Logoi – Los sesenta

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.

Mauricio Montoya y Fernando Montoya

El I Ching o libro de las mutaciones, como también es conocido en Occidente, es un texto religioso para taoístas y confucionistas. Aunque se desconoce su autor, se cree que personajes legendarios, entre ellos Lao Tsé y Confucio, aportaron en su construcción. Su enigmático contenido ha sido estudiado por siglos, ya que los 64 hexagramas que lo componen brindan una variedad de sentencias, algunas paradójicas, que deben ser sometidas a la más precisa interpretación.

El hexagrama 60, por ejemplo, tiene como tema central la limitación equilibrada. Al inicio de la presentación de este puede leerse: limitando equilibradamente se ejerce influencia, pero no se debe insistir en límites amargos”. Una máxima compleja que nos hace pensar sobre la importancia, o no, de las limitaciones que se nos imponen o nos autoimponemos.

Los griegos, sabios en muchos temas, usaban en sus veladas, cargadas de licor y diálogos, la copa de Pitágoras, un recipiente para el vino, que se usaba para enseñar la moderación, ya que el diseño de la copa, impedía que esta se llenara por completo, pues si se excedía cierto nivel, el líquido comenzaba a regarse.

A todo esto, la pregunta del lector será: ¿qué tienen que ver el I Ching y la copa de Pitágoras con la expresión (“los sesenta”) elegida para la columna de esta semana? Pues la respuesta puede encontrarse en los años 60, una década que marcó el siglo XX y que, según sabemos, osciló entre las limitaciones y la lucha contra ellas. No en vano, uno de los grafitis más famosos de la época, llamaba a ser realistas, aspirando a lo imposible.

Los sesenta estuvieron marcados bajo la denominación de la contracultura, una forma de contestación a una cultura limitada e impuesta por los sistemas de la religión, la educación, la familia y la política. A pesar de que la Revolución Cubana triunfó el 1 de enero de 1959, un año antes de iniciar la década que nos ocupa, sus repercusiones inmediatas hicieron mella en cada uno de los años de los sesenta. El derrocamiento de Fulgencio Batista, a manos de un contingente de barbudos, abrió las puertas de escenarios azarosos, afirmando lo que rezaba otro de los grafitis del mayo francés de 1968, “las acciones no deben ser una reacción, sino una creación”. Sin embargo, siempre quedaba la duda sobre hasta dónde debía llegarse, no fuera ser que aquel lema de “violar a su alma mater” se volviera contra los violadores.

Mayo de 1960 trajo la aprobación de la píldora anticonceptiva, un peldaño más para esa revolución sexual que escandalizaba a conservadores y también a muchos liberales, esos mismos que en Colombia iban a misa y defendían los valores familiares por la mañana, pero que en la tarde salían a “pasar al papayo” (matar) a sus contradictores, para luego irse en la noche a celebrar con aguardiente y prostitutas.

En agosto de 1961, se puso límites a la libre circulación entre la Alemania Federal (RFA) y la Alemania Democrática (RDA). Alambre de púas y soldados armados impedían el transito hacia la parte occidental de Berlín. Con los años, la fortificación limitó a miles de berlineses orientales, quienes tuvieron que esperar hasta 1989 para derrumbar ese muro y, a la par, sus propios muros. No obstante, la protagonista de la película “Good Bye, Lenin”, defendía con su vida las restricciones con las que había crecido y educado a su familia.

En 1962, la guerra fría hizo de las suyas, incluso en las narices de la propia Iglesia católica. Un papa (Juan XXIII) elegido para ser de transición, como se reiteraba insistentemente en los medios de comunicación, se enfrentó a una institución conservadora que se negaba a romper (hasta hoy lo sigue haciendo) con algunos límites petrificados por más de veinte siglos. El Concilio Vaticano II presentó al mundo un nuevo rostro de la iglesia. Los detractores de tales reformas, manifestaron su temor a las consecuencias y por años han acusado a los reformistas de ser los responsables del nacimiento de doctrinas como la Teología de la Liberación.

Ese mismo año (1962), la guerra nuclear estuvo en su máximo límite. Los misiles nucleares en Cuba fueron la manzana de la discordia entre las dos potencias mundiales de la guerra fría (EE. UU. y URSS). No sabemos si la moderación llegó por las amenazas de Kennedy a Kruschev; por la resolución de retirar los misiles de la isla por parte de la URSS o por el miedo del mundo entero a perecer bajo las incandescentes ojivas nucleares. Tras la crisis, los gobiernos del mundo se pusieron de acuerdo para limitar el acceso y el uso de armas nucleares; otra mentira que se corrobora con el conflicto actual entre India y Pakistán, ambos con posesión de este tipo de armas.

