Maduro no es tan burro

Estos, para el panorama internacional, han sido días de admirable tensión. Flotas de barcos enfilados hacia el territorio venezolano, han sido el eco de un contingente militar que se veía venir tras el presunto fraude electoral fraguado desde el Palacio de Miraflores. Fruto, además, de la presión internacional ejercida por los países democráticos ante el ambiente dictatorial en la vecina república. Sin embargo, pese a todo el camino allanado y respaldado para la operación, las fuerzas del tío Sam se encuentran con un pantano de evaluaciones costo/beneficio que no les han permitido acceder al suelo bolivariano, y esto refleja algo muy simple, que las redes tejidas por Maduro lo han hecho tan inexpugnable, guardadas las proporciones, que la potencia extranjera se encuentra dubitativa en el ejercicio de la fuerza armada con fines libertarios desde el panorama moral y negocial.

Y es que, considerar la figura de Maduro desde las publicaciones institucionales que muestran un ejército deficitario y pauperizado -lo cual constituye un gran marketing ad-portas de un posible conflicto bélico, pues inspira confianza al enemigo-, es sin lugar a duda un craso error. No quiere decir entonces, que el armatoste socialista no haya hecho mella en la actualización de equipos que todo contingente armado debería de tener, y ya ni hablar de la preparación técnica que el capital humano habrá de poseer para la operación de tales ingenios armamentísticos, sino más bien que el entramado se ha ido tejiendo y consolidando desde larga data, en un fin único y que ha demostrado dar resultados en el campo de batalla: la guerra irregular.

“Que se preparen a una guerra de 100 años si llegan a poner un pie en Venezuela”, así lo advirtió el Ministro venezolano Diosdado Cabello, este habrá de tener algo de razón en su planteamiento. Resulta hecho notorio, que la cúpula venezolana ha tejido redes por medio del cartel de los soles, del cual considero Maduro ser un simple monigote mientras Cabello y Padrino lo controlan todo, con el Tren de Aragua y demás organizaciones criminarles, sobre todo con grupos armados al margen de la ley colombianos (guerrillas); a su vez, lo que tienen en común cada uno de los aliados al régimen venezolano, es saber como llevar a un desgaste de características masivas a cualquier ejercito regular que pretenda hacerles frente. Para la muestra un botón, Colombia lleva más de 50 años en guerra y contando, sí eso no es desgaste, entonces habrá que replantearse los estamentos de la contrainsurgencia.

El terreno irregular, el coste de vidas civiles, la guerra casa por casa como ocurre en Ucrania, precio a pagar por la recuperación de Venezuela y la condena internacional ante algún crimen de guerra, son escenarios los cuales no hacen muy deseable una invasión armada en territorio bolivariano por parte de Estados Unidos, de hacerlo cargaría sobre sí un enorme lastre que no le gustaría de a mucho al congreso norteamericano. Además, hemos de tener en cuenta algo, y es que los del tío Sam nunca incursionan en un país por altruismo, siempre se inmiscuyen en las políticas internas de las naciones para subyugarlas a los destinos de la Reserva Federal y el Tesoro gringo. Por consiguiente, Venezuela habrá de encontrarse en este momento tras la encrucijada más grande en décadas levitando entre el intercambio de uno y otro régimen, uno donde un no tan burro Maduro hace lo posible por aferrarse al poder y uno donde el imperialista más seductor de colonias latinoamericana espera agotar la última exhalación de la innoble democracia venezolana, ambos coartarán las libertades de los venezolanos y sus autoridades políticas, ¿Cuál ofrece más? He ahí la cuestión.

En este sentido, como paréntesis conclusivo, nos asiste a los colombianos un deber noble con la democracia fiel que hemos manejado desde que nos hicimos república; en nosotros habrá de recaer la responsabilidad más absoluta de que esta nación que vio caer a sus proceres luchando por establecer lo que hoy conocemos, no tome un rumbo distinto al filo de un barranco. Por tanto, ahora que se han de encontrar cerca los escenarios de participación popular, tendremos que hacerlo con la plena convicción de estar haciendo lo correcto, sin miramientos, y con la mirada clavada en un futuro prospero y desprovisto de la inmundicia de un régimen represivo e inmoral. Esta es la lucha que debemos surtir, aunque la vida se nos vaya con ello, aunque la exhalación ultima se desperdigue por el campo de batalla, habrá valido la pena si se hizo en forma noble y con la conciencia plena de darlo todo por la nación.

Jose David Vargas Tuñon

Soy de la ciudad de Cartagena, Abogado egresado de la Universidad Libre, estudiante de la carrera de Historia en la Universidad de Cartagena y de la Especialización en Derecho Médico en la Universidad del Sinu, además con experiencia en Responsabilidad Fiscal.

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