El Metro de Medellín fue inaugurado el 30 de noviembre de 1995 -o sea hace más de 20 años- y al día de hoy sigue sin ser una solución real de transporte público para personas con movilidad reducida (PMR).
En el 2006 -en un infructuoso y costoso intento por satisfacer dicha necesidad- el Metro instaló unas plataformas salva escaleras, conocidas en inglés como Stairlift, pero estas han servido más como escudo legal y social que como solución a la falta de inclusión que genera no poder hacer uso las PMR del sistema de trenes.
Las plataformas tienen varios problemas. El primero es que constantemente están descargadas porque su sistema, al ser móvil, funciona a baterías, no siendo posible utilizarlas.
El segundo, es que no cumplen con las especificaciones técnicas que indican. Según una calcomanía que está pegada en las mismas plataformas, estas soportan 230 kilos de carga, pero en más de una ocasión personas que usamos sillas de ruedas eléctricas hemos visto que las plataformas no son capaces de operar por el peso. Y lo peor es que hay algunos funcionarios -minoría porque en general todos son muy amables- que son descarados y aducen torpemente que es culpa del usuario. Me ha pasado, mi silla pesa 80 kilos y yo máximo 60, juntos 140 kilos, pero la plataforma como vulgarmente decimos: se purga, y no falta el que le dice a uno que la culpa es de la silla de ruedas, ¡como si tuviéramos otra opción!
El tercer problema es que son demasiado lentas. El tiempo que se pierde en su uso es excesivo, pues por viaje un usuario con movilidad reducida debe usar 4 plataformas y en promedio estas demoran 5 minutos cada una en desplazarse sobre las escalas. O sea, en promedio 20 minutos exclusivamente montando en plataformas cada viaje. Si la suerte está en su contra puede encontrar las plataformas en los extremos contrarios a donde usted está, duplicando el tiempo a 40 minutos.
Si usted viaja ida y regreso, como normalmente hace quien usa el Metro para ir a trabajar, estudiar, etcétera, pueden tomarse entre 40 y 80 minutos diarios. Si usted viaja 5 días a la semana -de lunes a viernes- son entre 200 y 400 minutos por semana. Al mes, con un promedio de 4,5 semanas por meses, son entre 900 y 1800 minutos. Es decir, una PMR puede gastarse entre 15 y 30 horas por mes montando únicamente en plataformas del Metro ¿Qué piensa el Metro, sus directivos e ingenieros, que el tiempo de las personas con movilidad reducida no tiene valor? Mínimo son 15 horas al mes montando plataformas, eso equivale a dos días de trabajo.
A modo de anécdota: un día me tocó esperar 20 minutos porque en el mismo metro venían dos señoras de edad que necesitaban usar también la plataforma. Fue tanto el tiempo que alcanzaron a llegar dos metros más, al segundo me provocó tirármele.
El cuarto problema es que las plataformas constantemente están dañadas. El Metro trata de justificar que esto se debe al mal uso que hacen los usuarios de ellas, pero ese un argumento parcialmente verdadero. Si bien es cierto que algunos usuarios no operan adecuadamente las plataformas, intuyo que se debe en mayor medida a la falta de un mantenimiento adecuado y a que las plataformas no están pensadas para un uso tan exhaustivo como el que requiere un sistema de transporte público metropolitano.
En una ocasión llamé al Metro desde mi casa para preguntar si las plataformas que necesitaba usar estaban funcionando, me confirmaron que todas las que necesitaba funcionaban. Parecía un chiste, la primera estaba mala. ¿Se dañó mientras llegué? No creo. Simplemente no son rigurosos en el cuidado de las mismas. Me tocó devolverme para mi casa, no pude hacer lo que necesitaba.
La razón entonces por la que al día de hoy el Metro de Medellín sigue sin ser una solución real de transporte público para personas con movilidad reducida es que las plataformas que se supone proveen dicha solución casi que por diseño están destinadas a no funcionar, generando un problema mayor: que el sistema parezca accesible, cuando en realidad no lo es, dejando el problema y evitando posibles soluciones.
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