Ahora, en tiempos de plena campaña electoral, es común escuchar a los famosos Gurú del marketing político saltando y revoloteando por todas las sedes y partidos políticos del país, donde los candidatos buscan el milagro y la receta de dichos reyes magos para ganar la elección.
Los consultores políticos han modificado los estilos y contenidos que los políticos utilizan para comunicarse con el electorado. El progresivo conocimiento de las técnicas para convencer, persuadir y vender la imagen de los candidatos políticos con propiedad, dio origen a una nueva generación de profesionales en la comunicación y el marketing político, quienes se han encargado de darle vida a las estrategias que hacen llegar a los altos cargos de dirección política mediante la definición de campañas electorales con un poder y liderazgo superficial y basado en el juego emocional del miedo y la rabia.
Dichos especialistas están cada vez más preocupados por el posicionamiento estratégico de sus candidatos, enfatizando en la importancia del mensaje central de campaña, elaborando planes de comunicación, segmentación de mercados y estrategias mediáticas para dar a conocer al candidato generando una alta personalización de la política.
De igual manera, estos especialistas se inclinan más por definir las campañas en términos de operaciones de marketing político, se concentran en aspectos como la disponibilidad de fondos de campaña, el manejo estético de la publicidad y el uso sin cuartel de las redes sociales, olvidándose de los factores fundamentales de una campaña electoral en una democracia joven como la colombiana, en la que se debe orientar las estrategias a la institucionalidad y la legitimidad del Estado, los partidos políticos y los mismos políticos con respecto a los ciudadanos.
Los consultores políticos deben ayudar a canalizar los mensajes reales, que conecten las necesidades de los ciudadanos y los candidatos. Deben plantear las estrategias y la planeación para mejorar y fortalecer la organización partidista fuerte y eficaz, con políticas programáticas de sus respectivas ideologías, deben ayudar a sus dirigidos a construir la esperanza y no generar el terror y la desesperanza colectiva y deben, por encima de todo, hacer que la gente vuelva a creer en los políticos y las instituciones y no creer que Colombia es un simple capítulo de House of Cards (serie de televisión).