1963 y 1968, respectivamente, fueron los años en los que se acallaron las voces de J.F. Kennedy y Martin Luther King, Jr. El primero, presidente de los Estados Unidos, quiso limitar el presupuesto para la guerra de Vietnam, resolución, entre otras, que le costó la vida, pues las ganancias ilimitadas de la guerra no deben ser truncadas nunca (les recomendamos ver la película “El señor de la guerra”). Por otra parte, el pastor Luther King, Jr. quiso acabar con las leyes de segregación que limitaban los derechos de la población negra en los EE. UU. Su lucha tuvo efecto en aquel momento, pues fueron reconocidos ciertos derechos civiles. Lastimosamente, en tiempos recientes, gobernantes como D. Trump acusan al discurso reivindicatorio de los pueblos afroamericanos de extralimitarse, al querer, según él, ideologizar, tergiversar la historia y tachar a la nación de racista.

También en 1968, revoluciones y manifestaciones estallaron por todo el mundo:

* El 31 de enero, una fecha, tal vez, común para los occidentales, marcaba para el calendario vietnamita (calendario chino) el inicio del año 4664 o como sería conocido posteriormente, el año nuevo del Tet. Dicha festividad infundió en los militantes del Vietcong un coraje extremo para la batalla y una plena confianza espiritual. El Ejército americano fue derrotado ese día, pero su respuesta no se haría esperar. Varias aldeas fueron arrasadas, la ciudad de Ben Tre fue destruida para salvarla, según argumentó un oficial norteamericano, y el territorio de My Lai fue testigo de una atroz masacre de miles de inocentes.

* En mayo, decenas de arengas, movilizaciones, grafitis, adoquines convertidos en proyectiles, barricadas y nombres como los de Dani El Rojo y Jean-Paul Sartre, harían tambalear a la V República francesa, instaurada 10 años atrás por el general De Gaulle.

El anhelo de miles de obreros por mejoras salariales y el descontento generalizado de los estudiantes, quienes además de exigir respuestas a su anterior generación, promulgaban el sueño de una universidad pensante y promotora de oportunidades (“En los exámenes, responda con preguntas”), de un Estado menos tecnócrata y burocrático (“Digo no a la revolución con corbata”) y de una sociedad que abandonara el consumismo y entonara la internacional (“Aprende a cantar la internacional”).

El mayo francés fue mas allá de sus límites, y la resaca fue mortal. Basta con leer a Vicente Verdú para entender lo sucedido con el movimiento. Al parecer, los reaccionarios habían salvado el barco. En su discurso de fin de año, de 1968, el primer ministro francés, Charles de Gaulle, exclamó: “Enterremos finalmente a los diablos que nos han atormentado durante el año que se acaba”.

* En agosto, el idilio de la Primavera de Praga, que había desafiado las normas soviéticas, fue aplastado por los tanques del Pacto de Varsovia. El suicidio de un soñador, la entonación de la melodía nacional y la resistencia poética de una multitud, acabaron con la utopía y dieron paso a las tragedias de la invasión, el exilio y el olvido.

En ese mismo mes, en la Convención Demócrata de Chicago (EE. UU) que elegiría al candidato presidencial bajo las normas tradicionales del partido, un grupo conocido como los “yippies” llegaron hasta el lugar de la reunión y, en un acto de provocación, nominaron a un cerdo (Pigasus el Inmortal) como candidato a presidente. La campaña fue corta, pues Pigasus fue confiscado y los líderes de la postulación fueron encarcelados.

De igual manera, en agosto, se llevó a cabo, en New York, la Feria de Música y Arte de Woodstock. Un festival en el que el rock, la droga y el sexo libre fueron los protagonistas en una sociedad arraigada a los valores puritanos, o al menos así lo afirmaban algunos.

* Desde septiembre, Ciudad de México se preparaba para ser el anfitrión de la versión número XIX de los Juegos Olímpicos. El 2 de octubre, diez días antes de la pomposa inauguración de las justas, las Fuerzas Armadas, por orden del presidente Gustavo Díaz Ordaz, dispararon contra miles de estudiantes que se manifestaban en la emblemática Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco). La masacre y los otros crímenes, cometidos posteriormente, quedaron opacados por los 63 récords que se rompieron en la competición.

Finalmente, en 1969, el hombre logró lo impensado al superar la esfera terrestre y llegar a la luna en la misión Apolo 11. Una hazaña que no ha sido repetida y que para algunos significó la victoria de la humanidad sobre las leyes de la naturaleza.

Sin duda alguna, los sesenta son una etapa difícil de olvidar. Estos hechos quedarán en nuestra memoria y en algunos años, cuando más archivos se desclasifiquen, seguro tendremos nuevas lecturas e interpretaciones de ellos, así como sucede cada vez que tiramos las monedas para consultar el I Ching.

 

Pd. No dejen de escuchar la canción “Papá, cuéntame otra vez” del cantante español Ismael Serrano. Una maravillosa síntesis de la época

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Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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