Logoi – Geopolítica (una mirada desde el fútbol)

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
Mauricio Montoya y Fernando Montoya

Nada mejor que hablar de geopolítica en tiempos de fútbol…

La selección Italiana es una de las favoritas para ganar la Eurocopa que se celebra en Alemania. Esperemos que a la primera ministra de ese país, Giorgia Méloni, no se le ocurra pasar por los camerinos, amenazando a los jugadores como lo hacía Mussolini en el mundial de 1934; ella ya hizo “suficiente” con viajar a Túnez y Albania ofreciendo dinero para que esos gobiernos detengan a toda costa (sin contemplación alguna) la migración hacia sus dominios.

Edi Rama, primer ministro de Albania (otro de los participantes de la Euro), ya ratificó el tratado migratorio con Méloni, dejando claro que su país albergará a centenares de inmigrantes irregulares, no estamos seguros si por filantropía o por recaudos bancarios; lo que sí es cierto es que los opositores, tanto italianos como albaneses, acusan a Italia y a la Unión Europea de querer convertir Albania en un “Guantánamo Italiano”.

Muy poco podrían refutar los ingleses, otra nación favorita para ganar el torneo, quienes ya pusieron en funcionamiento su Bibby Stockholm, un gigantesco buque con aspecto de bloque que ya está en el puerto de la isla de Portland y en el que son recluidos los ilegales que son capturados tratando de ingresar al “imperio”. Una política que ellos catalogan de “humanitaria” y que seguramente muchos otros replicarán mas temprano que tarde. Algo que, sin duda, no es muy diferente a lo aprobado por Hungría (una selección con poco favoritismo en la Euro) en 2018, cuando su parlamentó decidió castigar con cárcel a cualquier persona que ayudara a llegar al país a inmigrantes en condición irregular, entre ellos, también, a refugiados o solicitantes de asilo.     

Pero no sólo la inmigración es protagonista en esta Eurocopa, la xenofobia ya tuvo su primer acto. En el partido entre Croacia y Albania, los torcedores de ambas selecciones entonaron un cantico en el que se repetía: “muerte, muerte, muerte a los Serbios”. Algo que causó indignación internacional, incluso la amenaza de la federación Serbia de fútbol de retirar a su equipo de la competición si no hay castigos ejemplarizantes. Al parecer los fantasmas de la guerra de los Balcanes no se han ido. No olvidemos que la UEFA expulsó, por cuestiones políticas, a la entonces selección de Yugoslavia de la Eurocopa de 1992 que se celebró en Suecia. En aquella ocasión, los Daneses fueron invitados para reemplazar a los yugoeslavos y terminaron por coronarse campeones del certamen. Hoy tienen pocos chances de alzar el trofeo, pero su gobierno se siente fuerte y se planta de manera decidida contra los intereses de Rusia de transportar petróleo por el Báltico. Una disputa que se inscribe en el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania. Esta última (Ucrania), participante también en la Euro y a la que los países de Europa, muchos de ellos competidores en las justas de la Eurocopa, le han prometido armas y presupuesto para su guerra contra Putin. La UEFA que no podía quedarse atrás, prohibió el uso de banderas rusas en cualquiera de los partidos que dispute Ucrania en el torneo.

En cuanto a Francia (favorita en la Euro), la fractura de nariz de Mbappé parece preocupar más que las cuestiones agrícolas, temas por los que en los últimos meses una gran cantidad de agricultores han declarado el paro, acusando al gobierno de Macrón de imponer políticas económicas lesivas contra su gremio, entre las que se cuentan: la eliminación de la exención de impuestos al combustible para maquinaria y los altos tributos al campo.

El anfitrión (Alemania), potencia y gran favorito al título, no tiene el mismo optimismo en términos económicos, pues muchos economistas lo han catalogado como “el hombre enfermo de Europa” (apelativo que disgustó al ministro de finanzas alemán que se pronunció en contra de tal insulto), ya que en este año, 2024, su economía sufrió una recesión y los precios de la energía, la gasolina y el arroz se fueron a las nubes. Una consecuencia de la suspensión del gasoducto Nord Stream por el que se esperaba importar gas natural, más barato, desde Rusia.

En esta medida, la Europa que hoy respira fútbol, también es testigo de la conformación de un nuevo Parlamento Europeo que regirá desde Bruselas (Bélgica); de los impactos que causarán las conclusiones del último foro de Davos (Suiza) llevado a cabo el pasado mes de enero del presente año y cuyos temas giraron en torno a la confianza inversionista, la descarbonización de la economía y la IA (inteligencia artificial); del 32 aniversario de la separación pacífica (con todos sus bemoles) de la antigua Checoslovaquia en dos nuevas naciones (República Checa y Eslovaquia); del ímpetu de una “endemoniada” selección Turca que como el gobierno de Erdogán lucha por ingresar a la Unión Europea, mientras que en su país aplica normas que algunos consideran retrogradas (no en vano el apodo de Anti-Ataturk); de una España polarizada políticamente entre el PSOE y VOX; de los deseos independentistas de Escocia; de la determinación de la ciudadanía Georgiana que en las calles de Tiflis protesta contra una ley que obligaría a las ONG y a medios independientes que reciben apoyos financieros externos, mayores a un 20%, a registrarse como organizaciones defensoras de intereses extranjeros y a someterse a la vigilancia estricta del ministerio de Justicia del gobierno; de los intereses geoestratégicos de la OTAN en países de Europa del este (Rumanía, Polonia, Eslovenia y Ucrania); y, sobre todo, del viraje hacia políticas de derecha y ultraderecha en muchos territorios del continente (Países Bajos, Austria, Portugal).

