Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
Mauricio Montoya y Fernando Montoya
“Murió Núñez, el vil buitre lírico, murió envenenado por los jesuitas, con las complicidades venales del amor…”
Tomado de “Los divinos y los Humanos” – José María Vargas Vila
La palabra bestiario proviene del latín “bestiarius” y significa “relatos sobre fieras”. Este tipo de textos se hicieron populares, esencialmente, durante la Edad Media, pues referían historias sobre “animales” reales y fantásticos que podían ser benéficos o malignos según las circunstancias y sus relaciones con los humanos.
La taxonomía de los bestiarios ha sido construida por muchos autores a lo largo de la historia de la literatura. No obstante, una de las más curiosas puede ser aquella que trae Borges en un ensayo, titulado “El Idioma analítico de John Wilkins”, en el que dice que: «según cierta enciclopedia china los animales se dividen en “(a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas”. Una imaginación sin límites.
En los bestiarios se suelen encontrar figuras como el Burak, un equino alado que según la tradición musulmana fue el que trasladó a Mahoma de la tierra al cielo para que fuera purificado, se encontrara con los 4 profetas predecesores (Noé, Abraham, Moisés y Jesús) y recibiera el mensaje que debía entregar al mundo. Otro referente particular es el Yety, también conocido como el abominable hombre de las nieves, un hibrido entre humano y gorila, del cual se dice que habita en el Himalaya y que es hostil a los seres humanos. Quizá por eso, durante mucho tiempo, nadie se atrevió a cruzar por allí. Sin embargo, los que han llegado aseguran haber visto su sombra o escuchado sus gruñidos.
La lista sería interminable, pero con el fin de provocar a nuestros lectores, les dejamos unos cuantos nombres que pueden investigar: La hidra de lerna, anfisbena, el leprechaun, los isondú, la salamandra y el ghoul.
Por otra parte, y aunque resulte extraño, el concepto de bestiario puede asociarse también con el aspecto político, en el que una figura autoritaria, personalista, violenta y represiva sería una clara representación de un monstruo o una bestia a la que habría que temer. En el escenario colombiano, por ejemplo, el político conservador Laureano Gómez, apodado por los liberales como“el monstruo” (nunca sabremos si por su grandeza política o por su perfidia), pronunció en Medellín, meses después de los acontecimientos de abril de 1948, un discurso en el que comparó al partido liberal con el basilisco, esa figura terrible de la mitología griega que era representada como una serpiente gigante, inundada de veneno y que mataba con tan sólo mirar a su enemigo.
En este mismo sentido, un referente que no debe pasarse por alto es el texto del escritor Bogotano Alfredo Iriarte: “Bestiario tropical”. Una variedad de anécdotas y crónicas en las que Iriarte se vale de la sátira y narra las extravagancias y barbaridades cometidas por varios de los dictadores hispanoamericanos. Una de las acciones más aterradoras se encuentra relatada en el capítulo titulado “Dios y Trujillo” en el que se cuenta la famosa masacre del perejil (1937) ordenada por Leónidas Trujillo y cometida por el Ejército Dominicano contra miles de haitianos indefensos. Se dice que, frente a tal hecho, el entonces secretario de Estado de los Estados Unidos, Cordel Hull, dijo: “Trujillo es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Así las cosas, los bestiarios parecen estar más vigentes que nunca. Cualquiera podría tomar hoy un lápiz y un papel y comenzar a escribir su propio bestiario. Tal vez pueda servir como ejemplo la lista de pederastas que dejó, el también pederasta, Jeffrey Epstein antes de morir.
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