Logoi – Calendario

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.  
Mauricio Montoya y Fernando Montoya
 

“En ti, alma mía, mido los tiempos…”

San Agustín de Hipona.

 

El 24 de enero de 1918, del calendario juliano, Vladimir Lenin firmó un decreto por el que Rusia adoptaría el calendario gregoriano a partir del mes de febrero. Pero las cosas no eran tan fáciles. Debido a un desfase en los tiempos de duración del año de cada calendario, en 1918 se acumulaban trece días de diferencia entre ambos almanaques. Así las cosas, la resolución de Lenin trajo como consecuencia que el de febrero fuera en realidad el 14. En otras palabras, los rusos se acostaron el 31 de enero de 1918 y despertaron el 14 de febrero del mismo año. Además, la nueva forma de medir el tiempo hizo que los bolcheviques pasaran de celebrar, hasta el día de hoy, el triunfo de la revolución del 25 de octubre (calendario juliano) al 7 de noviembre (calendario gregoriano).

No obstante, este problema ya había causado estragos en el siglo XVI (1582) cuando el Papa Gregorio XIII implementó un nuevo calendario con su nombre, aboliendo el calendario juliano, y tuvo que borrar diez días. Como resultado de ello, Santa Teresa de Jesús que había fallecido el 4 de octubre de 1582 fue enterrada el 15 de ese mes. En realidad 24 horas después, pero según el calendario con diez días de diferencia.

Estas y otras particularidades son las que traen los calendarios, pues aunque el mundo se rija por los parámetros de la globalización y avale, específicamente, el calendario gregoriano, si alguna persona, en otra parte del mundo, lee esta columna el día de mañana y en sus formas de concebir el tiempo todo gira alrededor de un calendario político o religioso, entonces un musulmán la estará leyendo en el año 1446; un chino en el 4772; un hebreo en el 5780; un norcoreano en el 114 (estos basan su calendario en la fecha de nacimiento de su líder fundador –Kim Il Sung– ocurrida en 1912); y un budista en el 2569. Tan solo por explicar un caso más, el del calendario budista, hay que decir que estos cuentan sus años a partir del 543 a.C. fecha en la que Siddhartha Gautama alcanzó la iluminación (nirvana).

Por otra parte, el calendario judío, que mezcla los ciclos lunar y solar, posee un mes llamado Nisán y este es la referencia para la celebración de la Semana Santa cristiana, ya que se cree que Jesús fue crucificado dicho mes, el día 14 o 15, cuando se conmemoraba la Pascua judía (pésaj). Al ser el Cristiano un calendario solar y el judío uno lunisolar no hay una sincronía, por lo que la Semana Santa suele moverse cada año entre los meses de marzo y abril, ubicándose siempre lo más cercano a la luna llena del 14 o 15 del mes hebreo de Nisán.

En cuanto a un calendario como el islámico, con características solamente lunares, su punto de inicio no es el nacimiento de Jesús, a quien consideran un profeta, sino el momento de la hégira o huida de Mahoma de La Meca a Medina para salvar su vida, en el siglo VII d.C. (año 622). Uno de los meses de su calendario es el llamado Ramadán, que en su orden es el noveno mes del año lunar musulmán, y el que los profesantes del islam creen que fue el tiempo en el que Mahoma recibió la revelación del sagrado Corán.

Todo esto de los calendarios tiene sus orígenes en el antiguo calendario de los romanos (no confundir con el calendario juliano), para quienes la palabra se relacionaba con las calendas, del latín kalendae, que eran el primer día de cada mes. El término (calendario) también solía vincularse con el verbo calare (llamar), puesto que era ese primer día, cuando el pontífice (figura encargada, en la antigua Roma, de los asuntos religiosos) llamaba al pueblo para informarle sobre las festividades religiosas del mes.

Entre las singularidades de los calendarios están los años bisiestos, utilizados tanto en el calendario juliano como en el gregoriano, una expresión que en Roma significaba “sexto día antes de las calendas de marzo” y se refería a un día que se agregaba cada cuatro años al mes de febrero. En el calendario juliano se añadía después del 24 y en el gregoriano tras el día 28. Con este mecanismo, se buscaba superar el problema de inconsistencia en la duración entre el año civil, de 365 días, y el año solar, de 365,242 días, lo que generaba un desfase de seis horas por año, es decir, 24 horas cada cuatro años.

Por último, el tema de los calendarios es tan versátil que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lleva varios años adelantando la navidad por decreto. Este año (2025) comenzó desde el de octubre, bajo el argumento del “derecho a la felicidad” de los ciudadanos. No sobra decir, a pesar de que esa puede ser otra discusión, que los aniversarios son también polémicos en el espectro de los calendarios. Tal vez fue por eso que el gobierno mexicano de Felipe Calderón, en el año 2010, le prestó mayor atención a conmemorar el bicentenario de la independencia que al recuerdo del centenario de la revolución mexicana; o que Vladímir Putin decidió restarle importancia, desde el año 2005, a la conmemoración de la revolución bolchevique e instauró en noviembre, el día 4, una celebración en nombre de la unidad nacional, evocando el levantamiento popular de 1612 en el que se liberó a Moscú de la ocupación del Ejército polaco.

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Adenda 1: Una curiosidad poco conocida es que los atletas rusos llegaron tarde a las Olimpiadas de 1908, celebradas en Londres, pues para esa fecha todavía utilizaban el calendario juliano (en ese momento la diferencia era de 12 días). Así que cuando los ingleses iniciaron las justas el 27 de abril de 1908, los rusos apenas marcaban el 15 de abril en su calendario.       

Adenda 2: Agradecemos a Manuel Villegas por algunos de los aportes que se encuentran en esta columna.

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Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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