Abordar los asuntos de espacio público siempre ha sido un asunto complejo, la actual Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia han decidido meterle el diente al tema. Para “recuperarlo”, han apuntado todos sus esfuerzos contra la delincuencia y el consumo de sustancia recreativas, asociando indiscriminadamente estas temáticas. Por un lado el Alcalde Gutiérrez ha dicho que se implementará un política pública en contra del alcohol en diferentes fases; una primera educativa y otra de tipo coercitiva – sanción pecuniaria –, por otro lado el Gobernador Pérez ha decidido pasar a la acción directamente, multando cualquier persona que use sustancias ilegales en dichos lugares, y a su vez afirmó que se publicaran la lista de morosos con el concepto respectivo.
Ahora bien, algunos colectivos de la ciudad han alzado su voz en contra de las medidas que están próximas a ser implementadas. argumentan que el consumo del alcohol y/o alguna sustancia ilegal, no convierten a sus consumidores en delincuentes, lo cual es absolutamente cierto.
¿Quién tiene la razón en este rifirrafe? Pues bien, hay un hecho irrefutable y es que el espacio público de la ciudad necesita urgentemente un intervención, eso es bastante claro, sin embargo, hay una lista gigante de problemáticas que deben ser tratadas con toda seriedad y rigor para convertir estos espacios en lugares vibrantes y que sean una verdadera herramienta de transformación social, pero al parecer simplemente estamos de nuevo ante los vetustos modelos represivos.
Si bien, el consumo de licor y otras sustancias en espacios públicos deben tener un tipo de regulación, esta no debe recaer en modelos coercitivos, sino más bien en la autorregulación de un ciudadano libre que pertenece a una sociedad democrática, donde la orbita de libertad le pertenece al individuo y esta no está bajo potestad del aparato estatal, por tanto dichas medidas ¡perdónenme compañeros! No tienen nada de loable, es una inmiscusión inaceptable y una presunción grotesca que el ciudadano no tiene por que soportar. Dicho esto, hay que recordarle a las administraciones del departamento y la ciudad, que los espacios públicos siempre están dotados de un contenido social que refleja a la misma sociedad; más allá de las clasificaciones caprichosas y en muchos casos infantiles que sobre ellos se quieran hacer.
Las medidas coercitivas, lejos de brindar una solución real nos llevan al otro extremo de un mal uso del espacio, por ejemplo, poner policías a que nos vigilen como niños- teniendo en cuenta todas las falencias innegables de esta institución que por años se ha caracterizado más por su carácter represivo que civil – no es una verdadera solución que permita dinamizar el uso ciudadano, más bien, su presencia puede generar en varios segmentos sociales sensación de inseguridad y exclusión, pues a su vez es innegable que en muchos casos agentes de esta institución actúan deliberadamente de una forma lombrosiana (por la cual se identificaba un delincuente basado en sus características físicas), amén de la falta de formación de muchos de ellos para interactuar de una forma adecuada con la sociedad.
Los habitantes de la ciudad no tiene por que soportar las mediocres y populistas soluciones que los gobernantes de turno formulan, la vieja receta de vender miedo debería ser un asunto sobre el que deberíamos tomar más conciencia ¿acaso la administración nos tiene en tan baja estima? Otro tipo de soluciones son posibles y como sociedad las merecemos, un ejemplo paradigmático de todo ello es Ciudad del Río, un espacio excitante donde conviven de forma armónica; familias, ancianos y jóvenes, y donde el uso de el alcohol y marihuana son integradas por todos los actores y se lleva a cabo de forma auto – regulada, lo que demuestra claramente que el tema del espacio público no se soluciona con prohibición, reitero, se soluciona con contenido.
Alcalde y Gobernador, llenemos de contenido artístico, cultural, paisajístico y lúdico los espacios públicos para verdaderamente recuperarlos, basta ya de ese insensato modelo coercitivo, convirtamos su recuperación en una verdadera oportunidad de tolerancia, respeto y civismo, ¡nos lo merecemos!
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