La mampostería es un método constructivo ampliamente difundido en los periodos del imperio romano, quienes lo tenían como estandarte de civilización en cada nuevo territorio que se anexaba al gran imperio. Quienes a su vez aprendieron por causa y error los efectos que las alturas sobre una edificación en mampostería sin refuerzo tienen ante un evento sísmico, elevando en sus comienzos de forma temeraria algunas edificaciones hasta los siete niveles y para finales del siglo cuarto con alturas entre 4 y 5 niveles.
A nivel mundo, fue en los años 40s cuando se industrializó la forma de producción del ladrillo y con ello se masificó su uso e implementación por la forma en que ello abarataba los costos de la materia prima, que en resumen es arcilla moldeada y cocinada en unas condiciones controladas para lograr la alineación de las partículas y dar con ello la particular resistencia que cada mampuesto le aporta a las estructuras que conforman.
Fue precisamente durante los años 40s y 50s en Colombia que este método constructivo se posicionó fuertemente en el mercado, abarcando en su uso todo el espectro socio económico, donde se edificaron innumerable cantidad de edificios donde el mampuesto en algunos casos con dovelas de refuerzo interno eran el armazón articulador que daban soporte a los múltiples usos o propósitos para los cuáles fueron concebidas estas edificaciones, algunas de ellas cambiantes con el paso del tiempo siempre dentro de los límites de su capacidad estructural y restricciones para permitir mayores luces libres, y que ciertamente dejaron algunos edificios emblemáticos que aún hoy persisten en su operación.
La apariencia del color terracota en su estado limpio y prolijo configuró por muchos años y aún hoy día, un cierto aire de status a las edificaciones que se atrevieron a exponer su piel en mampuestos a tal punto que darían al transeúnte una percepción de “mayor estrato aparente” en las edificaciones que así la ostentan, siendo necesario el aseo e hidrófugo como medios para mantenerles impolutas.
Y este viejo amigo de los métodos constructivos, la mampostería, cobra mayor fuerza en el presente cuando en medio de las conversaciones mundiales acerca del cambio climático se permite la voz de la sostenibilidad como actor fundamental que siempre ha sido, pero que fue relevado a un segundo plano priorizando el factor económico para lograr menor poder adquisitivo en las nuevas viviendas y con ello mejorar los indicadores de déficit cuantitativo que se reportan en los informes periódicos de gestión. Es así como al ser una metodología constructiva que conecta el pasado, presente y futuro; es natural su aceptación e implementación en medio de nuestra sociedad creciente y cambiante, permitiéndonos asegurar el desarrollo de las ciudades con condiciones menor adversas al medio ambiente y alineadas con las metas del desarrollo sostenible, toda vez que su mayor impacto con el medio ambiente se asocia con la extracción del material que suele habilitar espacio para futuros desarrollos inmobiliarios y la metodología utilizada por el “tejar” para alcanzar los 700-900 grados centígrados que se requieren en los hornos para la correcta cocción del mampuesto, actualmente resuelto dado que en su mayoría se alcanza mediante los hornos a gas y los hornos a leña cada vez más en desuso. Esperemos que los avances en la tecnología nos permitan en un futuro cercano el desarrollo de hornos a partir de la energía renovable, dado que al ser una forma tan ineficiente de energía suele requerir muchos recursos y en consecuencia costos para alcanzar a brindar el mismo servicio que hoy se obtiene de los combustibles fósiles.
Adicionalmente, es necesario resaltar que a nivel mundo somos uno de los países que elabora mampuestos de mayor resistencia, alcanzando umbrales sobre los 40MPa a la compresión por mampuesto, donde resaltan dos ladrilleras en Colombia: 1 en Bogotá y 1 en Medellín quienes han implementado recientemente hornos de ultra-eficientes que les permitirán alcanzar las más altas resistencias del país, lo cual es muy relevante cuando consideramos que en México se alcanza por media una resistencia inferior y sin embargo su porcentaje en construcción en mampostería es muy superior a Colombia: México se estima que el 48% de todas las construcciones son desarrolladas en mampostería versus Colombia donde se estima que el 16 % de todas las construcciones son desarrolladas en mampostería (El Colombiano Julio 2020).
Todo lo anterior cobra aún más relevancia cuando actualmente los precios del acero y el cemento se han elevado sustancialmente a tal punto que muchos proyectos de vivienda en las distintas ciudades del país donde aún no se hubieren declarado condiciones de punto de equilibrio, se han visto en la obligación de ser pospuestos para mitigar el mar de incertidumbre que se evidencia semana a semana con la volatilidad de los precios en los materiales de construcción.
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