Muchos creen en el viejo adagio que dice que quien madruga, dios le ayuda pero existen personas que no funcionan en la mañana por más que lo intenten. Esta columna va dedicada a esos que se reconocen a sí mismos como buenos trasnochadores pero que pelean en las mañanas con las cobijas y que, aun después de estar sentados en el borde de la cama, pueden fácilmente volver a caer en un profundo sueño.
¿Qué hacen esas personas para llegar a cumplir con sus deberes a las ocho de la madrugada? Los habitantes de zonas rurales son despertados por pájaros, gallos, perros y campanadas de iglesia y los citadinos por el ruido de motores, pitos y sirenas. Todas estas formas de despertar son opciones que hacen parte del medio ambiente, pero el hombre ha creado el triple de opciones para ayudar a los más dormilones a salir de sus profundos trances.
Como un concierto de alarmas, algunos pueden optar por activar varios relojes despertadores que van desde los que hacen un ruido hasta los que despiertan con música o en una emisora radial.
Muchos bellos durmientes, generalmente, extienden su mano para intentar detener el sonido, otros activan el repetidor de alarma para tener cinco minuticos más de sueño y los demás despiertan a los diez o quince minutos aún aturdidos y desapercibidos del estruendo.
Con los celulares inteligentes, los relojes despertadores y los radio-relojes se han convertido en artefactos del pasado. La ventaja de usar el celular como despertador es la posibilidad de escoger la aplicación, el tono o la canción y hasta el volumen con el que se quiere despertar.
Para quienes aún viven con los padres, no faltan las mamá-alarma que vienen en todas las presentaciones. Está la amorosa que despierta a punta de besos y te lleva traguitos de chocolate a la cama. Está la pasiva-agresiva que te amenaza con dejarte sin desayuno si no te levantas ipso facto o la claramente agresiva que te quita las cobijas de un tirón o te para de la cama de un grito.
Los amantes de mascotas poseen el gato-alarma o perro-alarma que igualmente vienen de varios tipos: de agudos y lastimeros maullidos o ladridos, juguetones saltarines y lamedores o los pasados de amorosos que entierran sus afiladas garritas y muerden nariz y orejas.
Especialmente los fines de semana cuando los adoradores de Morfeo podrían dormir hasta más tarde, pueden ser despertados por el vendedor que anuncia su mercancía a todo volumen con megáfono en mano, aunque según el Reglamento para el Control de Contaminación por Ruido del Ministerio de Salud, están prohibidos.
Despertar a los somnolientos y perezosos siempre será un reto. Por eso, los diseñadores cada vez crean mejores artilugios que van desde despertadores que simulan la luz del día, hasta despertadores con movimiento o los silenciosos cuya función de apagado es activada al sacudir la mano para detener la vibración, asegurando que quien lo lleve no pueda quedarse dormido.
Quienes no tienen dinero para adquirir despertadores de última tecnología siempre podrán poner la alarma 15 minutos antes y entre más lejos de la cama mejor. ¡En situaciones extremas, medidas extremas!
[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-iad.xx.fbcdn.net/hphotos-prn2/t1/1796567_10151937446853683_326852548_n.jpg[/author_image] [author_info]Sandra Gaviria Monsalve Licenciada en Lenguas Modernas de la Universidad Pontificia Bolivariana con Maestría en TESOL de West Virginia University y Maestria en Educación de Maharishi University of Management. Comunicadora Social de la Universidad EAFIT. Ha sido colaboradora de la Revista El Eafitense y publicado algunos artículos en el Periódico el Mundo de Medellín y ADN. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
Falto el cacerolazo por la mama