Con los años se convertirá en un mito, igual al del gerente de las décimas del aguardiente. Tuvo la oportunidad de servirle a sus paisanos, nunca olvidó su terruño familiar. Tenía la gracia, la chispa que llaman y conversaba con un lenguaje sencillo y directo. Algunos dicen, como pensaba, rápidamente obraba, con cierta intuición sin medir precios y consecuencias. Militante de un partido político, el mismo que representaría en varias convenciones nacionales, estuvo en la asamblea departamental, como concejal en varios pueblos, terminando como concejal de Medellín, votaciones envidiables, sin hacer mucha campaña.
Semana a semana tenía su agenda ocupada de domingo a domingo. Algunos dicen, aprendió y se acostumbró a dormir poco y a trabajar mucho. Delegaba, corregía, animaba, gritaba y hasta se sonreía de sus mismas órdenes. Tuvo una gran colección en su oficina de vacas en cerámica, plástico, porcelana y madera. Con los años, asistía sin falta a la feria del libro de Bogotá y Medellín. Nunca faltó a ferias ganaderas y convocó a varios seminarios de genética y mejoramiento de razas.
Tuvo capellán de cabecera, sus amigos políticos le acataban algunas sugerencias que les hacía entre humor chistoso e irónico. Todos esperaban ancheta de regalo, degustaciones varias. Tenía buen trato para sus más cercanos y para sus empleados. Algunos abusaron de su confianza, alcaldes que después le hicieron algo parecido a lo de judas. Con los años, esos mismos que lo traicionaban o lo abandonaban, por estar en otra tolda política, resultaban más cercanos a su pirámide. Conoció como nadie los presupuestos municipales y se benefició por años de los impuestos, teniendo concejales y alcaldes en cada pueblo respaldando la labor de la empresa. Algunos sacerdotes ofrecían homilías dedicadas a la gestión del benefactor.
Faltan anécdotas para describir el talante del que por años llamaron: «el señor de las vacas», que, por demás, para él, nunca le molestó esa chapa. Lo postularon para ministro, para gobernador y hasta embajador, nunca aceptó, su vida era el tema de la leche, las vacas y las diferentes gestiones relacionadas con el agro del norte antioqueño. No tuvo heredero, que supiera de sus habilidades, para ocupar la gerencia de la empresa cooperativa más emblemática del norte antioqueño, que exporta para toda Colombia. Lo que dicen de Jenaro Pérez Gutiérrez, 43 años en COLANTA.
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