Marchar no es violencia

Hace menos de un mes se publicó una noticia sobre llamado a juicio al exdirector del Esmad, Fabián Mauricio Infante, quien es sindicado por la Fiscalía de haber encubierto el homicidio del menor Nicolás Neira de 15 años ocurrido el 1º de mayo de 2005[1]. Nicolás fue asesinado luego de que un miembro del Esmad disparara su trufly — el arma lanzadora de gas que usa el Esmad — contra el menor. A pesar de que miembros de este escuadrón declararon en un primer momento frente a la SIJIN que “(…) el menor de edad se tropezó y se golpeó con un bolardo en la cabeza”[2], en el expediente de Medicina Legal se describe sobre sus lesiones “(…) Trauma en tejidos blandos. Escoriaciones en extremidades superiores. Traumas por los golpes de los bolillos. Crisis convulsivas. Herida de dos centímetros en la región occipital de la cabeza. Edema cerebral. Contusión cerebral por trauma craneoencefálico…”[3].

El Esmad fue creado en 1999 durante el gobierno de Andrés Pastrana, y a pesar de ser creado como una fuerza policial disuasiva sin duda es un escuadrón que ha sabido desbordarse de violencia en estas dos últimas décadas.

El caso de Nicolás no ha sido el único. El 8 de marzo del 2006, en medio de una manifestación, el estudiante de la Universidad Distrital Óscar Leonardo Salas se desplomó sin vida después de que una canica le destrozara el ojo y le llegara hasta el cerebro. Uno de los agentes del ESMAD que reprimió la manifestación testificó en la Fiscalía que el mayor Rafael Méndez, a cargo de la operación, les había ordenado usar “todos los juguetes”, eso se traducía en que se podía usar cápsulas de gas reutilizadas y rellenas de pólvora negra y metralla – pedacitos de vidrio, canicas, frijoles suelos, tachuelas- para socavar a los manifestantes.[4]

En septiembre de 2005 también cayó asesinado el estudiante de química en la Universidad del Valle Jhonny Silva de 21 años. Los hechos ocurrieron derivados de enfrentamientos entre los estudiantes y el Esmad, cuando estos últimos ingresaron a la Universidad y se dirigieron hacia donde los jóvenes tenían instalado un campamento. Ese día, la resolución del Esmad para disolver la manifestación fue destrozar una de las entradas de la entidad universitaria. Se estableció que Silva recibió un disparo por la espalda y aunque fue trasladado a la Fundación Valle del Lili llegó sin signos vitales[5].

A pesar de que la creación de este escuadrón antidisturbios ha dejado varias decenas de muertos en el país, hay casos de personas que afortunadamente no han muerto, han tenido serias afectaciones en su integridad fruto de agresiones por cuenta del Esmad. Hay casos como el del joven Edgar Bautista de 20 años, quien en el 2010 durante un paro de transportadores fue agredido en el pecho por el disparo a quemarropa de un gas lacrimógeno por parte de un agente del Esmad después de haberle reclamado por haber golpeado a una niña[6]. También está el caso de Sebastián Díaz, un joven estudiante de Medicina Veterinaria a quien tuvieron que suturarle con 30 puntos una herida en la mejilla derecha que le ocasionó un agente del Esmad al dispararle a quemarropa en la cara con un arma que dispara bolas de goma, cuando se encontraba en la manifestación por la apertura de la plaza de toros la Santamaría en Bogotá en 2017[7]. O como el caso del estudiante de música de la Universidad del Cauca Esteban Mosquera, quien después de tres cirugías terminó por perder su globo ocular después de que el Esmad le hiciera una detonación a menos de un metro de distancia durante las manifestaciones estudiantiles hace un año.

Lo importante de este recuento es que nadie sabe a ciencia cierta cuántos muertos y heridos han dejado los enfrentamientos de manifestantes contra el Esmad en los 20 años que lleva funcionando, pero sí puede hacerse evidente que es un grupo entrenado para el uso indiscriminado de la fuerza contra la población civil en cualquier tipo de circunstancia, lo que ha generado que la violencia siempre termine por ser protagonista en cada jornada de movilización social en el país.

