“Medellín vista desde adentro, en la intimidad agobiante que vivimos los habitantes cotidianamente, nos deja presa en sus infinitas contradicciones.”
Medellín 4.0 posa excéntrica e innovadora estos días, está llamada a la mesiánica labor de formular políticas públicas y proyectos para la Cuarta Revolución Industrial, pero, ¿tiene alguna incidencia el Centro para la Cuarta Revolución Industrial en la configuración social, económica, cultural y política a nivel local, regional y nacional? Según Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, la industria 4.0 es “la combinación de sistemas digitales, físicos y biológicos en pro de la transformación de la humanidad”. Estas declaraciones no constituyen solo un elemento discursivo con el cual se nos quiere persuadir de las ventajas de un Centro para la Cuarta Revolución Industrial, sino las inminentes transformaciones que se nos avecinan, estamos a la víspera de la manipulación ideológica, homogenizar la sociedad bajo el discurso 4.0, pronto todos tendremos que hablar de las maravillosas oportunidades de esta y la necesidad de ser partícipes de una nueva era, un nuevo proceso histórico y social. Además, nos conquistaran aduciendo sobre la democratización del Centro, solo se puede concebir un proyecto como estos mediante la acción y participación de las empresas, academia, ciudadanía y Estado, diálogos que hasta el momento han sido imposibles, pero que la Cuarta Revolución Industrial va a hacer posible.
Ahora bien, el compromiso es de tal envergadura que implica “la transformación de la humanidad”, un proyecto universalista, rebosando los límites nacionales, debemos estar sintonía con los lineamientos internacionales. Pero Medellín vista desde adentro, en la intimidad agobiante que vivimos los habitantes cotidianamente, nos deja presa en sus infinitas contradicciones. Una sociedad fragmentada, violenta –véase los índices de crecimiento de la delincuencia y la inseguridad-, el complejo diálogo entre los sectores que la componen, unos meses atrás salieron a protestar contra el gobierno de turno muchos de ellos. Un Centro para la Revolución Industrial que incentivará la inversión extranjera y desarrolle las potencialidades de la economía nacional y el fortalecimiento de las tecnologías, con el propósito de mejorar las condiciones de vida, dar viabilidad a los Objetivos de Desarrollo Sostenible a través de inteligencias artificiales, el procesamiento de la información y transacciones a través de la red, territorios inteligentes, entre otros asuntos que se encuentran en la agenda. Sin embargo, de nada sirve los intempestivos avances científicos, tecnológicos y técnicos si la ciudadanía no está informada, no es participativa y no ejerce control político.
El Centro para la Cuarta Revolución Industrial obedece a dinámicas políticas y desarrollar un ideal de orden social. Preparar a la ciudadanía, a los sectores económicos, a la academia requiere de un esfuerzo institucional que podría superarlo. La discusión no se zanja en el progreso técnico y tecnológico, sino también en el avance moral; el compromiso institucional de superar las grandes problemáticas que aquejan a la sociedad, prever las nuevas exigencias de grupos de presión, los movimientos sociales y políticos, para no dejar atrás a las minorías, a los excluidos, a los disidentes. Un programa que resuelva todos los escollos actuales ¿es un reto o una utopía? Este proyecto tendrá que ser un foco de estudio interdisciplinario, las ciencias sociales en los próximos años tiene un compromiso de pensar las implicaciones del Centro para la Cuarta Revolución Industrial más allá de la panacea en la que se erige, es muy pronto para tener un panorama claro de cómo va incidir y cuáles serán los alcances del Centro para Medellín y especialmente en el momento coyuntural que vive Colombia en el postconflicto.