¿Medios tradicionales o Influencers? Prefiero un mejor periodismo

En medio de la crisis global que viven los otrora medios masivos, emergen nuevas y eficientes alternativas de comunicación por medio de los llamados influenciadores o “influencers” sujetos que se convirtieron en canales digitales más potentes que muchas marcas de medios y por ende una opción para ejercer la comunicación pública con mayor sintonía e impacto frente a las audiencias entre 10 y 29 años de edad, muchos de ellos distantes de la radio, prensa y televisión o los canales tradicionales y más interesados en esta comunicación directa, a la carta e incluso sin censuras.

A partir de un debate sobre la contratación de un grupo de influenciadores simpatizantes al gobierno del presidente de Colombia Gustavo Petro, escuché una entrevista en Blu Radio donde el periodista Néstor Morales confronta a Yo soy Wally un reconocido youtuber simpatizante del gobierno quien afirmaba ser su competencia en el mercado de medios, mientras el director de esa emisora afirmaba que ninguno de ellos era competencia de su estación radial.

Néstor Morales refleja la voz de muchos nostálgicos del periodismo que aun creen en receptores, piensan que hay medios masivos o consideran que la censura mediática es válida, en contraste con un mundo 2024 de audiencias prosumidoras que no consumen medios tradicionales, tienen otros códigos y les gusta coproducir sus propios contenidos en permanente interacción sobre la base de menos temas vedados e incluso aquellos asuntos relacionados con la sexualidad o la vida intima ya florecen con naturalidad y sin contención en muchos canales digitales y mediáticos sin que la censura o morronguería de algunos dueños de la moral pública, salgan a ponerles una “sábana en sus genitales”.

Desconocer los indicadores de audiencia de Yo soy Wally es negar sus miles de seguidores atentos a cada emisión del programa de la “ballena” en YouTube como pasa con decenas de influenciadores políticos de todos los matices y para todos los gustos, es desconocer que el periodismo o cambia a las buenas, o cambia a las malas y que son las audiencias desde sus necesidades, gustos e inclinaciones las que van definiendo cuales son los contenidos que quieren consumir, tienen audiencia y por ende son plataformas sostenibles.

Para nadie es un secreto que las grandes empresas informativas pierden miles de lectores, espectadores, cibernautas u oyentes a la par con millones de pesos en pauta publicitaria en todos los formatos, como lo revela un trabajo reciente de investigación de Alessandro Baricco y Andrés Lombana de la Universidad Javeriana: “Los medios de comunicación están en crisis. En crisis financiera, de reputación, de credibilidad y pérdida de audiencias. La imagen de la prensa ha caído y la gente prefiere informarse por Internet y no a través de medios tradicionales” razón y cifras que reflejan varias encuestas sobre consumo de medios y que no niega Asomedios, ante lo cual muchas agencias y clientes hoy diseñan sus planes de medios incluyendo plataformas digitales alternativas, influenciadores, validadores y otros canales del ecosistema digital y de mensajería que -aparte de ser mas eficaces- son más eficientes en la tasa de retorno.

No me gusta el periodismo que hacen Morales o Wally, porque ambos generan los dos grandes males que se han convertido en un suicidio lento para el periodismo: polarización y desinformación basados en contenidos tendenciosos, sesgados, con intereses por un sector del poder y que poco aportan a la calidad de vida y ese contrapoder necesario del lado del ciudadano.

La pregunta sobre los influenciadores contratados con dineros públicos no tiene que llevarnos a discriminarlos sobre la supuesta superioridad de los medios tradicionales, pues unos y otros se extinguirán en el futuro y quedará en la superficie el verdadero reto: audiencias ávidas de contenidos para mejorar su bienestar y eso solo se puede lograr con una mejor calidad de la información, con menos noticias falsas, menos engaño y más equilibrio -nada de objetividad porque eso desde los humanos es inviable- pero si al menos un poco más de realidad desde la riqueza de una investigación que nos permita tener elementos para entender la realidad que supera el caos o el show en busca de raiting o seguidores.

Miguel Jaramillo Luján

Magíster en Gobierno de la Universidad EAFIT; Máster Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, España y Licenciado en Comunicación y Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB).

Autor del libro Marca Poder, el Poder como Marca editado por Planeta. Elegido, por segunda vez consecutiva (2019 y 2020), entre las 100 personas más influyentes de la política en América Latina por la Revista Washington Compol. Ganador del Napolitan Victory 2020 y 2021 a campaña regional del año, mejor campaña de gobierno en 2018 y nominado a campaña del año en 2021. Ganador en los Premios Innopolítica 2021 a mejor campaña municipal, mejor campaña a cargo legislativo y mejor campaña a organismo de control. Ganador de 5 premios de la Asociación Colombiana de Consultores Políticos Acopol 2019 y 2020.

En España, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Perú, México y Colombia ha laborado como consultor, estratega, docente y asesor. Entrenador de equipos de gobierno en varios lugares del continente, con líderes y gobernantes que han sido elegidos como los más populares en sus territorios por firmas globales de investigación como Invamer Gallup y Yan Haz.

Docente universitario y conferencista en varios eventos internacionales sobre gobierno, políticas públicas, marketing, imagen y comunicación. Director y Ancor de www.jaramillolujan.com y del portal de formación www.marketingpoliticoygobierno.com premiado por el gremio de la consultoría política en 2020 y como Blog Político del año en los Napolitan Victory Awards 2021.

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