Los invisibles de Colombia, un olvido que permanece

suficiente olvido ha tenido los campesinos; es importante visibilizarlos, conocer su realidad, sus necesidades, poder devolver con creces a ellos, todo lo que han dado por el desarrollo de Colombia”.


Las sonrisas más sinceras, y las miradas más puras, las he presenciado en el campo, en ese sector rural que es minoría en nuestro país en cuanto a su población, (estimada en un 19% sobre el total según datos del Banco Mundial) pero que se encuentran en un vasto territorio, lleno de riquezas y diversidad; también de dificultades y retos, por el olvido estatal y social. lo anterior hace que sea un sector bastante discriminado y en donde muy poco vuelcan las miradas del desarrollo, no desde la industria o cemento, si no desde la sustentabilidad, pues, desde el campo percibimos desarrollo, pero no se recibe en justa manera.

Entre tantos componentes importantes y necesarios en el campo, está la educación rural, el cual representa poco interés desde lo gubernamental, ¿Por qué?, quizá sea por ser una población invisible para muchos y sin alguna representación para las cifras de gestión, de aquellos personajes que se pelean en las esferas políticas a nombre propio o ajeno – porque ni políticos son – trabajan desde su ego y para su ego, desinteresados en la población vulnerable, ni la realidad, ni las múltiples necesidades del sector rural de Colombia conocen, pero ese tema, lo abordaremos con mayor profundidad en otro momento.

En las diferentes veredas, más precisamente a las escuelas rurales a las que he tenido la oportunidad de estar, sea desde el ejercicio político como concejal, o desde la participación en la Organización Meraki Proyecto Social, he evidenciado la fortaleza de los niños y niñas, que demuestran felicidad al uno llegar donde ellos, no lo ven a uno como extraño, lo hacen sentir como un invitado especial, en cada momento con una mirada pura, ojos brillantes; algunos con una mirada dudosa, pensando en quiénes somos, o a qué llegamos, otros siempre con una sonrisa sincera, expresivos, y cuyo saludo son abrazos llenos de energía, porque eso es lo que uno recibe, energía, alegría, y muchas enseñanzas con sus historias. Y como olvidar a las profesoras y profesores, que en la mayoría de casos, es solo un docente por escuela, asumiendo con amor la formación de niños desde preescolar hasta quinto en una sola aula, donde es también biblioteca. Es en ese sentido que, para muchos de nosotros, son los considerados los verdaderos héroes de Colombia, país al que poco le importa una educación con calidad. Unos profes viajan desde su hogar, otros por dificultades de movilidad o distancia, se quedan a dormir en la propia escuela, ratificando ese amor por la docencia, por la formación, en esos rincones del país.

Esas salidas me confirman las dificultades en la educación rural de Colombia, en el olvido que están inmersos nuestros campesinos, y sobre todo, la falta de oportunidades para nuestros niños, niñas y jóvenes que se forman en una escuela, que en ocasiones, queda a una distancia considerable de sus hogares, y cuyo único transporte, es caminar unas cuantas horas por carreteras que no siempre están en sus mejores condiciones, y enfrentando los peligros de ir solos, o con sus compañeros que se van encontrando en el camino, algunos que ni superarán la edad de los 11 años, y esto para llegar alegres donde sus demás amigos, y por supuesto, saludar con amor a su querida profe, es esto, lo que hace que esas horas de camino, para ellos lo valgan todo.

Hay una frase que me hizo reflexionar después de una de esas salidas, más precisamente a la escuela rural Roque Lopera en la vereda Santa Ana de Donmatías, conversamos con un joven que está en el grado 5to, y quien se desplaza caminando en un tiempo considerable para llegar a su aula de clase, le dijimos que le enviara un mensaje a las personas, aquellas que les da pereza ir a estudiar, y esto fue lo que nos dijo: “A la gente que está estudiando y que le da pereza, es mejor que no estudien, porque si no lo van hacer con amor, ¿entonces para qué están haciendo las cosas?, nosotros tenemos que caminar desde nuestras casas y venimos con muchas ganas de aprender, entonces yo me hago esa pregunta, y también se la deberían hacer ustedes”. Esta frase se puede interpretar desde varios aspectos, y en todos, nos hace reflexionar, tanto desde el ámbito académico, como desde cualquier otro en la vida, el mensaje es claro, todo lo que vayamos hacer, que sea hecho con amor, porque si no es así, ¿Entonces para qué estamos haciendo las cosas?

Tenemos una gran deuda con nuestros campesinos, con nuestros niños, niñas y jóvenes que se están formando desde el sector rural, suficiente olvido ha tenido los campesinos, es importante visibilizarlos, conocer su realidad, sus necesidades, poder devolver con creces a ellos, todo lo que han dado por el desarrollo de Colombia.

Juan Camilo Madrid López

Hijo de Donmatías, pueblo de solidaridad y cooperativismo, creyente y actor del desarrollo territorial desde lo social. Concejal de Donmatías, estudiante de Derecho en la Universidad de Medellín. Miembro Cofundador de MERAKI Proyecto Social.

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