Medellín es un paciente con una enfermedad crónica respiratoria, se asfixia lentamente todos los días y en las calles ya es usual preguntarse “¿es neblina o contaminación?”. Y como buen paciente del Sistema de Salud de Colombia se le atiende cuando está muy grave, casi agonizando y con medicinas que funcionan momentáneamente. Cuando se cree que está bien vuelve y recae y le toca esperar a que alguien haga algo o conformarse con la idea de que con el tiempo se va a mejorar por sí solo.
La calidad del aire se agudiza con el pasar del tiempo, los trajines del día a día y el acelerado crecimiento urbano. Las consecuencias de todo esto son claras: muertes prematuras, nuevos casos de bronquitis crónica, hospitalizaciones frecuentes y el ya conocido “cuadro viral” que aparece como diagnóstico médico en las incapacidades que se entregan a los departamentos de recursos humanos de las empresas.
Pero todo este drama no para ahí, también existe una alerta preocupante y apunta a que la juventud de Medellín, al igual que su ciudad, se enferma ante nuestros ojos: Los jóvenes se están enfermando de muchas cosas: deben lidiar con la violencia, los problemas de salud mental y asociados al consumo de drogas, así como las afectaciones asociadas a la imposibilidad de encontrar un trabajo en el que se pague lo justo por haber pasado años en una institución de educación superior.
Ahora bien, si es la juventud esa enfermedad que se cura con los años, también es claro que esa enfermedad puede salvarnos: Hay jóvenes enfermos por ayudar a cuidar el planeta; estos jóvenes enfermos con ideas retorcidas como dejar de utilizar bolsas plásticas cuando van de compras; jóvenes tan enfermos que prefieren reutilizar sus desechos y hacer de ellos una obra de arte; tan llenos de esa enfermedad que se hace llamar “pensar en los otros y en el entorno con el que se convive”, que movilizan ideas de transformación de ciudad y contagian a cientos de otros jóvenes más. Ideas frescas aquí y allá que quizás tildan de locas o enfermas por no dejar que los problemas sigan su curso natural en la vida.
Por ejemplo, una de esas tantas ideas de cambio en la ciudad lleva por nombre Jóvenes y ODS. Es una iniciativa totalmente genuina y aterrizada que nace en el 2017 con cuatro jóvenes que proyectan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (objetivos adoptados por líderes mundiales y la Organización de las Naciones Unidas en septiembre del 2015) apoyados por la Secretaría de la Juventud de la Alcaldía de Medellín, el Teatro Pablo Tobón Uribe y los aliados de Antioquia Sostenible. La iniciativa pretende combinar el arte, la cultura y el debate llevados a otro nivel en Medellín, con un plus bastante interesante y diferenciador; darle voz a los jóvenes que lideran iniciativas ciudadanas enfocadas precisamente en este conjunto de objetivos globales que buscan asegurar la prosperidad para todos y una convivencia sana y sostenible entre los habitantes del planeta.
La idea de Jóvenes y ODS es entonces trabajar en pro de la sociedad, con base a ocho retos ciudadanos identificados luego de un primer encuentro en el 2017, entre los que hay unos en particular que le hacen bastante bien a Medellín: la calidad del aire y la sostenibilidad ambiental.
Hacer eventos de visibilización en toda la capital antioqueña, en la que se les otorgue a los ciudadanos de a pie las herramientas necesarias para ser agentes activos en asuntos de transformación social, y ponerle un fin a esta problemática ambiental que hoy por hoy agobia tanto a nuestra ciudad, es la meta principal de muchos proyectos; como por ejemplo el Pacto Joven por la calidad del aire SéO2 que se firmó hace pocos días, que hizo eco y que se esparció por muchos lugares del Valle de Aburrá más rápido que los agentes tóxicos que carga ese aire sofocante y prácticamente asmático, y se multiplicó entre la ciudadanía como parte de la medicina que necesitan estos pacientes en estado crítico.
Así pues, parece que los pacientes en cuidados intensivos tienen posibilidades de salvarse y toda su recuperación ocurre desde adentro, desde las pequeñas acciones que suman una gran solución y en donde hacerse el indiferente poco aporta a la mejoría de esta ciudad que clama aire puro para respirar.