“Sin los recursos naturales que la misma naturaleza nos dio, hoy no tendríamos viviendas, colegios, vehículos, aviones, tecnología. ni muchas cosas más”.
La semana pasada vino a Jericó el congresista del Partido Verde León Fredy Muñoz acompañado de representantes de ministerios de Ambiente, Minas, Agricultura, así como de funcionarios de Corantioquia, ANLA, entre otros, con el propósito de hacer una audiencia pública para saber “en qué van las zonas de reserva temporal de recursos naturales renovables en Jericó, Támesis, Valparaíso, Santa Bárbara, Fredonia y La Pintada”. Medida que implementó el gobierno nacional para prohibir la minería, así como pretende hacerlo con la declaración de buena parte del suroeste antioqueño como Área de Protección para la Producción de Alimentos – APPA, sin tener criterios técnicos para implementar tal prohibición.
Al finalizar el evento, que por demás no contó con mayor participación ciudadana (alrededor de 40 personas en un escenario que tiene capacidad para 500), el congresista grabó a varios de los asistentes para que compartieran mensajes atacando a sectores productivos (ver). Sobresalieron consignas como “la vida está por encima del oro” que plantean una falsa dicotomía. Por supuesto que las vidas son sagradas, pero actividades como la minería no van en contravía de ese planteamiento. De hecho, la vida humana, así como otras especies de fauna y flora, y elementos no vivos como el agua, el oro y otros minerales son parte de la naturaleza que nos rodea.
Es la transformación y aprovechamiento de recursos como los minerales lo que nos ha permitido vivir mejor, con mayor seguridad y ser la especie dominante del planeta. Sin los recursos naturales que la misma naturaleza nos dio, hoy no tendríamos viviendas, colegios, vehículos, aviones, tecnología. ni muchas cosas más. Seguiríamos expuestos como millones de años atrás a los grandes depredadores. Seríamos nómadas, no habría cura para muchas enfermedades y la expectativa de vida sería menor que la de hoy.
En anteriores columnas he mencionado que toda transformación humana genera impactos -que pueden ser positivos y negativos- y que esa capacidad de transformación es una condición natural de nuestra especie, así como la de aprender de los errores para sistematizarlos y mejorar las prácticas.
En 1952 Londres sufrió lo que se denominó “La gran niebla”. 12 mil personas murieron por enfermedades respiratorias porque el carbón que se quemaba en Londres para la calefacción de las casas y las fábricas quedó atrapado en la ciudad sin lograr salir por la densidad del frío. Churchill quien era el primer ministro del Reino Unido no encontraba explicación a los miles de decesos y decía que era “una cosa de Dios”. Hasta ese entonces no se sabía que el carbón causara enfermedades respiratorias y que fuera el causante de estas muertes. Fue un aprendizaje que llevó al Reino Unido a dejar de utilizar carbón reemplazarlo por gas con el propósito de tener energía más limpia.
Parte de este aprendizaje ha llevado al mundo a desestimular el uso del carbón, pero no podemos desconocer que ha sido fundamental para el desarrollo industrial y tecnológico que tenemos hoy.
Las energías limpias que queremos requieren más minerales de la naturaleza como el cobre y el litio. Que el gobierno de Colombia proponga áreas de protección en zonas donde es posible extraer estos minerales es renunciar a recursos que la misma naturaleza nos ha dado y que son valiosos para mejorar las condiciones de vida. Por supuesto que es importante producir alimentos y cuidar el medioambiente, pero eso no va en contravía de aprovechar los minerales que contribuyen a la transición energética. Una cosa no quita la otra.
Chile es un ejemplo, es de los principales productores mundiales de cobre, productor de uvas y de salmón.
*Empleado de Minera de Cobre Quebradona
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