Mientras que hoy la economía de la República Dominicana crece a un ritmo más rápido que cualquier otra nación latinoamericana, sus perspectivas no siempre fueron tan prometedoras. Durante muchos años, el país sufrió una economía poco dinámica marcada por prácticas institucionales obsoletas, gasto público insuficiente y una excesiva dependencia de las exportaciones agrícolas, entre otros problemas.
Sin embargo, las dos últimas décadas han mostrado una mejora notable en las finanzas nacionales. La expansión de las industrias de la construcción, el turismo y la minería ha ayudado a sacar de la pobreza a casi 3 millones de personas. Al mismo tiempo, la República Dominicana ha reducido su deuda como porcentaje del PIB mientras aprobaba reformas comerciales.
La economía avanzó especialmente en los años inmediatamente anteriores a la pandemia de COVID-19, un periodo que coincidió con el liderazgo del ministro de Hacienda Donald Guerrero. Designado por el presidente Danilo Medina en 2016, Guerrero es un economista formado en la República Dominicana y en los Estados Unidos, con títulos del Instituto Tecnológico de Santo Domingo y la Universidad de Maryland. Ha enseñado en varias universidades del Caribe y dirige su propio negocio como fundador y CEO de Axis Automotive Group en Puerto Rico.
En 2019, el penúltimo año de su gestión y el último antes de que la pandemia golpeara la economía mundial, la República Dominicana registró un crecimiento del PIB del 5.1 %, más alto que cualquier país de América Latina, Centroamérica y el Caribe. Veamos cómo este galardonado ministro de Hacienda logró tales resultados.
Recaudación de impuestos
Antes de la llegada de Donald Guerrero, las dos entidades recaudadoras —Impuestos Internos y Aduanas— no se coordinaban, lo que provocaba que una parte significativa de los ingresos fiscales quedara sin cobrar. De hecho, se estimaba que más del 40 % del ITBIS y hasta el 50 % de los impuestos personales y corporativos se evadían.
Guerrero se propuso cambiar estas cifras preocupantes al incorporar al país al Marco Inclusivo sobre Erosión de la Base y Traslado de Beneficios (BEPS). Este programa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) aplica los estándares internacionales más estrictos para aumentar la transparencia fiscal y reducir la evasión. Sus esfuerzos, que también incluyeron mejorar la comunicación entre Impuestos Internos y Aduanas, permitieron que en 2018 el país alcanzara el 100 % de las recaudaciones estimadas.
Gasto público
Históricamente, la República Dominicana tenía uno de los niveles de gasto público más bajos de la región. Entre las múltiples consecuencias estaba un sistema escolar incapaz de atender a sus estudiantes. A diferencia de otras naciones, la jornada escolar promedio era de solo 2.5 horas todavía a inicios de la década de 2010. En muchos casos, los alumnos carecían de libros y otros recursos básicos.
Con las reformas de Guerrero que incrementaron las arcas públicas, el país pudo redirigir gran parte del gasto a la educación, logrando un aumento del 60 % en los salarios de los maestros y extendiendo la jornada escolar promedio a ocho horas.
El sistema de salud también salió beneficiado. En 2017, casi el 50 % de todo el gasto público se destinó a mejorar los servicios, incluyendo la renovación de decenas de hospitales y la creación de nuevos centros de atención primaria.
Transparencia
Con el incremento del gasto público, también creció la necesidad de saber cómo se utilizaba el dinero del Estado. Bajo la gestión de Guerrero, el gobierno implementó la Ley de Compras. Elogiada por organismos internacionales, dicha ley obliga al Estado dominicano a mantener en línea y de acceso público el registro de todas sus adquisiciones.
El legado de Guerrero
Guerrero se desempeñó como ministro de Hacienda hasta 2020, cuando fue sucedido por José Manuel Vicente Dubocq. Aunque ya no ocupa el cargo, sus reformas han ayudado a que su nación continúe por un sendero económico saludable. Como prueba de su éxito, la República Dominicana ha mantenido un sostenido crecimiento del PIB y se proyecta que, para 2030, ascenderá desde la categoría de país en desarrollo hasta convertirse en una nación de ingresos altos.
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