Lo que está en juego

Se estima que cada día tomamos alrededor de 35 mil decisiones, muchas de ellas de manera inconsciente, pues, de no ser así, vivir sería insoportable. Sin embargo, ¿cuántas de estas decisiones realmente ameritan ser tomadas con criterio, reflexión profunda y anticipación de sus posibles consecuencias y repercusiones? Lo menciono porque existen pocas circunstancias en la vida en las que uno puede dar marcha atrás y corregir en caso de equivocarse. Mañana es una de estas circunstancias: no hay marcha atrás, y lo que está en juego nos afecta a todos, querámoslo o no.

Hoy, martes 5 de noviembre, millones de ciudadanos en Estados Unidos decidirán quién debería liderar el país durante los próximos cuatro años a partir del 20 de enero. Muchos ya han votado, y hasta ahora no hay indicios claros de que uno de los candidatos tenga ventaja sobre el otro. En otras palabras, la carrera presidencial se decidirá en el último momento, con el conteo y certificación del último voto. De hecho, se estima que, difícilmente, se obtendrá una decisión definitiva el mismo día. Este es el primer aspecto que está en juego en las elecciones de mañana: la credibilidad del sistema democrático.

Tras los acontecimientos de las elecciones de 2020 y el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021, la retórica de los seguidores del expresidente y ahora candidato Trump ha sido la de negar los resultados de entonces y, este año, de anticiparse a señalar a la contraparte como tramposa y a las elecciones como manipuladas. Incluso, se especula que Trump podría declararse ganador de forma prematura, sumiendo las elecciones en una incertidumbre que sería difícil resolver en un solo día.

Estados Unidos ha sido un estandarte para los sistemas democráticos en todo el mundo, y en un contexto de creciente fervor nacionalista e incluso fascista en diversas regiones, resulta crucial comprender lo que está en juego si Donald Trump volviera a asumir la presidencia. Su admiración por líderes tildados de autoritarios es evidente, y en sus discursos ha insinuado medidas que tomaría contra sus adversarios políticos, así como cambios para fortalecer el poder del Ejecutivo.

Además, está en juego la permanencia de las alianzas y organismos multilaterales que, a pesar de sus ineficiencias y críticas, han contribuido a una sensación de paz desde la Segunda Guerra Mundial. Un eventual regreso de Trump a la Casa Blanca significaría un retroceso en la “Pax Americana”. Hoy, conflictos surgen en distintos puntos del planeta, como la guerra entre Rusia (y ahora, Corea del Norte) y Ucrania, o el conflicto en Medio Oriente entre Israel y Hamas, con la participación cada vez más activa de Irán.

Por último, lo que está en juego es la capacidad del ser humano para manejar el desacuerdo de forma sensata. En Estados Unidos, desde el partido que apoya a Trump, se refieren a sus opositores como “enemigos internos”, una retórica que exacerba la polarización y pone en peligro a quienes históricamente han representado la independencia de pensamiento, quienes ahora son juzgados, y hasta amenazados, simplemente por sus ideas divergentes. En esencia, se está atacando la libertad de pensamiento y el derecho que todos tenemos a pensar por nosotros mismos, incluso si nuestras ideas no coinciden con las de la mayoría.

En conclusión, lo que está en juego mañana no es solo el futuro de un periodo presidencial de cuatro años, sino, me atrevo a decir, décadas de nuestra vida en sociedad. Nos enfrentamos a una posible era de oscuridad similar a las antesalas de las grandes guerras mundiales. Solo espero que la decisión de mañana permita un mejor futuro, porque, de lo contrario, no habrá marcha atrás.

Santiago Zapata Serna

Soy un curioso innato, apasionado por la lectura y en general los temas financieros y de economía en general. Me encanta una buena conversación y de vez en cuando escribir sin tinta lo que se me viene a la mente.

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