“Es momento de evolucionar como sociedad y entender que el cuerpo de una mujer es propiedad de ella y solo de ella, por lo cual este cuerpo no se viola, no se toca, no se marca, no se quema, no se corta. Sino que se le respeta su libertad de ser, de decidir y de amarse.”
En Colombia, históricamente hemos visto cómo el cuerpo no es nada, o bueno, sí lo es, es: falsos positivos, cifras de violaciones sexuales que durante el conflicto armado según el libro “La guerra inscrita en el cuerpo” del Centro Nacional de Memoria Histórica, todos los actores del conflicto armado interno fueron perpetradores de violencia hacia los cuerpos de mujeres, niños o niñas. Además, el cuerpo también es percibido como posesión o mano de obra y mercancía para el consumo, como lo podemos evidenciar en la historia registrada y narrada de los años de esclavitud donde millones de africanos y descendientes de áfrica fueron marcados, trasladados en contra de su voluntad, violados, y víctimas de otras agresiones hacia el cuerpo que van en contra de la dignidad humana.
Particularmente los cuerpos de las mujeres, aun en la interseccionalidad, están sujetos a que sean violentados; ya sean mujeres cis, mujeres trans, mujeres negras, mujeres indígenas, gitanas, rurales o urbanas. Muchos llamarían mi hipótesis como exagerada y dramática, pero la verdad es que no sé qué otra conclusión puedo sacar de las noticias, cifras y realidades que podemos conocer, y que sabemos no son el 100% de los casos.
Según el Observatorio feminicidios Colombia*, durante la cuarentena se registraron 113 feminicidios en el periodo de 16/03/2020 al 22/06/2020. Un caso que tocó a todo el país e inició la reflexión sobre la vida de las mujeres en la cuarentena fue la muerte de Daniela Quiñones, una estudiante universitaria, pero antes de esto la ONU-Mujeres Colombia ya se había pronunciado sobre como la cuarentena agudiza las violencias que sufren las mujeres en el país, no es un secreto que la mayoría de perpetuadores estos hechos violentos son personas cercanas a la víctima o de sus círculos sociales.
Sobre la violencia hacia los cuerpos de las mujeres en la cuarentena, no solo preocupa el estar en casa con el victimario sino también la posibilidad del aumento de la violencia por consecuencias del estado de la salud mental y la poca capacidad para manejar las implicaciones de la pandemia como son: la estabilidad emocional y la toma de decisiones en estos tiempos de incertidumbre. Hasta la experiencia ante el acoso callejero cambia, pues, si con muchas personas en las calles las mujeres son víctimas o testigo de cómo sus cuerpos son reducidos a los que más llame la atención sexual de quien acosa, ya sean sus senos, pezones, piernas; entre otras partes del cuerpo, en la soledad la percepción de seguridad es poca y el temor a no solo ser acosada sino también a ser atacada aumenta.
Las mujeres trans también han sido víctimas de lo que yo denomino “Los cuerpos de nadie”. Esa percepción donde se le niega la dignidad humana a las mujeres, donde se desconoce su cuerpo como suyo. Entre enero y junio en Colombia se registraron 7 trans-feminicidios, uno de ellos nos dio apertura a la reflexión sobre el sentido de los cuerpos de las mujeres trans en nuestras sociedades, fue hecho registrado en Santa Marta, Magdalena; donde una mujer trans fue asesinada con arma blanca y no solo fue víctima de trans-feminicidio, sino que también después de muerta fue re-victimizada por un medio de comunicación local, que además de exponer fotos de su cuerpo post mortem, desconocen su auto reconocimiento como mujer con la siguiente frase “Hallan hombre muerto con heridas de arma blanca en el barrio Cristo Rey”.
La reflexión a la cual quiero llegar hoy es que iniciemos como sociedad a darnos cuenta que se ha desconocido el derecho a las mujeres de decidir sobre su cuerpo y se ha negado el respeto a estos como principio de dignidad humana; que se reconozca que la violencia en el cuerpo de una mujer no solo es cuando se viola, sino también cuando se desconoce su auto-reconocimiento, cuando socialmente se denigra por la forma en la que decide llevar su cuerpo; es momento de comprender que el cuerpo de la mujer también implica su cabello, por eso es necesario dejar a un lado el término “pelo malo” o de presionar a la mujeres negras y de cabello afro a lograr una expectativa frente a cómo debe ser su cabello afro.
El cuerpo de una mujer también es decidir sobre su sexualidad, no únicamente decidiendo con quién se acuesta, sino también cuándo y con quien se reproduce o si desea ser madre, también es tener acceso a educación sexual integral, poder conocer cada parte de su cuerpo.
Es momento de evolucionar como sociedad y entender que el cuerpo de una mujer es propiedad de ella y solo de ella, por lo cual este cuerpo no se viola, no se toca, no se marca, no se quema, no se corta. Sino que se le respeta su libertad de ser, de decidir y de amarse.
*Observatorio feminicidio Colombia (2020). Recuperado de http://observatoriofeminicidioscolombia.org/index.php/seguimiento/noticias/233-feminicidio-causas-significados
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