Por otra parte, al otro lado del Atlántico, la Copa América vuelve a EE.UU, pues ya en 2016, en la celebración del centenario del campeonato, había aterrizado en tierras gringas. Toda una ironía, si tenemos en cuenta que el certamen es esencialmente sudamericano. La CONMEBOL, con sede en Asunción (Paraguay), no debe estar muy disgustada, pues las ganancias que el gigante norteamericano dio y dará a sus arcas deben ser bastante jugosas. Tanto así que la FIFA no quiso quedarse relegada y eligió a EE.UU como uno de los anfitriones (el más importante con 11 sedes) de la próxima copa del mundo del año 2026, privilegio que compartirá con México, país que acaba de elegir a Claudia Sheinbaum (continuadora del proyecto político de López Obrador) como la primera mujer presidenta en su historia, y Canadá, país en el que una de sus provincias (Columbia Británica) despenalizó la posesión de pequeñas cantidades de las llamadas drogas duras (cocaína,  fentanilo y heroína), generando un debate a nivel mundial. Sin embargo, serán los hijos del Tío Sam los más beneficiados económicamente, así como lo fueron en 1994 cuando la FIFA los eligió, sin tener una tradición futbolística arraigada, para ser la sede del mundial. Por suerte, en aquel momento no lograron lo que predecía Ricardo Arjona en una de sus canciones, titulada Noticiero, en la que decía: “El Fútbol gana terreno en los Estados Unidos. Quieren cambiar la estructura pa’ que tenga sentido. Hay que agrandar las porterías. Y ocho tiempos fuera pa’ vendernos porquerías”.     

No sabemos si en 2026 será Joe Biden o Donald Trump el que inaugure el mundial, lo que sí es claro es que el nuevo formato propuesto por la FIFA, para este evento, contará con 48 selecciones y la disputa de 104 partidos. 39 días para dinamizar la economía y “vendernos porquerías”.

En cuanto a los convocados a la copa América, Messi y su corte Argentina, la reinante campeona del mundo, tratarán de ratificar su favoritismo y desplegarán, por cada rincón de su país, un fervor que no despierta ni Javier Milei con su ley ómnibus, la cual en vez de acabar con la casta, como tanto lo cacareo el hoy mandatario durante su campaña, está sumiendo a los gauchos en una situación de carestía, en la que cada vez se escuchan con más terror palabras como: corralito, hiperinflación, dolarización o FMI.

En relación con el panorama electoral, este será protagonista en Uruguay (una de las selecciones más ganadoras del torneo continental, con 15 coronas, las mismas que Argentina); en Venezuela (Selección que al igual que la de Ecuador nunca ha logrado levantar el trofeo de este campeonato) y ya lo fue en Panamá (país que disputará por segunda vez en su historia la Copa América). Escenario, este último (Panamá), en el que triunfó en las elecciones, en el mes de mayo, el abogado José Raúl Mulino, muy cuestionado por ser el reemplazo del expresidente Martinelli que no pudo continuar con su aspiración presidencial debido a una condena por el delito de blanqueo de capitales, pero su captura no ha podido hacerse efectiva, ya que se encuentra asilado en la embajada de Nicaragua desde febrero de este año.

La copa América, el torneo más antiguo de selecciones del mundo, acogerá también este año, además de las ya conocidas escuadras latinoamericanas, a los seleccionados de México, Canadá, Jamaica y Costa Rica. Todos participarán de la edición número 48 de este evento futbolero, mientras que los gobiernos revisan el estimado de la tasa de crecimiento que publica anualmente el FMI para 2024; analizan el índice de Gini; proponen reformas estructurales a sus sistemas (Colombia); tratan de lidiar con catástrofes naturales (Brasil); promulgan medidas contra la escasez de dólares (Bolivia); buscan estabilidad institucional (Perú); luchan contra el crimen organizado (Ecuador); intentan revivir la idea de una nueva constitución (Chile); o estudian las consecuencias de una alta migración europea durante los últimos años (Paraguay).

Finalmente, algo común entre ambos continentes, vinculado tanto con la geopolítica económica como con el futbol, es el aumento de jugadores expatriados, es decir, extranjeros, que llegan tanto a Europa como a Centroamérica y Sudamérica. Una migración deportiva en busca de oportunidades en lugares diferentes a los de su nacimiento. Según el Observatorio de Fútbol (CIES), la tasa de futbolistas externos que llegan a estas ligas (UEFA, Concacaf y Conmebol) crece cada año. Para 2024 la UEFA alcanzó un total de 11.047 jugadores expatriados (en 2020 eran 9.334); la Concacaf tuvo 1.128 (en 2020 eran 1.020) y la Conmebol llegó a 1.267 (en 2020 eran 893). Una modalidad que se presenta, actualmente, bajo la idea del ascenso socio-económico.

Así las cosas, sólo queda decir que la palabra de nuestra columna de hoy es Geopolítica. Un neologismo acuñado por el profesor sueco Rudolf Kjellén y que se compone de las palabras Geo (tierra) y política (asuntos de las ciudades) y que mezclado en altas dosis con el fútbol (la única religión que no tiene ateos como aseveraba Eduardo Galeano) nos permite conocer las problemáticas por las que atraviesan las políticas nacionales e internacionales de diferentes países del mundo en relación con sus decisiones, alianzas, recursos, riquezas y ubicación estratégica.

Logoi

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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