Medios tradicionales y redes sociales

“Existen los medios para comunicarnos, pero aún así, somos reacios a la interacción”.


Es cada vez más evidente el impacto de las redes sociales. Antes Youtube, Facebook y Twitter… Ahora Instagram, Tik Tok y Spotify por solo mencionar algunas de las más visibles. Los medios de comunicación tradicional siguen existiendo pero de alguna manera han mutado en la medida que el formato digital va redefiniendo al antiguo formato de la TV por cable, la radio y el periodismo impreso.

La radio como dispositivo, fue quedando rezagado mientras el internet y los teléfonos inteligentes absorbieron la radiodifusión dejando a un lado, el clásico radio de pila. No obstante, la radio también empezó a digitalizarse, a través del formato del podcast, que le quitó la inmediatez a dicho contenido, haciéndolo asequible en cualquier momento. El periodismo impreso en papel y otros formatos, se ha ido digitalizando, en un deseo por hacer más sostenible su difusión. Y la televisión se ha volcado a los servicios de streaming como Netflix, Amazon o Max. El internet sería el marco en el que los medios tradicionales han ido cambiando, casi mutando a nuevas formas no exentas de dificultades de acceso, como sus predecesores.

El internet y los dispositivos móviles se han vuelto la ventana de los nuevos formatos de la media. Y a pesar de sus costos, no queda duda que los celulares inteligentes se han masificado tanto que existen estadísticas que han superado en número a los humanos. El acceso a la información es ley en nuestros días. El conocimiento o por lo menos, fuentes de conocimiento cultural, científico y tecnológico están a la mano de gran parte de la población. Solo es necesario tener algún grado de visión y motricidad para usar un celular, y convertirse en un seguidor más de las pantallas.

Ni siquiera podemos decir que las redes sociales y los celulares inteligentes son propiedad de una clase media profesional o una clase alta privilegiada. Los celulares se pueden encontrar en todos los estratos, y el escenario de las redes sociales es prácticamente una nueva esfera de interacción social y de cohesión (o des-cohesión). El precio, al no pertenecer a la misma, no es pequeño. Tener un celular inteligente con datos no es un privilegio… es una necesidad.

No sorprende entonces, la epidemia de individualismo y de aislamiento de nuestros días. La interacción, el entretenimiento, la información, y hasta el placer está a la mano (jaja). Incluso, el mercado puede ser resuelto a través de un teléfono celular, internet y una aplicación de domicilios. Podemos amueblar un apartamento, solicitando domicilios, y podemos volvernos más letrados comprando libros por internet, ya sea en Mercado Libre o en Amazon.

Existen los medios para comunicarnos, pero aún así, somos reacios a la interacción. Buscamos el placer de la paz y de la soledad, pero con el tiempo nos damos cuenta que no nos otorga felicidad. Tal vez nos otorgue seguridad y tranquilidad en alguna medida, pero es obvio que no suple todas nuestras necesidades humanas.

Las redes sociales nos han dado una nueva forma de relacionarnos, de interactuar. No me gusta el pesimismo de quienes vaticinan solo frivolidad y ligereza en el contenido de las redes. Y claro, no podemos negar que buena parte de Tik Tok, por ejemplo, se resume en adolescentes haciendo bromas y retos; no obstante creo que en las redes subsiste un enorme potencial para la discusión, el aprendizaje y la percepción de la opinión pública, con las limitaciones de esa palabra.

Ahora me causa mucho interés la situación de una red social como Tik Tok que a todas leguas empieza por posicionarse en el mercado del tráfico en redes con más de un billón de usuario activos. Antes, parecía una red social orientada a adolescentes y población joven, cargada de contenido solo para entretener y divertir. Ahora, sin perder dicho matiz, ha  incorporado otros contenidos y otros públicos. Negocios, información política, información científica, por mencionar algunos. Ya no es exclusividad de los adolescentes.

Tendremos que estar atentos a los años venideros, ver el rol que tendrán las redes sociales. No queda más que seguir mirando y rogar que la pantalla no nos devore mucho tiempo y vida en placeres efímeros, y contenido que tal vez pueda quedar en el olvido.

 

Camilo A. Vargas

Sociólogo de la Universidad de Antioquia. Actualmente, residiendo en Nueva Zelanda

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