Hace pocos días, en varios medios de comunicación locales y nacionales, fueron publicadas denuncias hechas por comunidades y autoridades locales sobre presencia de tropas paramilitares fuertemente armadas en zonas rurales de los municipios antioqueños de Vigía del Fuerte, Murindó y Urrao. Pero ¿qué tienen en común estos municipios y cuál es su importancia estratégica para estos grupos? Pues bien, parte del extenso territorio de Urrao, como las veredas Puntas de Ocaidó y Mandé, limitan al norte con el Chocó y con los municipios de Vigía del Fuerte y Murindó, y estos a su vez, limitan con el municipio Chocoano de Carmen del Darién. Todos estos municipios hacen parte de la zona de influencia de un enorme proyecto minero llamado Mandé Norte, que prevé la exploración de ricos yacimiento de metales como el oro, el cobre, el molibdeno, entre otros. Dicho proyecto data del año 2005 cuando se firma un contrato único de concesión minera entre la Gobernación de Antioquia y la multinacional Muriel Mining Company – MMC, contrato éste que tiene una duración de 30 años, prorrogable 30 años más.
El proyecto minero, que tiene una extensión de poco más de 16 mil hectáreas y de las cuales 11 mil están en Carmen del Darién – Chocó. Este proyecto planea realizar exploraciones a 300 y 400 metros de profundidad, además de explotar el cerro careperro Usa-Kirandarra, en lengua nativa, cuyo valor para los indígenas es de carácter ancestral y ceremonial. Po lo anterior, en 2009 las comunidades interpusieron una Acción de Tutela contra el proyecto puesto que las exploraciones afectarían directamente los ríos Uradá, Jiguamindó, Murindó y Atrato, este último declarado “sujeto de derechos” por la Corte Constitucional. Mandé Norte abarca parte del territorio de 11 comunidades indígenas Emberá-Catío de los resguardos indígenas de Uradá-Jiguamiandó y Murindó, así como los territorios colectivos de comunidades negras de Jiguamiandó y un indeterminado número de campesinos. Mande Norte y sus polémicas no son nuevas, Alfredo Molano ya había advertido por allá en 2009 que la incidencia y merodeos de las multinacionales mineras en esta zona, venían desde la década del 70.
En estas comunidades se realizaron consultas previas por pate de la minera y fueron avaladas por el Ministerio del Interior, pero estas consultas terminaron convirtiéndose en parte de los argumentos principales de la Corte Constitucional para frenar el proyecto, luego de que la Sala de Casación enviara la sentencia proferida sobre la acción de tutela de las comunidades, ya que la manera en que se hicieron las consultas violaban el debido proceso, además, la Corte conminó al Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, para que realizará todos los estudios científicos pertinentes que develaran el impacto real sobre las comunidades y el medio ambiente. Desafortunadamente y a pesar que la sentencia T-769 de 2009 es un hito del derecho ambiental, Mandé Norte no se resiste a desaparecer, por el contrario, a partir del 2018 este proyecto hace parte de los cuatro megaproyectos mineros que tiene presupuestados la nación desarrollar en los próximos años.
Llama mucho la atención, retomando a Molano, lo que precisamente él mencionaba sobre la forma en que las multinacionales mineras, como la MMC y la Anglo Gold Ashantí (esta última con terribles antecedentes en algunos lugares de Antioquia), utilizaban la guerra para instalarse en los territorios, aspecto que sobresale en los actuales acontecimientos ya que coincide la llegada de grupos paramilitares en zona de influencia del mencionado proyecto al tiempo que comienza a sonar de nuevo el mismo. Pero los acontecimientos son más llamativos aún, dado que las denuncias de esta semana tienen un antecedente en el 2018 cuando el personero de la época del municipio de Murindó, hizo serias denuncias sobre presencia paramilitar en la zona, lo que le valió, no solo amenazas de muerte, sino que el gobernador de la época lo tildara de mentiroso. Tal parece, será inevitable que las comunidades indígenas y negras de Urrao, Vigía del Fuerte, Murindó y Carmen del Darién, al mejor estilo de José Eustasio Rivera, vivirán una nueva vorágine en su cerro sagrado USA-Kirandarra, la cual se sumará a la del abandono estatal, la discriminación y la pobreza.