A pesar de todas estas razones, paradójicamente existe una focalización sustancial de la violencia cada que se convoca a movilizaciones sociales en el país. Por ejemplo, el presidente decía en estos días en una entrevista sobre las movilizaciones del próximo 21 de noviembre que “(…) existe quienes quieren… aprovecharse de la expresión pacífica de la protesta social para ejercer el vandalismo y la violencia”, y que “(…) somos todos los colombianos los que debemos rechazar esas expresiones de violencia porque destruye democracias y afecta la expresión democrática de la protesta social”.

Y es que cada que hay movilizaciones sociales uno puede leer y escuchar en comentarios, informes de prensa y opiniones una constantemente preocupación parcializada por las consecuencias violentas de las protestas desde el punto de vista de personas informales que ejercen la violencia como “medio de expresión”, o sea, cuando encapuchados lanzan piedras o “papas bomba” contra instituciones públicas y/o privadas, pintan las paredes de establecimientos comerciales, causan daños a los sistemas masivos de transporte o agreden a la fuerza pública, pero uno nunca ve ni a los medios de comunicación ni a diversas organizaciones abogando para que las movilizaciones se lleven a cabo en paz y sin violencia pero invitando a la las fuerzas coercitivas del Estado a usar sus medios de represión de una forma razonable, sin vulnerar los derechos de los civiles ni a usar el abuso y la violencia como herramienta de preservación del orden público.

Pese a todo lo anterior saldré a marchar el próximo 21 de noviembre convencido, por un lado, de que ni la deslegitimación de la protesta social, ni la violencia cesarán mientras haya un gobierno que no le pone límites al desaforado ejercicio coercitivo de su fuerza pública, y que mientras dice proteger el derecho a la protesta social y todas sus garantías a su vez saca a los militares a las calles. Pero de otro lado, saldré convencido de que la protesta es un mecanismo abierto para que los distintos sectores de una sociedad logremos reclamarle a un gobierno que a veces se localiza distante e inasequible, el cumplimiento de los derechos constitucionales y fundamentales que nos pertenecen, y de que la movilización civil es el instante donde las personas que pensamos diferente podemos dejar de sentirnos aisladas, marginadas e impotentes, y por medio de las manifestaciones y marchas públicas logramos empoderarnos para mostrarle al gobierno que hay miles de personas que tenemos las mismas inconformidades y desconciertos, que estos nos movilizan y que con ellos logramos producir un estrépito tan grande que materializa libertades.

P.D. No está demás recalcarle al presidente de la República que toda violencia es despreciable, y no solamente la que es ejercida contra las instalaciones y los miembros de la fuerza pública. Es reprochable el atroz asesinato de una madre frente a su hijo en Tierralta, la ejecución extrajudicial de un desmovilizado orquestada descaradamente desde un grupo de WhatsApp, la muerte de un indígena en el país cada 72 horas o la muerte de cada uno de los 155 líderes asesinados solamente este año. Es también supremamente reprochable la violencia ejercida contra unos menores de edad,  quienes además de ser forzados vilmente a salir de sus hogares y escuelas para portar armas e inmiscuirse en guerras que no entienden, fueron bombardeados, su muerte fue escondida y luego fueron presentados como “delincuentes narcoterroristas” dados de baja gracias a una “(…) labor estratégica, meticulosa, impecable, con todo el rigor…”[8].

 

[1] https://www.elespectador.com/noticias/judicial/caso-nicolas-neira-juicio-exdirector-del-Esmad-que-habria-encubierto-el-homicidio-articulo-887821

[2][2] Ibíd.

[3] https://www.elespectador.com/noticias/judicial/integrantes-del-Esmad-probarian-participacion-de-patrullero-en-asesinato-de-nicolas-neira-articulo-718998

[4] https://www.elespectador.com/opinion/oscar-salas-y-las-victimas-del-Esmad-columna-189286

[5] https://www.elespectador.com/noticias/judicial/el-despliegue-de-fuerza-realizado-por-el-Esmad-fue-excesivo-e-injusto-consejo-de-estado-articulo-699000

[6] https://www.youtube.com/watch?v=TUDTWy7nysA

[7] https://www.semana.com/nacion/multimedia/sebastian-diaz-es-el-joven-al-que-un-policia-del-Esmad-le-disparo-en-la-cara/513358

[8] https://www.pulzo.com/nacion/video-duque-felicito-militares-por-operativo-murieron-menores-PP795734

Daniel Porras Lemus

Estudiante de Derecho de la Universidad de Medellín. Apasionado por la Política, el Derecho y la Historia. Investigador en temas históricos y constitucionales. Sangileño. Santandereano.