Se avecinan las elecciones presidenciales en Colombia y los posibles candidatos se encuentran en disputa electoral, pero no se ha abierto la discusión sobre sí el sistema electoral actual es acorde a las necesidades del país.
Uno de los hechos con mayor índice de estudio en el campo de la Ciencia Política, son los sistemas electorales. Estos influyen en aspectos significativos del sistema político, tales como la composición política de los parlamentos, la gobernabilidad, el comportamiento electoral de los ciudadanos y hasta en quién es o no presidente (Lijphart 1994; Mainwaring y Shugart, 1996).
No hay estrictamente un sistema electoral mejor que otro, solo se establece el sistema según el cúmulo de necesidades del país. Sí es proporcional, mayoritario o combinado, son conversaciones arduas y extensas que no parecen tener fin. Pero sí hay que esbozar en que hay unos elementos de elocuente fundamentación, que son efectivos para un proceso democrático; como la concentración, la sencillez del sistema, la transparencia y los elementos de legitimidad.
¿Pero cómo logramos que se acabe una abstención comúnmente cercana a la mitad del censo electoral, acompañada de intentar establecer una articulación entre la representación en las comunidades y grupos sociales de forma realmente accesible, tratando de solucionar el entramado institucional y legal en nuestro país?.
Debe existir una revaluación del sistema electoral, programado para la representación efectiva de las comunidades y poblaciones que no han recibido ni percibido una presencia estatal, o han padecido una presencia diferenciada del Estado.
Pero hay combinaciones que pueden ser provechosas para sanar las falencias dentro del sistema electoral colombiano. Como una representación proporcional con algunas ideas y expresiones del sistema mayoritario, dándose un sistema híbrido, que permita representar a las minorías y grupos históricamente marginados, a través de un voto preferente. O instituir un sistema de voto acumulativo, fomentando la representación de minorías, permitiendo a los electores expresar unas preferencias claras.
Estas combinaciones pueden contribuir a tramitar y solucionar las inconsistencias en el sistema electoral colombiano. Como la estabilidad y la falta de gobernabilidad, la desconfianza en el sistema electoral, la fragmentación partidista y la falta de representatividad.
Teniendo claro, que un sistema electoral tiene muchas ventajas y quebrantos, proponiendose a raíz de aproximados dentro de las necesidades que requiere el contexto colombiano. Estas con el tiempo pueden transicionar y convertirse en otras, por ende, es importante hilvanar con lecturas claras, interpretando lo que transmiten las comunidades y la ciudadanía sobre el sistema político en general.
Pero hay que pensarnos las formas de cómo sería la estructura de esa reforma electoral. En Colombia hemos tenido experiencia en cambios y reformas significativas, pero hemos sido partícipes de propuestas superficiales y que no resuelven ningún problema de fondo. He ahí el primer inconveniente cuando se habla de reforma del sistema electoral, tiene que haber una intención política muy fuerte de fondo, con un apoyo poblacional considerable. Si esa intención de masa o colectivo no se logra ensamblar, no se puede esperar mucho al respecto sobre reformas efectivas.
En Latinoamérica se han hecho distintas reformas a este tipo de sistemas. Como lo es el caso de Ecuador en el año 2018, promoviendo reformas a partir de la crisis de legitimidad de las élites dominantes. Creando toda una movilización social y partidista, como lo refleja La Universidad Nacional Autónoma de México. Ejemplo que nos puede dar corriente para un análisis de estudio. Cuando las personas no se sienten identificadas con el sistema, se genera un malestar colectivo o se producen múltiples acciones que entorpecen más el sistema, perdiendo toda su legitimidad.
Es completamente problemático escoger un sistema electoral, aún más cuando convivimos en un país con múltiples factores no tan ventajosos para positivizar este tipo de sistemas. Por eso, propongo un sistema proporcional con algunas expresiones de un sistema electoral mayoritario que tiene ventajas en ciertos contextos, como en la promoción de la gobernabilidad y la estabilidad política.
Donde no conservemos dentro del sistema proporcional una subrepresentación o sobrerrepresentación en algunos departamentos en nuestro país, como lo es en el caso de la cámara de representantes. Recordando lo que expresó alguna vez el sociólogo Fals Borda; un sistema que transmite brechas notables en lo que imploran o exigen las minorías en el sistema mayoritario.
Hay que construir unas estructuras, donde haya un cambio en la formas de distribución a circunscripciones, formas de candidaturas, votaciones y la conversión de esos votos a escaños. Donde se cambie el censo del año 1985 sobre distribución a circunscripciones a cámara de representantes, para no generar esos extremos de exacerbada representación o muy baja representación, cambiando por otra fórmula de reparto que sea más eficaz y transparente.
En el que se exteriorice una democracia interna en los partidos, en vía de velar por los intereses de la población, incluyendo las perspectivas de las distintas poblaciones y que estas no vivan una nula o inexistente representación.
Haciendo un estudio más a fondo de las representaciones especiales de comunidades indígenas y afro, no solo quedándose en el hecho de llegar por ser parte de esas comunidades. Sino, que en la praxis del control político y administrativo, sí se vea reflejado una representación de las luchas e intereses de todos estos sectores poblacionales. Revocando casi todo tipo de representación descriptiva, yendo en desarrollo, más bien, en dirección de una representación sustancial.
Sin embargo, elementos como la compra de votos, la manipulación de circunscripciones y la falta de transparencia son abismalmente nefastos. Estos componentes no solo distorsionan la voluntad popular, sino que también minan la legitimidad del sistema, socavando la democracia.
Debemos pensar un cambio al carreteable sistema electoral, por unas bases sólidas y velando por las necesidades realmente importantes. No permitiendo la cabida del entramado institucional, ejerciendo unas garantías de libre acceso al sufragio en zonas con exacerbada presencia del conflicto armado. En línea a disminuir las prácticas informales que marginan el sistema y la democracia.
Revisando el censo electoral dentro de los departamentos y distritos. Velando por la representación de toda la población y no sólo ejerciendo a favor de las capitales o grandes ciudades. Dejando a las poblaciones fronterizas a la deriva, por unas administraciones que no están en constante actuación de las problemáticas exigidas.
Siendo un tema con profundos retos por delante, que deberán ser motivo de minuciosos estudios. Aproximándonos a tramitar de forma más armónica posible estos cambalaches sociales y políticos. Concerniente a seguir articulando ideas para mejorar nuestros sistemas en vía de elementos democráticos y en benevolencia para todxs.
Hoy, manteniéndose en desarrollo una reforma política con aspectos muy valiosos, que pueden ir en viaducto a superar asuntos que se están desenvolviendo en la cotidianidad política del país. Pero sufrimos con la onerosa situación, de tener un aparato legislativo que en su mayoría está cooptado por los grandes magnates del recaudo del país. Dificultando así, cualquier tipo de voluntad política en pro de la población.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
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