“Necesitamos líderes, que entiendan que es más importante la gestión de los recursos que las encuestas de popularidad, que gobiernen desde lo correctamente planeado y no desde la inmediatez, que sean íntegros y perseverantes, ¡¡¡que sean para el pueblo!!!”
La crisis mundial generada por el COVID-19, nos ha permitido como sociedad descubrir innumerables facetas tanto a nivel personal como colectivo: La solidaridad, la creatividad, la resiliencia, la capacidad de reinventarnos, el autocuidado, entre otras. Sin embargo, también nos ha puesto en evidencia las falencias que tenemos en el manejo de las situaciones de crisis, especialmente en cabeza de nuestros dirigentes; y es tal los despropósitos a nivel gerencial que hemos podido evidenciar en el manejo de la crisis, que surge la postura de que necesitamos más gerentes y menos políticos.
Un político que quiera ser un buen gerente en estos tiempos de crisis tiene como virtud fundamental ejercer un liderazgo transformacional, un liderazgo mediante el cual basado en la ética y la moral, permita que aquellos a quienes gobierna vean, en él o ella, un claro ejemplo de honestidad y respeto por lo que se hace. Es increíble, que en momentos donde los recursos deben ser invertidos con el mayor cuidado y celo posible, existan alcaldes y gobernadores procesados por malversación de fondos, que aprovechen la crisis para entregar contratos sin el cumplimiento de los requisitos mínimos, que promuevan el aislamiento, pero ni ellos ni sus familiares los cumplen, que busquen protagonismos y réditos electorales. Es en este punto donde me pregunto: ¿Qué clase de líderes estamos eligiendo?
Un buen Gerente se destaca por la conformación y desarrollo de equipos de alto impacto, y no deja de sorprender que en Colombia en menos de 6 meses ya tengamos renuncias y remoción de secretarios de alcaldías y gobernaciones. Un buen Gerente, es líder en la toma de decisiones y direccionamiento estratégico, y no deja de sorprender que tengamos planes de desarrollo tan vacíos y faltos de las realidades por las que hoy atravesamos, faltos de visión estratégica y prospectiva, en muchos casos llenos de demagogia y populismo, que lo único que hacen es ganar aplausos momentáneos pero que condenan el futuro antes las propuestas inviables o faltas de objetividad. Necesitamos líderes, que entiendan que es más importante la gestión de los recursos que las encuestas de popularidad, que gobiernen desde lo correctamente planeado y no desde la inmediatez, que sean íntegros y perseverantes, ¡¡¡que sean para el pueblo!!!.
En este punto es donde nos damos cuenta de que no todo buen político es buen gerente, muchos son excelentes en su labor de hacer control político y es necesario para la democracia, pero cuando llegan al poder, la administración y la gerencia se les vuelve un mundo incontrolable, del que solo salen con la manipulación de la información ante un pueblo que emociona con aquellos que dirigen desde las redes sociales y olvidan el norte de su función.
Qué más quisiera que cada uno de nuestros dirigentes aplicara aquello que Kant plantea en su ensayo sobre lo bello y lo sublime: “…que cada uno de tus actos, sea digno de convertirse en un bello recuerdo”. Que cada político, se acordara de esta frase cada vez que piense en cometer algún ilícito o tomar decisiones en contravía de los intereses de su comunidad.
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