LOGOI – Guardia (Guardián – Guardianes)

Miembros de la Guardia Suiza, que presume de ser el ejército en activo más antiguo del mundo. EFE/ Gonzalo Sánchez
Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
Mauricio Montoya y Fernando Montoya

 

En la antigua cosmovisión griega se creía que la puerta de entrada al Hades estaba resguardada por Cerbero, un can de 3 cabezas y leal a Caronte, cuya tarea era la de impedir que los vivos entraran al inframundo y que los muertos salieran de él. Esta figura mitológica ha llegado a nuestro imaginario, adaptándose tanto al lenguaje futbolístico como al del argot popular. En el primer caso, resulta común escuchar, sobre todo en medios deportivos, hablar del portero o del arquero como un cancerbero, es decir, como un guardián de una portería (arco), que debe defender, a toda costa, de los goles o anotaciones del adversario; mientras que en la segunda connotación, suele usarse en referencia al perro que cuida un lugar, siendo común decir frases como “perro guardián”, o leer carteles que advierten sobre la presencia de perros bravos.

Han existido también, guardianes que han perecido en su labor de custodios. Casos como el del Dragón de la Cólquida que custodiaba el vellocino de oro y que fue asesinado por Jasón, apoyado por las tretas de Medea, quien tras la batalla se hizo dueño de la piel dorada (ese era otro de los nombres que recibía el vellocino de oro). Y aunque hechos como los de la Esfinge y Edipo o aquel del “derribo” de las murallas de Troya pueden sonar curiosos en este texto, son sucesos en los que un “guardián” ha sido derrotado.

La Edad Media dejó, entre sus historias, decenas de enigmas, como aquellos sobre monjes que cuidaban reliquias o libros prohibidos en los monasterios, o los que se contaban de las órdenes militares (Templarios, Hospitalarios, Teutónicos, la del Santo Sepulcro, etc), que se crearon para enfrentar a los musulmanes en las Cruzadas, recuperar los lugares santos y ser los guardianes de los peregrinos que los visitaban. Quién iba a creer que tiempo después, los vigilantes iban a terminar vigilados, perseguidos y condenados, muchos de ellos, a la hoguera por un rey (Felipe IV el Hermoso de Francia) y un papa (Clemente V) a los que ellos (los Templarios) habían servido y jurado proteger. Servicio y Juramento de protección que ha cumplido fielmente la Guardia Suiza. Fundada en el siglo XVI por el papa Julio II, su función es la de salvaguardar al papa y resguardar la Santa Sede. Así lo hicieron en 1527 cuando se enfrentaron al saqueo de Roma, liderado por el emperador Carlos I. La Guardia sufrió decenas de bajas, pero salvó la vida del papa Clemente VII.

En la Orden Franciscana, por ejemplo, la Regla Bulada (regla de los sometidos), que era enseñada a los novicios como el documento legislativo que regulaba la vida comunitaria, definía al superior como un ministro o guardián de la fraternidad, quien ejercía poder, no únicamente por su oficio, sino, también, en razón de su vida, obras y testimonio.

Generalmente, el guardián es un personaje relacionado con la labor de cuidar algo. En el Ejército se presta guardia; en la Marina se reconoce el título de Guardiamarina, adjudicado a los estudiantes de los últimos años de la Escuela Naval Militar y a quienes aspiran a ser Oficiales de la Marina de Guerra (en la armada española el grado de Guardiamarina existe desde 1717); y en otros escenarios militares, el guardia es el encargado de vigilar para que todo esté en orden, en otras palabras, se le considera un centinela que debe estar atento y vigilante.

No pueden pasarse por alto aquí, las famosas parábolas de Jesús en las que se llama a estar prestos y preparados (Lc 12, 35 – 48 y Mc 13, 33 – 37). “Estad siempre preparados y mantened las lámparas encendidas, y sed semejantes a los hombres que esperan a su señor”. Una clara alusión religiosa que invita a no distraerse, pues nadie sabe el día ni la hora, ya sea de su muerte o de la segunda venida de Cristo (Parusía).

Ya en tiempos más recientes, puntualmente en el siglo XX, a la palabra guardia se le adhirió un adjetivo: rojo. Los Soviéticos llamaron así, Guardia Roja, a los obreros que se unieron a la causa Bolchevique durante los primeros años de la Revolución Rusa y que fueron la base del Ejército Rojo. Por su parte, Mao Zedong denominó guardias rojos a todos aquellos que reclutó para llevar a cabo su Revolución Cultural, un proyecto que buscaba destruir cualquier tipo de elitismo burgués e imponer un modelo de vida comunista con bases rurales (no dejen de leer la novela –llevada a la gran pantalla– “Balzac y la joven costurera china” del escritor chino Dai Sijie).

Incluso en la televisión y en el cine, el término ha tenido protagonismo gracias a series, de los años 90, como “Guardianes de la bahía” (Baywatch), o debido a películas como “Batman, el caballero de la noche”, del que uno de los protagonistas del filme, sentencia: “él no es un héroe… Es un guardián silencioso, un vigilante de la noche”.

Pero, por qué hablamos hoy de esta palabra, cuyos orígenes se rastrean en el francés antiguo (guardein), llega al inglés, como wardein o gardein, y deriva al español con acepciones como guardia, guardián o gendarme, este último concepto relacionado con términos como gendarmería, muy utilizado en países como Argentina para referirse a un cuerpo militarizado que cumple funciones de policía urbana.

El debate surge en Colombia por una propuesta del actual alcalde de Bogotá (Carlos Fernando Galán), quien plantea la necesidad de crear un grupo de “guardianes del orden” para mejorar la seguridad de la Capital y apoyar a la policía. Una idea que para muchos es temeraria y revive el fantasma de las Cooperativas de Seguridad / Convivir, aprobadas en el país por el decreto 356 del año 1994 y que terminaron convirtiéndose en el tentáculo urbano del paramilitarismo.

Un par de escenarios diferentes en cuanto a este tema, no exentos de polémicas, son la guardia indígena y la guardia cimarrona, ambas concebidas y que operan en espacios mayoritariamente étnicos de Colombia, las cuales no están armadas, pero sí llevan bastones de mando que simbolizan su autoridad y reconocen su papel como defensores del territorio y de las tradiciones comunitarias.

La guardia indígena nació en 2001 como respuesta al aumento y la degradación del conflicto armado en sus resguardos y cabildos; mientras que la guardia cimarrona tiene una historia que se remonta al siglo XVII en San Basilio de Palenque (Cartagena), donde se refugiaron los cimarrones (esclavos que huían de sus amos y de las plantaciones) para poder vivir en libertad.

Por tanto, como ciudadanos reclamamos, de las fuerzas legítimas, el cuidado y la protección de nuestra integridad. No obstante, objetamos cualquier tipo de persecución, represión o violación a nuestra intimidad, por parte de esas mismas fuerzas o de cualquier otra (sospechosa) que se avale por capricho de un gobierno, sea este local o nacional.

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Adenda 1: En el año 2024, Yahir Acuña, alcalde de Sincelejo (Sucre), implementó un grupo de vigilancia privada, motorizado y armado, que recorría las calles de la ciudad de Sincelejo y cumplía con las mismas funciones de la policía. Esta estrategia de seguridad duró pocos meses, pues la Superintendencia de Vigilancia Privada y el Ministerio de Defensa ordenaron la suspensión de cualquier actividad de este tipo de grupos.   

Adenda 2: Agradecemos a Manuel Villegas por algunos de los aportes que se encuentran en esta columna.

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Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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