Los sujetos víctimas de sí mismos

“La falta de conocimiento propio, no contar con un saber sobre sí mismo genera sujetos víctimas”.


En filosofía existe una sentencia clásica: “conócete a ti mismo”. Esta famosa frase que se encontraba en el templo de Apolo y que también se adjudica a Sócrates es quizás uno de los trabajos más difíciles para un sujeto y una de las posiciones éticas más complejas. Dicen, los chismes de la antigüedad que Sócrates se la pasaba preguntando a los atenienses si se conocían, y es valido dos mil quinientos años después, repetir la pregunta, ustedes ¿se conocen o creen conocerse? ¿en qué momento nos detenemos a pensar sobre nosotros mismos con el fin de mejorar el carácter y volverse más virtuosos en la vida? Sin duda son preguntas muy simples y al mismo tiempo de una alta complejidad. Probablemente muchos de los problemas que aquejan a un sujeto, muchos de los malestares y dolores, de los problemas con la sociedad y el semejante, radica en una profunda falta de reflexión sobre sí mismo. Es habitual encontrar en consulta psicológica sujetos que se preguntan por la repetición en la vida, un dolor que nunca se fue o un odio profundo hacia algo o alguien.

Cuantas veces en la vida cotidiana nos sorprendemos eligiendo las mismas cosas, quejándonos de las mismas molestias o simplemente sintiendo los mismos dolores que en mayor o menor medida rondan nuestra vida. La falta de conocimiento propio, no contar con un saber sobre sí mismo genera sujetos víctimas, pero victimas de qué, pues de sí mismos. Victimas de un pasado no resuelto, victimas de sus elecciones que, aunque está marcada por la repetición y el dolor no pueden elegir algo distinto, victimas de una relación con el dolor y el malestar que prefieren sobre el bienestar. La responsabilidad cuesta, ser sensato con uno mismo es asumir tanto lo consciente, lo que se puede decir de manera acertada, los errores y fallas que se comenten, como también del inconsciente, es decir, lo que supuestamente no se quería decir y se dijo, los olvidos, la inhibición en el actuar, el exceso en una pasión, entre otras muchas cosas, que por ser inconscientes no dejan de ser nuestra responsabilidad.

Es complejo plantear estas cuestiones en la homogenización que pretende la época actual, este empuje de la época por ser todos iguales, así mismo el discurso de la época va moldeando unas mismas maneras de sentir, entra en la vida psicológica de los sujetos y los pone a decir las mismas cosas, todos sufren de “amores tóxicos”, todos hablan de la “resiliencia” o la “procrastinación”. Estas maneras de nombrar lo que acontece a cada cual en su intimidad no son más que nuevas categorías morales. Entonces ¿hasta qué punto se ve borrado la singularidad y las experiencias subjetivas? Porque a los mismos problemas tenemos las mismas soluciones, el medicamento, el diagnostico como un universal imperante de la depresión y la ansiedad, pero, eso qué puede decir del conocimiento de sí mismo. Por lo menos se puede advertir un grave problema, se agota pronto y sirve como justificación de un victimismo existencial. Por favor, hágase responsable de lo suyo.


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Imagen: Tute

Santiago Restrepo Betancur

Licenciado en filosofía y letras, psicólogo con orientación psicoanalítica.

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