Logoi-Cruzada

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
Mauricio Montoya y Fernando Montoya

 

El 11 de septiembre del año 2001, luego de los atentados contra las Torres Gemelas en Manhattan (EE.UU), el entonces presidente norteamericano, George Bush, pronunció un discurso en el que condenada el hecho. Sus palabras se dirigieron contra aquellos a quienes consideraba responsables (musulmanes extremistas), lanzando amenazas contra pueblos a los que calificó de bárbaros y auspiciadores del terrorismo.

Uno de los términos utilizados por el mandatario, en su intervención, fue el de cruzada. Bush dijo que era hora de emprender una cruzada internacional contra los terroristas del mundo. Sus aliados (España, Reino Unido y Francia) aplaudieron y apoyaron sus intenciones. Sin embargo, pocos prestaron atención a lo que un concepto como el de cruzada significaba para los oyentes que estaban al otro lado del mundo.

En 1095, el pontífice Urbano II instó a todos los católicos del orbe a dirigirse a Jerusalén y liberar los lugares sagrados de las manos sarracenas. Lo que nunca les dijo a los mercenarios, enfilados para ganar el cielo, era que esos lugares, al igual que la figura de Jesús, también eran venerados por los musulmanes.

Ocho grandes confrontaciones (sin contar las legendarias, como aquella cruzada de los niños inocentes en la Edad Media) dejaron como saldo miles de almas en el purgatorio, un rey ahogado en un río (Federico I Barbarroja) y otro canonizado por su arrojo piadoso (Luis IX de Francia).

Las cruzadas son uno de los hechos más vergonzosos de la historia de las religiones. Nadie debería estar obligado a profesar algo en lo que no cree. A las cruzadas se les llamó así, no porque los cruzados fueran atormentados o crucificados como sugiere la etimología latina de la palabra (cruciātus), sino porque fueron a defender, según ellos, la fe que les había legado la cruz de Cristo.

Pero, las cruzadas, entendidas como estrategia de persecución e imposición, no han desaparecido. La Inquisición emprendió, en su momento, una cruzada contra las mujeres que dominaban los secretos de la naturaleza (botánica); persiguió a los cátaros, a lo largo del siglo XIII, culpándolos de herejía; e incluso suscribió un index (lista) que prohibía la reproducción y lectura de libros acusados de afectar la moral y las creencias cristianas. Los nazis, los comunistas, los fanáticos religiosos y cualquier otro afiliado a los “ismos” que han pululado en la historia (no vayan a pensar en el ex procurador colombiano Alejandro Ordóñez), calificarían como un buen cruzado para protagonizar “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, no como memorialistas, sino como pirómanos.

Durante el siglo XX, icónica fue la imagen de Francisco Franco como un cruzado, replicada por la propaganda fascista y católica que veían en él, un restaurador que llevaría a España nuevamente a lo que los anarquistas y rojos republicanos les habían arrebatado. Dicha cruzada costó una guerra civil (1936 – 1939), una dictadura de más de 30 años y miles de desaparecidos que aún hoy no han sido recuperados (el caso del poeta Federico García Lorca).

Otras cruzadas fueron las emprendidas por países antiguamente pertenecientes a la URSS, cuyo fin era la desestalinización de sus aparatos estatales y de pensamiento. En nuestros tiempos recientes, dos ejemplos de cruzadas son el caso de los campos de reeducación instaurados por China en sus fronteras con naciones musulmanas y que afectan, especialmente, a poblaciones minoritarias como los Uigures. La intención: eliminar ideologías fundamentalistas. Además, la fundación de monasterios budistas en África, con el fin de instaurar relaciones de empatía hacia doctrinas que provienen del gigante asiático.

Las ambiciones de Bush (hijo) y sus mentiras para sustentar su cruzada ideológica y económica contra países como Afganistán e Irak (cuna de la civilización), todavía no han sido juzgadas. No obstante, eso no parece ser lo peor. En la actualidad, administraciones como la de Donald Trump, que ya mostraron en el pasado de lo que son capaces sus seguidores al tomarse violentamente el capitolio en 2021, han iniciado cruzadas económicas contra derechos fundamentales, contra la educación y contra la cultura. Así parece evidenciarse en la orden ejecutiva firmada contra la Institución Smithsonian, un complejo de centros museísticos y de investigación, que el gobierno de Trump acusa de adoctrinamiento y de seguir ideologías progresistas, dañinas para la identidad estadounidense.

La cruzada ha llegado a tal punto, que ni siquiera los animales se han salvado, pues el zoológico que pertenece al complejo de Smithsonian también es señalado y las Islas Heard y McDonald, habitadas exclusivamente por pingüinos y focas, han sido castigadas con aranceles. Con esto, nada mejor para terminar esta columna que un fragmento de la canción “sobreviviendo” de Víctor Heredia y La Beriso:

 

No quiero ver un día manifestando
Por la paz en el mundo a los animales
Cómo me reiría ese loco día
Ellos manifestándose por la vida
Y nosotros apenas sobreviviendo
Sobreviviendo

Logoi

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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