“Esta es la ciudad del silencio, la clínica, la ciudad de los planos futuros, de la ilegalidad, la cultura vengativa, donde nos acostumbramos a que nos roben, donde solo miramos la paja en el ojo ajeno, donde no nos gusta que hablen mal de nosotros”
Medellín, la ciudad de la innovación no ha cambiado desde 1890 cuando era la Villa de Medellín y, se comienza a pensar cómo esa imagen de la sociedad que la élite ha configurado. El relato de Fernando Botero en su libro “Medellín 1890-1950: historia urbana y juego de intereses”, es una excelente descripción del imaginario de ciudad y de ciudadanos que el poder siempre ha querido de la ciudad y, así la ha creado.
Una ciudad de ciudadanos conservadores, que quieren de ella un modelo clínico, el “orden y libertad” de los conservadores, la tacita de plata donde todos ordenan o esconden para aparentar estar bien o verse bien; esa Medellín “berraca y pujante” que hace lo que sea por conseguir lo que quiere. Una ciudad leguleya, que aplaude la ilegalidad legitimando a “los muchachos” para que cuiden sus casas, sus carros, sus barrios; por ello se sienten encantados con el modelo de Federico Gutiérrez, un modelo de persecución a los vándalos, pero que se olvida de la inversión social, por el afán pasional de hacer “pagar” al otro lo que hizo, así se encuentran envueltos en el discurso de Campuzano que alude a la ley del talión, porque sangre con sangre se paga.
Me disculpo por la generalización, pero es difícil decir que unos no lo somos y otros sí. En este caso, debo referirme a toda una ciudadanía, que refleja su ideología (no muy diferente a lo expuesto): el Concejo de Medellín compuesto en su mayoría por el Centro Democrático, las votaciones parlamentarias han sido por el CD, al igual que las presidenciales.
Al conversar con los ciudadanos de a pie, están de acuerdo con ese modelo vengativo y paramilitar que tanto ha expuesto la historia de la ciudad y, que hoy se ve en los discursos políticos (aunque cuidando la palabra pues ya son legales). Antes de los comicios presidenciales, amas de casa expresaban que Duque es quien limpiará el país ¿Ya saben qué es limpiar? Y no se trata de barrer y planchar. En la jerga del paisa, la limpieza es “limpieza social”, “lo que no sirve que no estorbe”, “si no está conmigo, está contra mí”, en resumen: elimínelo.
Es difícil compartir una ciudad regionalista, donde creen que lo único bueno es lo que aquí pasa, pero cuando sucede algo incorrecto todos lo callan, porque nadie debería dar cuenta de que estamos mal porque “los trapos sucios se lavan en casa”.
Esta es la ciudad del silencio, la clínica, la ciudad de los planos futuros, de la ilegalidad, la cultura vengativa, donde nos acostumbramos a que nos roben, donde solo miramos la paja en el ojo ajeno, donde no nos gusta que hablen mal de nosotros, donde aplaudimos la criminalidad desde las minucias, pero no las reconocemos porque todo el tiempo se justifican. Esta es la ciudad de la derecha y que va a la derecha, por la sombrita, porque siempre se acomoda.
@paladardelimon