Mucho se ha dicho sobre el desempeño y resultados de gobierno del presidente Gustavo Petro en diversas áreas. Y es que ya van más de dos años de la llegada a la Casa de Nariño del primer líder de izquierda progresista en Colombia, como es apenas lógico, su gestión ha tenido el mayor escrutinio de todos los sectores, sobre todo de los medios de comunicación.
Indudablemente, el actual gobierno ha tenido aciertos y desaciertos. De manera particular las mayores dificultades se han concentrado en los hechos de corrupción en la Unidad de Gestión del Riesgo y Desastres -UNGRD-, la imposibilidad de sacar adelante las reformas sociales en el Congreso de la República, la persistencia en los problemas de seguridad y la Paz Total que no levanta cabeza, las bajas cifras de ejecución en ministerios clave como agricultura, vivienda, igualdad, deportes, ciencia y tecnología (entre otros).
Singularmente al presidente también le ha costado mucho desplegar una estrategia organizada que le permita generar alianzas y coaliciones con algunos sectores políticos y económicos tradicionales. El acuerdo nacional no funcionó y entró en declive desde diciembre de 2022. De ahí en adelante, Petro no ha conseguido establecer una ruta de diálogo y trabajo conjunto con algunos actores que son determinantes para la estabilidad política del país.
Sin embargo, lo que tanto le ha costado consolidar en la política interna del país, no ha sido un impedimento para avanzar en materia de política exterior con iniciativas políticas que considero han sido acertadas y lo han posicionado como un líder regional en América Latina y como un promotor y defensor de las causas humanistas en el mundo.
Es importante mencionar al menos cuatro aspectos en los que el presidente Petro ha acertado en asuntos internacionales:
El restablecimiento de relaciones con Venezuela ha sido fundamental para generar estabilidad y diálogos abiertos en la región, mejorar el flujo migratorio de una manera regulada y buscar acuerdos para enrutar nuevamente los intercambios económicos y comerciales entre ambos países. A pesar de esta buena relación, Petro no ha vacilado en sentar posición sobre la necesidad de más transparencia en las elecciones presidenciales que recientemente se llevaron a cabo en Venezuela.
La avanzada frontal contra la crisis climática, la protección de la Amazonía y el ordenamiento territorial alrededor del agua y la vida, han resultado ser decisiones muy sensatas del presidente. Esto le ha permitido proyectarse a escala regional y global en foros e instancias internacionales donde ha impulsado propuestas para acelerar la transición y transformación energética en el mundo, poniendo a Colombia como referente de esta iniciativa.
La denuncia global sobre todas las guerras existentes, lo ha llevado promover discursos que invitan a reflexionar sobre la importancia de enforcar las decisiones políticas de todos los países del mundo para preservar la vida de la humanidad. Ejemplo de ello fue su iniciativa ante la ONU de buscar una conferencia de paz tanto para Gaza, como para Ucrania. Y no ha titubeado para condenar el genocidio que Israel está cometiendo en Palestina, incluso tomando medidas drásticas como el rompimiento de relaciones con Israel y la suspensión de exportaciones de carbón al país hebreo -decisiones duras y arriesgadas, pero de un talante profundamente humanista-.
Y finalmente, la relación con los EE. UU. se ha caracterizado por ser conciliadora, pragmática y firme en los asuntos estratégicos. Una muestra de esto es el nuevo enfoque que la administración Petro le ha dado a la guerra contra las drogas, en un punto tan sensible como estos ha logrado hacer respetar su posición frente a los EE. UU., llegando a acuerdos para continuar trabajando de manera cooperativa, sin perder el apoyo y la financiación de Washington.
Considero entonces que Petro ha conseguido acertar en materia de política exterior en estos aspectos. Y a pesar de las complejidades y desventajas que tiene su gestión en la política interna, ha alcanzado logros, reconocimiento y posicionamiento de una agenda propia en los asuntos internacionales.
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