Medellín es una ciudad que en las últimas décadas ha tenido un crecimiento exponencial, producto de una economía pujante, de una industria que se reinventa para afrontar los retos de la economía global y también debido a un crecimiento de la población que reconfigura la manera en que nos relacionamos con el entorno.
La rapidez con la que ha venido ocurriendo este fenómeno, ha dejado a las administraciones en jaque, pues la planeación se queda corta en relación a la realidad, por lo que se puede observar que en algunas partes de la ciudad el desarrollo no es armónico y no es consecuente con las disposiciones de las autoridades.
Esto nos deja profundos retos en diferentes aspectos: movilidad, eficiencia energética, vivienda, desarrollo económico, medio ambiente, conectividad, servicios públicos, etc., ya que la Medellín de hoy, no es la misma que se planeó hace 50 años y tampoco resulta eficiente pensar a la ciudad cada cuatrienio, pues si no nos adelantamos al crecimiento urbano, la densificación y la demanda que eso implica en materia de servicios públicos esenciales, nos podríamos quedar estancados.
Es por esta razón que tanto en medios de comunicación como en el recinto del Concejo de Medellín, he insistido en la necesidad de tener una visión a largo plazo, teniendo en cuenta que hoy en día, gracias a las TIC’s y las nuevas dinámicas sociales, esa planeación se debe encarrilar para que seamos una ciudad inteligente, bajo los preceptos de eficiencia, sostenibilidad, competitividad y desarrollo y planificación urbana.
Medellín 2050 debe ser un proyecto de ciudad que nos ayuden a centrar nuestros recursos en satisfacer las necesidades básicas insatisfechas y que al mismo nos catapulte a ser una ciudad de categoría mundial, con oportunidades para todos, donde la triada Universidad-Empresa-Estado sea eje central de la toma de decisiones y ejerza un constante monitoreo para adelantarnos a los cambios que nos demanda un mundo cada vez más globalizado y competitivo.
Necesitamos soñar con esa Medellín Inteligente al 2050, pero no se trata de solo soñar, sino de empezar a construir sobre lo construido, llegar a consensos y sentarnos a planificar, no desde el escritorio sino desde el territorio, para entender las verdaderas necesidades de las comunidades y de los sectores que hacen de nuestra ciudad una gran urbe pujante y echada pa’lante.
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