“La icónica banda de rock chileno Los Prisioneros, daba lecciones de resistencia durante la dictadura militar de Pinochet, hoy sus letras siguen tan vigentes que parecen escritas para Colombia”
Antes de iniciar con la lectura de la columna recomiendo escuchar las canciones: “El baile de los que sobran” y” Por qué no se van” de la banda Los Prisioneros de modo que puedan entenderse todas las referencias hechas a sus letras.
Con la histórica elección de una Asamblea Constituyente para Chile vienen a mi memoria aquellas melodías de resistencia de la época en que la dictadura de Pinochet impuso a los chilenos su actual Constitución. No crean que es una nostalgia pendeja. No son los achaques de la edad, sino más bien una especie de Deja vú, tan natural en nuestra historia latinoamericana que cada tanto se repite.
Hace unos años escuchamos al senador colombiano Carlos Felipe Mejía del Centro Democrático gritándole a la oposición que sobran. Eso piensan ellos, los que hoy son partido de gobierno, dueños del poder del leviatánico Estado. A veces prometedor, a veces criminal, siempre excluyente. Creen que los que no pensamos como ellos sobramos, que los de piel oscura, lengua indígena y dioses emplumados sobramos, que los pobres, los hambrientos y los miserables sobramos. Para ellos, los dueños del poder, nosotros los que sobramos bailamos por bullosos, altaneros e igualados ante “la gente de bien” y no se les pasa por un momento el pensar que bailamos como protesta ante el hambre y el dolor, ante el hartazgo de la infamia y la injusticia.
A esa elite oligárquica no le cabe en la cabeza que los que sobramos somos la mayoría del país y que, aun siendo mayoría, somos nosotros y no ellos, los que estamos excluidos y los que somos sobrantes, somos nosotros a los que dejaron pateando piedras y cantando el baile de los que sobran, así como hace casi 50 años lo cantaron en Chile a la dictadura militar quienes estaban Prisioneros de la tiranía del camuflado. Ahora, en Colombia vemos la violencia pasearse por las calles durante la horrible noche, como si fuera una noche más de caminar o de correr huyendo de las balas que persiguen a los que resisten, pero que sobran, siempre sobran, siempre sobramos.
La referencia del principio a Chile no es solo una excusa para hablar de la música de Los Prisioneros, sino también una comparativa ambiciosa de su realidad con la nuestra porque si los chilenos pudieron decirles a los tiranos militares que los que sobraban eran ellos ¿No podremos echar a nuestras propias oligarquías?
Los que sobramos estamos acostumbrados a que la gente de bien divinamente nos mande a volar, muchas veces a bala y generalmente a Cuba o Venezuela, rara vez a China o Rusia, nunca a Miami. ¿Por qué no se van? Nos dicen con desdén y yo recuerdo otro canto chileno a la dictadura y su esnobismo, que en Colombia es arribismo puro y duro de gente con piel color canela, sangre azul, pero todos divinamente de bien, que aseveran con rigor violento que aquí no hay cultura, que esos indios no entienden las necesidades patrias del progreso, que hay que pagar para que maten al menos a mil. Dicen que deberíamos ser como las grandes potencias, con grandes autopistas y rascacielos, que cuando estemos todos iguales esto se compone porque un Beethoven puede nacer en Chapinero o Llanogrande, pero nunca en el Sinú. A todos ellos yo les quiero cantar, lo que en Chile se cantó hace casi 50 años ¿Por qué no se van? A las calles de Harlem donde su cultura traqueta se vende tanto como el producto que la genera, ya que aquí, en medio de indios, su talento no da fama.
Por supuesto que ustedes oligarcas pendencieros caben entre nosotros, son compatriotas, al fin y al cabo. Caben, pero sobran, en tierra de indios y mestizos son ustedes los que sobran con su modelo de sociedad injusta y excluyente cimentada en privilegios y miseria ajena. Así que, habiendo llegado al punto donde la diversidad es mayoría y son ustedes, tiranos, los que sobran, yo les pregunto ¿Por qué no se van del país?
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