño derrumbado por un nuevo bicampeón
Al comenzar el partido el optimismo brasilero era desbordante. Un gol del mediocampista Friaca en el minuto 47 era el punto máximo para la efervescencia de una multitud, donde ni el más desconfiado se atrevería a pensar que este triunfo se escaparía.
Sin embargo, no contaban con Obdulio Varela (capitán uruguayo) y una garra charrúa que para la segunda parte del cotejo haría lo impensado, logrando en menos de 15 minutos convertir dos anotaciones que pondrían a festejar a los uruguayos su segundo título mundial y enterrarían cualquier asomo de carnaval.
Entre la memoria y el olvido
Años después, el mundo del fútbol guarda en su memoria aquel 16 de julio de 1950 que no solo para los uruguayos conmemora lo que muchos se dieron por llamar un verdadero “Maracanazo”, sino que además les convertiría en héroes nacionales y trasformaría en villanos a jugadores brasileños como Ademir, quien fuera goleador de aquel campeonato con 9 tantos, cosa que nadie recordaría, y al portero Barbosa de quien se cuenta que una tarde de los años 80 en un mercado de la ciudad, sería “víctima” de las palabras que una madre decía a su chiquillo mientras le señalaba: “Mira hijo, ese es el hombre que hizo llorar a todo Brasil…”